Capítulo 15: "Un par de ojos marrones"

64 4 2
                                    


Primavera 2014

Salí de la cafetería cuando las luces de adentro se estaban apagando. Coloque mi bolso en mi hombro derecho y emprendí camino hacia casa. Eran pasadas las nueve de la noche, la hora de la cena había pasado. Papá prometió que haría de cenar, ya que estaba harta del almuerzo de la cafetería Golds coffee hecha por unos primos de Savannah ya que sus padres eran los dueños. No le sacaban mucho dinero ya que era más un negocio familiar que apenas cumplía un año en su poder. Entre la renta del lugar y todo lo que necesitaban terminaban teniendo más deudas que ganancias. Yo no sabía cocinar, en cuanto Savannah me había hablado de la posibilidad de trabajar ahí, me negué rotundamente un puesto en la cocina, terminaría incendiando el lugar. Su tía me odiaría más si eso pasara. He notado, que los últimos días me tiene vigilada, espero que sea por el plato que rompí la semana pasada. Como sea, ya me lo ha descontado.

Las calles de los ángeles estaban silenciosas, más por este barrio. Había tomado un camino distinto al habitual. Me lamente, estaba tan metida en mis pensamientos, que no note que un coche me seguía, hasta que este freno de golpe frente a mí tapándome el paso.

-Idiota. Te subiste a la banqueta, ¿No sabes manejar?-. Dije, molesta. Un hombre demasiado alto, moreno y vestido de traje se bajó del piloto.

Mi primer instinto fue comenzar a correr hacia la derecha, cruzando un oscuro y solitario callejón con salida del otro extremo. No era tan buena corredora, por suerte traía zapatillas deportivas. Cuando llegue al otro extremo del callejón, saliendo de el hacia la banqueta, choque tan fuerte contra alguien que ambos caímos al suelo. No me sorprendió que aquel chico no lograra detenerme, era un saco de huesos. Sus costillas se enterraron en mi vientre.

-Lo siento-. Trate de quitarme de encima de él lo más rápido posible. El chico se quejaba de dolor.

Me puse a cuclillas mientras él se sentaba tocándose las costillas.

-¿Estas bien? ¿Te he lastimado?-. Pregunte, colocando una mano en su hombro.

El chico, de cabello largo, levanto la cabeza hacia mi dirección. Lo primero que observe, fueron un par de ojos marrones. Hermosos, sin duda. Mi mandíbula casi cae al suelo. Sin duda era Zayn.

-Lo lamento mucho, es que me perseguían-. Mire hacia el callejón; solitario como antes. Volví a él, seguía mirándome, sin embargo no dijo nada.

-¿Qué te duele?-. Le dedique una mirada atenta. Comenzaba a desesperarme. –Zayn, háblame.-. Casi le grito.

Estiro la mano que posaba en su costilla hacia mí, acarició mi mejilla. Me puse nerviosa. Mis piernas comenzaban a entumirse. Alejo su mano un poco de mí, entonces observe un liquito rojo manchado en su pulgar con el que me había acariciado. Oh, no. Estaba sangrando del rostro. Ni siquiera sent{i el golpe. Lleve una mano a mi mequilla izquierda.

-No-. Dijo Zayn, evitando que me tocara.

Él se levanta con una agilidad sorprendente, tomándome de las manos. Me dirigió por la banqueta hacia un auto negro. Yo estaba ausente. Abrió la puerta del copiloto y me observo.

-Entra-. Lo mire unos segundos.

-Manchare todo.

-No importa. Tengo un botiquín en la guantera. Sube, por favor-. Lo pensé un segundo más, me monte en el coche y busque el botiquín.

Cerro la perta y un segundo más tarde, él se montó a mi lado. Me quito el botiquín de las manos. Saco un algodón, lo humedeció con algo, me miro dudoso, como pidiendo permiso. Iba a decirle que yo podía hacerlo sola, pero su mirada de preocupación no me dejaba hablar. Me tomo suevamente del mentón, dándose paso a mi mejilla. Limpio la herida. Ardió como el demonio. Apreté fuertemente la mandíbula y mis ojos se humedecieron tanto y tan rápidamente.

-Lo siento-. Suplico, tembloroso. Cerré los ojos, suspire. –Aprieta aquí-. Coloque mi mano en el algodón contra mi herida. –Te llevaré a tu casa-. Abrí los ojos y lo mire sorprendida.

-No es necesario.

-¿Cuál es tu dirección?

-Ya has hecho demasiado.

-Evelina, por favor.- nos miramos un momento. Desvié la vista hasta su GPS.

-¿Puedo?-. Dije, apuntando hacia el aparato. Asintió. Introduje mi dirección en el. Zayn encendió el auto.

-Puedes llamarme Ever.- dije, sin mirarlo. No dijo nada y arrancó el auto.


Goodbye, Zayn Malik.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora