En el que Adrien llega al Reino de Hielo

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Chat Noir dejó a la chica que había estado suplantándolo en su casa, donde sus padres la recibieron muy sobresaltados. Hacía días que había desaparecido sin dejar rastro, y no tardaron en agradecerle al superhéroe haberla traído de vuelta. Él les pidió que cuidaran de ella y se marchó raudo en dirección a la torre Eiffel, donde debía estar esperándolo Ladybug. Camino hacia allí, tuvo que parar ante los gritos de los transeúntes que salían huyendo calle abajo.

—¿Qué está pasando? —se preguntó, intentando ver en la distancia si había algún akumatizado u otra alerta. Bajó del tejado desde el que observaba hasta la acera. Nadie reparaba en él, parecían aterrorizados.

—¡Chat Noir! —exclamó un niño, escondido tras un coche aparcado.

—¿Está bien? ¿De qué huyen? —dijo el muchacho, yendo hasta él y agachándose a su lado.

—Hay una chica. ¡Tienes que salvarnos, Chat Noir! ¡Cada vez que ella...!

No pudo seguir hablando; algo parecía haberle caído en la espalda al chiquillo. El héroe trató de socorrerle, pero el niño no respondía. Parecía tener la mirada perdida en un mar de tristeza. Chat Noir sintió gran impotencia al verlo, y lo abrazó lamentando no haberlo evitado. Alzó la vista y lo que vio fue mucho peor. Tal y como había empezado a decir el niño, había una chica. Estaba en mitad de la calle, alcanzando a los que aún trataban de huir con un objeto similar a un macaron de color rosa palo, y que lanzaba como si de un yo-yo se tratara. Llevaba el cabello negro recogido en dos coletas hasta la cintura, que caían con la forma de una lágrima; su traje era un qipáo del mismo rosa del macaron, y su rostro también estaba teñido de ese color. Su expresión estaba rota por la pena. Casi era difícil reconocerla.

¿Marinette? —dijo Chat Noir con voz entrecortada. No podía creer que fuera ella. Debía ser un error; esa no podía ser Marinette.

La chica lo miró y su gesto se tornó iracundo; sus ojos, que se habían vuelto de un celeste helado, ahora eran del rojo más infernal.

—Tú. Todo es por tu culpa... ¡TODO ESTO ES POR TU CULPA! —exclamó Marinette de forma escalofriante.

Chat Noir se puso en pie de un salto y la miró con aprensión. Dio un paso atrás cuando Marinette empezó a acercarse despacio. Cada pisaba sonaba con un repiqueteo singular, como si llevara campanillas en los pies descalzos.

—¿Qué te ha pasado, Marinette? Podemos... Podemos arreglarlo. Tranquila, todo...

¡NO ARREGLAREMOS NADA! —gritó de nuevo ella—. Creí tus mentiras... Me engañaste, y ahora estoy así... ¡JAMÁS DEBÍ CONFIAR EN TI!

—Yo no te he mentido nunca, no...

¡MÁS MENTIRAS! —Dio otro paso adelante, y Chat Noir otro atrás.

—Cuéntamelo. Te prometo que lo solucionaré. Todo esto tiene...

¡NO VAS A SOLUCIONARLO! ¡TÚ NO PUEDES HACER NADA POR MÍ! Ya no tiene remedio...

El pitido del anillo de Chat Noir distrajo la atención de ambos, y él aprovechó para escapar con su catmóvil. Ella trató de darle con aquello que disparaba, pero fue lo suficientemente rápido para no alcanzarle. Chat Noir fue todo lo lejos que su miraculous le permitió, y se destransformó en un callejón oscuro. Plagg cayó desfallecido sobre sus manos.

—No puede ser... Marinette ha sido akumatizada, y además parece que ha sido por mi culpa. ¿Por qué...? —Adrien estaba devastado. Ver así a su amiga había sido la gota que colmaba el vaso.

—Necesito algo de comer, Adrien... No me quedan fuerzas —dijo el kwami con verdadero agotamiento.

—Lo siento, Plagg... Te buscaré algo e iremos corriendo a buscar a Ladybug... Estoy muy preocupado por Marinette. ¿Qué he podido hacerle yo para provocar esto?

🐞 MLB: La venganza de VolpinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora