«Meeting»

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¿Alguna vez han visto a esa niña de la escuela que camina y come en los recreos sola? Esa niña que es una completa inadaptada social; la que siempre viste de negro o gris; la que pasa sentada detrás de un libro; la que saca buenas notas y la tacha...

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¿Alguna vez han visto a esa niña de la escuela que camina y come en los recreos sola? Esa niña que es una completa inadaptada social; la que siempre viste de negro o gris; la que pasa sentada detrás de un libro; la que saca buenas notas y la tachan como ñoña... Bueno, esa niña soy yo.

No siempre fue así. Antes tenía demasiados amigos en Omaha, Nebraska, sin embargo ascendieron a papá en su trabajo. Al principio estaba feliz por él, y le dije que estaba orgullosa por todo su esfuerzo y dedicación.

Él me dijo que todos tendríamos que esforzarnos por este nuevo cambio. Nos contó que tendría una oficina más grande, y trabajaría menos horas pero ganaría más. Me cuestioné cual era aquel gran cambio que tendríamos. Él sonrió nervioso y me contó que tendríamos una nueva casa. Al principio me dio igual, hasta que dijo que nos mudaríamos a Atlanta. Pensé en todo lo que tenía aquí, la escuela, mis vecinos, mis amigos, el parque en el que solía patinar, en mi mejor amigo Jack.

Trate de convencer a mis padres que me dejaran aquí, les rogué de rodillas, incluso hice berrinches como una niña mimada, pero la decisión ya estaba tomada. Me dolió despedirme de Jack y mis otros amigos y amigas del colegio.

La comunicación con mis padres se fue deteriorando poco a poco, pasaba escuchando música todo el día con audífonos, o leía cualquier libro. Todo con tal de no tener ninguna conversación larga y sería con mis padres.

Así mi vida fue transformándose un poco más sombría, más gris.

Obviamente no pude estar mucho tiempo enojada con mis papás convirtiéndolos en mis amigos más cercanos de Atlanta. Eso era un poco triste.

Cuando entré a la nueva escuela nadie se acercó a mí. Eso me dolió un poco más, pero decidí no hacer ningún intento por hacer amigos.

Mi vida a sido así por los últimos tres meses. Hasta hoy.

Entro a la clase de educación física con el clásico uniforme. El profesor nos indica que debemos practicar para un juego de baloncesto. Hacemos el calentamiento como siempre. Eligen a cinco personas para cada equipo, y entre ellas estoy yo.

Grandioso- que se note el sarcasmo.

Todos los amigos de los jugadores apoyan sus respectivos amigos. A todos excepto a mi. A veces pienso que es un poco deprimente, pero trato de que no me importe.

–¡Vamos, Brooke!– escucho a lo lejos. Eso me sorprende. Regreso a ver entre la multitud de estudiantes y veo a un chico de ojos celestes, lleno de pecas y cabello castaño sonriéndome. El cambia su sonrisa por una cara preocupada y me grita un «Piensa rápido» en ese momento regreso mi concentración al juego y veo que el balón viene hacia mí. Por instinto estiro mis manos y sorprendentemente agarro el balón. Esto nadie se lo esperaba (ni siquiera el entrenador) excepto el chico de los ojos celestes quien me grita «Vamos, Brooke»

No sé de dónde saco la valentía, pero lancé el balón con fuerza y encesté un aro dejando a todos aún más sorprendidos ya que yo nunca he encestado.

El entrenador grita a todos que no se quedarán quietos y que continúe el partido.

Sigo "jugando" un rato más y le pido al entrenador que me deje en la banca porque estoy cansada, a lo que él accede. Me acerco al chico de ojos celestes y me siento a su lado.

–¿Por qué me animaste? Y ¿cómo sabes mi nombre?– pregunto directa

–Hola, Brooke– saluda con sarcasmo todavía concentrado en el juego.

–Hola– ruedo los ojos– ¿por qué me animaste y cómo sabes mi nombre?– insisto

–¿Por qué no? Además tenemos matemáticas juntos– ahora me mira directo los ojos

–Nadie lo hace, ya sabes, animarme

–¿Ni tus amigos?

–No tengo amigos– me encogí de hombros tratando de que no notará que me afectaba.

–Pensé que eras de las que sólo se llevaban con las niñas.

–Jamás he hablado con alguna de la escuela sin contar las veces que debemos hacer algún trabajo en equipo.

–Oh, qué mal– dice en un tono de voz bajo.

–No importa– sonrío encogiéndome de hombros.

Es el primer estudiante que ha tenido una conversación conmigo después de meses y me alegró un poco.

–Si quieres yo puedo ser tu amigo– regresó su vista del suelo hacia mi.

–Pero no te conozco.

–Podemos presentarnos. Mi nombre es Carl Grimes, tengo 12 años y me gustan los videojuegos y jugar fútbol- estira su mano en forma de saludo.

Carl. Me gusta... O sea, su nombre. Sentí que mi conciencia rodaba los ojos– Me llamo Brooke Adams, también tengo 12 años y me gusta el skate y...las películas de zombies –digo apretando su mano

Hablamos durante toda la clase de educación física. Le conté de mi anterior estilo de vida en Nebraska, sobre mis amigos, las películas que solíamos ver con papá, y como Jack me había enseñado a patinar. Me contó sobre su mamá, Lori, que era hijo único y que su papá, Rick, era policía, pero sufrió un accidente y ahora está en coma; noté que le dolió decir eso pero a la vez me sorprendió que me lo diga. No supe qué decirle, puse mi mano en su hombro y pensé en las palabras adecuadas. La campana me salvó de haber dicho alguna estupidez.

–¡Muy bien, chicos! La próxima semana jugarán los que hoy no pudieron jugar. Ahora, ¡fuera del gimnasio!

Ambos salimos del gimnasio juntos, y me siento un poco nerviosa, además creo que me tiemblan un poco las piernas y no puedo evitar sonreír por haber hablado con alguien. Mentiría si digo que no me agrado Carl. Es una linda persona, además que se fijó en mí cuando nadie más lo hizo.

–Mmm... Hoy tengo que visitar al hospital a mi papá así que tengo que salir temprano– asiento compresiva porque sabía que todavía le dolía este tema– pero... Podemos vernos en el parque que queda cerca de la escuela

–¿En serio?

–Si, tal vez me podrías enseñar a patinar.

–Si está bien– digo emocionada mientras él se aleja, porque debía irse.

–¿Mañana?

–Mañana tengo práctica de karate con papá– digo haciendo una mueca.

–Entonces el domingo– asiento– ¿a las 10:00 AM?– vuelvo a asentir emocionada– Ok, adiós– agitó su mano en el aire e imito su acción.

Lo pierdo de vista en la multitud de estudiantes y yo voy donde estaban mis cosas, suspirando de la alegría.

Nada me haría faltar al parque, ni un huracán, ni un terremoto, ni ningún Apocalipsis.

Lástima que no tenía previsto lo último.

***
Hey! Primer capítulo. Espero que les guste y esta novela no termine siendo tan basura como la última que escribí (y borré por vergüenza)

Ah, y me gusta Shawn Mendes. Él escribió una hermosa canción llamada "Never be alone" la razón del título ❤️

Bueno, sean buenas personas Voten y comenten
Se los agradecería mucho

All the love
Melissa xx

Never be alone ↝ C. Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora