Las Familias

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****ALEX****

—¿Cómo va a ser ver a Matthew después de tres meses?—me preguntó Cam con interés.

—Bueno...—no había pensado en ello, no sabía como iba a reaccionar ni como me iba a sentar volver a verle y no quería saberlo, aún no.—No lo se la verdad. No me había puesto a pensar en ello.

—¿No has pensado en él en los últimos tres meses?—preguntó Cam distraído mirando las escaleras que bajábamos.

—Si lo he hecho, pero no mucho la verdad—era un tema del que no me gustaba hablar. Además no soy una persona a la que le guste expresar sus sentimientos.

—¿Y sobre qué has estado pensando?—inquirió Cam esta vez mirándome a la cara. Ya estábamos en la segunda planta donde se encontraba el despacho de mi tía.

Abrí la boca para responder la verdad. Con Cam estaba muy a gusto, cuando me enfadaba con Will por unas horas Cam era el único capaz de hacerme sentir bien tras discutir con Will, aparte de su hermana, claro.

—Señorita Hamilton, la estaba buscando—interrumpió mi tía con su tono normal que desprendía autoridad.

—Luego estamos Cam—dije girándome hacia él y disculpándome con la mirada.

—Nos vemos entrenando—se despidió Cam. Me quede mirando como se iba por las escaleras de vuelta a la biblioteca. De repente mi tía carraspeó y me giré hacia ella.                                                        

—Sígueme a mi despecho. Tenemos que hablar—al parecer mi tía y yo teníamos una relación amorosa y pensaba dejarme.

Me senté en una de las dos sillas de su despacho ya que parecía que íbamos a tener para rato.

—Bueno, como bien sabrás este sábado hay una reunión con varios Institutos, y uno de ellos es el Instituto de Nueva York—explicó mi tía. Iba soltando poco a poco la información como si fuera un perro que en cualquier momento iba a saltar a morder.

—Pues la verdad es que sí lo se, pero no gracias a ti. De todas formas, estate tranquila tía—quería adelantarme al gran sermón que me iba a dar. Además mi tía no sabía todo lo que había pasado en el baile, así que prefería no escucharla otra vez hablar de ese tema—. Me voy a comportar este sábado, voy a ser educada con el que se me acerque y tranquila que no voy a pelearme con nadie. El castigo me aclaró las ideas.

—Alex—me cortó en un tono de voz más suave y menos autoritario. Pasó su mirada de mis ojos a sus manos—. Ya sabes que tus tontas peleas con Meghan y así no me molestan, al fin y al cabo los de nuestra especie somos guerreros de nacimiento y no podemos evitarlo—me quedé con un poco cara de atontada, ¿enserio que mi tía me estaba describiendo como si fuera normal que le dijeran que me había peleado con alguien? Ni que fuera una adolescente conflictiva que iba ensartando a todo el mundo con una espada como si de pinchos morunos se tratasen. Yo no era así, solo luchaba si tenía que hacerlo en entrenamientos y patrullas, y bueno, la vez del Baile de Graduación, pero en ese caso no hubo armas—. Pero no te pelees delante de los Haggard ni contra ellos—hizo una pequeña pausa y volvió a posar los ojos en mi—. Alex, ya sabes como son los de esa familia, siempre han deseado dirigir el Instituto de Washington D.C y quitárselo a nuestra familia. Van a buscar la mínima oportunidad para decir que no somos aptos para ello, y lo que tu hagas ahora te repercutirá en el futuro.

—Siento mucho lo que pasó tía, pero aprendí la lección y he madurado, ya no soy tan impulsiva en asuntos así. Pase lo que pase no entraré al trapo—con ello quería decir que haría lo que fuera para que gente como la de esa familia no dirigiera el Instituto más importante de los de nuestra raza, el cual había pertenecido a mi familia desde el inicio de Los Jueces.

—Muchas gracias, Alex—me agradeció con el rostro menos tenso, parecía haber rejuvenecido cinco años—. Y acuérdate de esto el sábado.

—Claro que sí tía, actuaré como es debido.

Mi tía asintió desde su asiento. Entonces me levanté y fui hacia la puerta. Salí del despacho de mi tía y me dirigí hacia el lado opuesto de la planta donde estaba la enorme biblioteca, seguramente los chicos seguirían allí. Abrí las elaboradas puertas de madera de la biblioteca y estaban todos allí, también Will, Liz y Gwen. Gwen miraba con la boca abierta la enorme biblioteca con infinitos estantes que parecían que subían hasta el cielo. En la parte opuesta de la biblioteca, que daba a la calle, había grandes ventanales a través de los cuales entraba la luz del sol. Poco a poco todos se fueron centrando en mí y perdiendo interés en la conversación, Cam fue el primero en fijarse en que había entrado a la biblioteca. Sus caras curiosas expresaban la misma pregunta: ¿Qué te ha dicho tu tía? Excepto la cara de Gwen, que seguía perdida en los libros. Actué como si no me hubiera dado cuenta de sus caras.

—¿Son ya las dos y cuarto y aún os falta de enseñar a Gwen la planta baja?—pregunté para llevar la conversación a otro terreno—. A las tres tenemos que estar ya cambiados para el entrenamiento.

—Alex tiene razón—dijo James—. Además tenemos que enseñar a la nueva un par de cosas antes de que empiecen los entrenamientos. 

—Pues venga , ¡en marcha!—añadí aliviada de evitar el tema por ahora. No quería hablarlo delante de todos.

Los Jueces ARADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora