Capítulo 2

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-Timber, soy Anderson. Quiero mi trabajo de vuelta -dijo sin titubeos ...

-¿Anderson? -inquirió el moreno, sorprendido por el repentino cambio del catedrático. La mañana anterior, quedó estupefacto por la renuncia del prestigiado profesor y estuvo, literalmente, a las corridas buscando un reemplazo. Milagrosamente el viejo profesor Jones, un antiguo amigo de su padre que, a pesar de estar retirado, había aceptado las horas-. Profesor Anderson...

-Dígame que no ha contratado a alguien -pidió.

-Lamento informarle que así es...

-Mierda -siseó.

Se arrepentía de haber renunciado a sus horas y se insultó de mil formas a sí mismo por su impulsivo comportamiento.

-Aunque si está interesado, el contrato fue solo por lo que queda del semestre. Si está dispuesto a retomar su puesto el siguiente...

-Por supuesto. -Aceptó sin dudar
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Se encontraba deshaciendo sus maletas cuando su teléfono sonó.

-¿Papá? -respondió.

-Hola, hijo. Espero no importunar, pero...

-¿Todos están bien? -interrumpió alarmado por el tono de su padre.

-No exactamente, Will. Tu madre sufrió de un infarto.

-¿Ella...? -insinuó, sintiendo su pecho hundirse al imaginarse lo peor.

-No, pero los médicos no tienen muchas esperanzas. -La voz del viejo Richard se quebró al concluir la oración -. Ella está en la UCI, sus signos vitales no son alentadores.

-Viajaré ahora mismo -anunció.

No se perdonaría jamás el no poder despedirse de la maravillosa mujer que lo había traído al mundo y criado con tanto amor como le fue posible.
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-¿Puedes decirme cuál es tu jodido problema, Katie? -cuestionó la rubia a su compañera de habitación y amiga, ya harta de que el campus entero le preguntase qué era de la joven y ella sin tener respuesta mejor, se limitaba a decir que tenía una horrenda gripe que no le permitía moverse de su cama. Claro que no era más que una barata mentira, pero no iba a decirle a nadie que hacía ya una semana que se encontraba en estado zombie. El que no hubiese salido de su hogar esa última semana tenía un motivo diferente al de la preocupación principal de la morena. Vergüenza, en general. Aunque ese día en particular, era diferente.

Katherine negó con la cabeza de forma nerviosa a la pregunta de Ángela y continuó haciendo cuentas en su cabeza. Era la milésima vez, en lo que iba del día, que lo hacía. Deseando con todo su ser que, esta vez, el resultado fuese distinto. Había estado tan perdida en el mundo estas últimas semanas con los exámenes que no se había dado cuenta de que su periodo se había retrasado. Varias semanas.

-No puede ser posible -siseó por lo bajo.

Ella simplemente no podía estar embarazada, no de él. ¡Sólo habían tenido relaciones una vez! No había posibilidades. O al menos de eso intentaba convencerse a sí misma, ya que su subconsciente tenía bien en claro todo. Ellos no habían utilizado protección pero ella tomaba rigurosamente la píldora. Y después de todo, la falta de su periodo o los malestares que había tenido, podrían deberse al estrés que se había sometido por los exámenes finales.

No Debes Jugar Con Fuego (You Shouldn't Play With Fire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora