Capítulo 4

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¿De verdad, Russel? No puedo creer que tengas la vergüenza de besar a Katy. Ya te tiraste a tres tíos hoy.

Los vidrios del auto están totalmente cubiertos de vapor que sale de ambos amantes. Gemidos y roces eróticos se escuchan; golpes de piel contra piel. Russel y un chico rubio se han adentrado en una calle poco transitada, donde han dado rienda suelta a su deseo sexual por un poco más de una hora. El movimiento y los sonidos que provienen de su encuentro llenan mi mente, por lo que me esfuerzo en empujarlos fuera de ésta.

Después de observar la reunión de Katy y Ross, bajo de la azotea en la que me he encaramado para visualizar el comportamiento de éste. Mis pies hacen un ruido seco cuando tocan el pavimento; está todo muy callado.

Caminar en la madrugada puede resultar aterrador para algunos y no los juzgo; ellos no han presenciado lo que yo, por lo que aún pueden sentir de manera extraordinaria lo que es el miedo. Mis sonoros pasos, los maullidos de los gatos y algunos autos pueden escucharse claramente, sin interrumpir la esencia de la misma noche. La luna se ve opacada por nubes grises que amenazan con llover en cualquier momento, por lo que la luz de ésta apenas puedes percibirse.

Durante el trayecto de regreso al departamento, mi cabeza está en blanco y no pongo atención a las personas que están en las calles; ruidos, silbidos de algunos y golpes son ignorados por mi mente apagada. La puerta hace un chirrido agudo que me saca de mi modo automático en el momento justo para ver la entrada aún con el desastre de la última entrega. Sobres, cables, un abrigo negro, maquillaje, el dinero que Ed me ha dado y el ordenador aún encendido.

Las fotos con la infidelidad impresa en ellas se encuentran sobre la mesa, junto a una taza de té y pequeño bocadillo que no me da tiempo de tocar. Estoy tan concentrada en terminar mi trabajo que ni siquiera me percato de que no he comido algo decente desde el día anterior y de que la pantalla del celular marca llamadas pérdidas.

Si tengo suerte, podré dormir 3 horas

El golpeteo de los dedos contra las teclas sigue su marcha, aun cuando la luz del sol está llenando la habitación, iluminándolo todo a su alcance. Enormes sacos azulados se han formado bajo mis ojos y el cansancio se puede leer a simple vista en mi rostro; la comida sigue intacta sobre su plato. Los músculos crujen cuando me decido por una ducha bien caliente, mi caminar se vuelve torpe al ir por una muda de ropa limpia. Los momentos bajo la regadera son automáticos y llenos de bostezos, apenas logro mantener lo suficientemente alta la cabeza para evitar tropezar con los muros.

El viento helado de la mañana me hace estremecer y encogerme debajo del enorme suéter tejido. La caminata matutina me da la oportunidad de revisar el celular y darme cuenta de que trataron de contactarme varias veces anoche durante mi faena. Las puertas del instituto me hacen desviar la vista de la pantalla; se ven imponentes ante mi encorvada figura ocasionada por el nulo descanso y el clima que hay.

Una vez dentro del edificio, la melena morada se hadesvanecido.  

MICSIA [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora