Capítulo 8

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El siempre compuesto profesor Anderson parecía haber desaparecido. William era conocido por su porte autoritario y su compostura ante un problema, siempre impasible y osado a la hora de enfrentar cualquier cosa...

Excepto a la hora de conocer a los padres de su nueva pareja. Con Katherine habían acordado, luego de su segunda visita a la Dra. Fox, donde la misma les aseguró que todo estaba perfecto, que era hora de darles la noticia a Susan y Josh.

Su relación iba más allá de bien, estar juntos se les daba bien, era natural, nunca había silencios incómodos o conversaciones y situaciones forzadas. Él incluso le había comentado sobre su idea de conseguir una casa dónde pudieran estar cómodos los tres, ella respondió a la sutil y encubierta propuesta del catedrático diciéndole que le agradaba demasiado la idea. Ambos disfrutaban de la extraña rutina en la que se metieron, la joven pasaba cada vez menos tiempo en su casa e incluso varias de sus cosas se encontraban ahora en el departamento del profesor. William nunca había pensado que le gustaría tanto el volver a compartir su lugar con alguien.
Y ninguno de los dos se sentía atemorizado por el rápido acontecimiento de las cosas. Simplemente se sentía correcto.

-Will, tranquilízate. No es como si fuera a dispararte, - señaló divertida.

- ¿Cómo puedes estar tan segura? - preguntó con nerviosismo tratando de enfocarse en el camino.

-Porque no voy a dejar que lo haga, - puntualizó. - Ellos me conocen y saben que cuando tomo una decisión no hay forma de convencerme de lo contrario, así que puede que les tome un tiempo digerirlo pero cuando vean que soy feliz, simplemente van a aceptarlo. Mi hermano lo sabe por lo que tuvo su tiempo para procesarlo... No tienes de qué preocuparte.

Él asintió no del todo convencido.

- Entonces... ¿Eres feliz? - cambió de tema con evidente suficiencia en su voz. Pudo ver de reojo como los labios de Katie se estiraban en una caprichosa sonrisa.

-Lo soy, - contestó con sinceridad. - Mucho.

-También yo, - confesó sonriente. Notablemente complacido.

Lo único que los asustaba en algunas ocasiones, era lo bien que las cosas estaban yendo. Pero no dejaban que ese miedo irracional les ganara, no querían que los que serían buenos recuerdos se encontrasen opacados por aquello. Su principal problema, había sido el cómo enfrentarían el siguiente año académico. Sabían que hablar con el rector y explicarle la situación era primordial para evitar problemas. La conversación con este fue sorprendentemente buena luego de los primeros tensos minutos a causa de los nervios, pero lograron contarle una versión distorsionada de lo que sucedía. Jason se había mostrado comprensivo y les aseguró que tendrían su apoyo.

Mientras tanto, en la sala de su casa, Josh y Susan Taylor esperaban impacientes. Desde que Katherine les contó que había conocido a alguien y que iban enserio estaban entre curiosos y emocionados. La tarde anterior, la joven los visitó con el propósito de prepararlos para presentárselo.

La preocupación comenzó a crecer en la morena a medida que se iban acercando a su antiguo hogar. Se estremeció al pensar cómo reaccionaría su padre ante la noticia del embarazo y el cómo se habían conocido si sobreactuó con sólo saber su edad, demás está decir que el Jefe Taylor pasó por cientos de tonalidades entre el rojo y el morado cuando lo dijo.

- ¿Tiene. 36. Años? - preguntó entre dientes. La mandíbula de la Señora Taylor hubiese llegado al piso de ser posible.

- ¿Qué más da eso, papá? Ambos nos queremos, - explicó.

- Son solo 16 años, Josh. - intervino Susan.

- ¿Eso te parece poco? - espetó incrédulo.

No Debes Jugar Con Fuego (You Shouldn't Play With Fire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora