Capítulo 6

765 76 14
                                    


—Bueno, bueno, Harry, y... el joven Tomlinson, ¿no? —siseó Dess.

El buen humor de Harry se desvaneció, y le devolvió el diario a Louis, quien miró a Dess con una sonrisa cortés.

—Buenas tardes, señor Styles —le saludó.

A Dess se le unió Robert Villegas, su esposa y su hija, quienes miraban a Louis con el mismo tipo de desprecio que le habrían dado a cualquiera por debajo de su clase, el caballero de Cherburgo, quien Harry había aprendido finalmente se llamaba Edward Kent, la Sra. Brown y Scott Braun.

—El joven Tomlinson fue de alguna ayuda a mi hijo ayer por la noche —añadió hablándole directamente a sus compañeros. —Él pensó que sería divertido ponerse a caminar sobre la barandilla, como una especie de artista de circo... pero como no lo es, se resbaló, y cuando sucedió, el joven Tomlinson estuvo ahí para atraparlo a tiempo.

Jasmine suspiró audiblemente, y Harry cerró los ojos, la onda de humillación atravesándolo era insoportable.

Scott se burló.

—Sí, parece que el joven Tomlinson estaba en el lugar correcto en el momento adecuado. La animación en tercera clase debe haber sido aburrida en comparación...

Dess seguía mirando a Louis con una expresión astuta y poco amable. Harry estaba impresionado con la total falta de consternación del muchacho; parecía que realmente era tan valiente como parecía.

—¿Va a unirse a nosotros para la cena? —preguntó Dess, sonando como si esperara una declinación. Por primera vez, Jasmine miró de lleno a Louis, denotando la expectación en sus ojos.

Louis tomó nota mental del sutil descontento en la voz del hombre, pero asintió.

—Tendré que consultar con mi compañero de viaje, pero sí, tengo la intención de asistir. Gracias por su amable invitación, señor Villegas —dijo volviéndole a sonreír a Robert, quien le respondió con un gesto de cabeza.

El señor Kent, en silencio hasta el momento, dio un paso corto hacia Louis.

—Será una maravillosa oportunidad para conocerlo, joven Tomlinson. Debo decir que nunca he conocido a alguien que haya viajado en tercera clase antes, así que me gustaría escuchar sus historias de la vida debajo de la cubierta.

—¡Por el amor de Dios, Edward! ¿No quieres también que te traiga una o dos ratas cuando venga? —Dijo señora Brown con su voz fuerte y contundente. La madre de Jasmine se quejó un poco ante la mención de las ratas, mientras que Jasmine miró hacia Harry.

—Ella no habla enserio, ¿verdad? ¿Hay ratas en este barco? —susurró entre dientes.

Harry puso los ojos en blanco, y lo único que le impidió estallar fue el gesto en los labios de Louis, que estaba conteniendo la risa.

—No, querida. No hay ratas en el Titanic.

Jasmine se mostró no del todo convencida, pero seguía mirando torvamente a Louis como si esperara que le tirara de su bolsillo uno de esos bichos.

El toque de corneta para el té de la tarde se hizo eco en la cubierta y rompió el edificio de tensión que se había creado. Dess le dio gruñido a Louis, al igual que Scott, mientras el Sr. Kent y el Sr. Villegas expresaron su interés en reunirse con él de nuevo en la cena. Jasmine y su madre alejaron rápidamente a Harry, para no darle oportunidad de darle mucho más a Louis que una sonrisa de disculpa.

Louis se quedó a solas con Margaret Brown, quien le sonrió con cierta melancolía.

—Encantador, ¿no? —dijo señalando con un gesto al grupo saliente.

Louis miró hacia otro lado; sus pensamientos todavía estaban completamente dominados por Harry.

—Nadie dice que vivimos en la era de la igualdad.

La señora Brown se echó a reír.

—Me gustas. Usted tiene un fuego en el pecho, y eso es algo raro de encontrar en los niños de su edad. Entonces, ¿va a seguir con todo esto? Puede que no sea la experiencia más placentera que tenga.

Louis se apoyó en la barandilla y le sonrió a la mujer mayor.

—Bueno, el entretenimiento en tercera clase es bastante aburrido.

—Permítame dudarlo, creo que me divierto más allí —La mujer le sonrió con picardía, y la miró de arriba abajo con expresión pensativa.

—¿Qué está planeando usar esta noche?

Louis miró su atuendo.

—Yo... no estoy muy seguro —admitió.

—Venga conmigo, entonces. Vamos a tomar el té enviado a mi camarote —Le tendió la mano. —¡Vamos!, creo que tengo el traje ideal.

Y depositando su confianza en la buena mujer, Louis le tomó la mano.

. . .

—Bueno, creo que puedes nombrarme tu hada madrina —bromeó la señora Brown después de prender los últimos botones del saco de Louis.

—Creo que solo funciona si estuviera buscando al príncipe azul —respondió Louis con una sonrisa mientras miraba en el espejo su transformación. —Nunca he usado algo tan hermoso. Louis quien se había quedado contemplando su reflejo en silencio.

—Gracias, señora Brown. Es muy amable de su parte prestarme el traje de su hijo –dijo Louis, por fin. — ¿Está segura que no le incomodará?

—Él tiene un centenar de trajes, querido. Está estudiando en la Sorbonne, en París, y decidió quedarse hasta fines de la primavera. Sólo estoy trayendo parte de su enorme armario —explicó.

—Bueno, entonces supongo que estoy listo.

La señora Brown se echó a reír y lo tomó del brazo.

—Entonces, vamos a la fiesta, mi niño... ¿quién sabe? Quizá encuentres a tu príncipe encantado.


. . .

Harry esperaba con su padre y Robert a los pies de la Gran Escalera. La sala de recepción estaba exquisitamente decorada como el comedor, los camareros, elegantemente vestidos, se abrían paso entre los pasajeros ofreciendo aperitivos y entremeses en bandejas de plata, y la orquesta tocaba una alegre melodía.

Jasmine estaba sentada a varios metros de distancia con su madre de pie detrás suyo. Ambas conversaban amablemente con las señoras Strauss y Hays, pero la menor tenía los ojos fijamente clavados en Harry, con una sonrisa cordial en su cara disimulando la fría decepción en sus ojos.

Después de conocer a Louis en la cubierta, Jasmine le había cuestionado largo y tendido a Harry sobre él, reacia a aceptar que no había pasado más que el conocerlo en cubierta la noche anterior. Sino, no veía razón alguna por la que él volviera a verlo ese día y fuera incapaz de pensar en otra cosa.

Cuando él negó las acusaciones, ella salió hecha una furia anunciando que no pensaba acompañarlo en la cena.

Por supuesto, ella no había tenido ninguna posibilidad de elección cuando su madre se enteró y le obligó a asistir.

—Bueno, bueno, supongo que podrá tomar al niño fuera del país —dijo Dess con notable sorpresa en su voz arrastrada.

Entusiasmado por las incrédulas palabras de su padre, Harry volvió a mirarlo y luego siguió su mirada que se dirigía a la señora Brown y Louis quienes estaban caminando del brazo por la escalera. Su boca se abrió.

Louis Tomlinson era la visión de la absoluta perfección.

Adelantó su paso de inmediato, llegando a tenderle la mano a la señora Brown y ayudarla a bajar el último par de escalones, sin dejar de mirar a Louis por el costado.

—Buenas noches, señor Styles —saludó Louis ruborizado por su atenta mirada.

—Joven Tomlinson, permítame decirle que se ve sumamente encantador —susurró acercándose a él para así evitar que los demás escucharan sus palabras. —Es sin dudas el hombre hermoso en todo el Titanic.

Titanic: Love Will Remember (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora