Capítulo Cinco

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Fernanda estaba cocinando la siguiente noche, cuando María entró a la cocina a toda prisa.
M: Ya vino el señor Luis Castillo a recoger a Paloma.  Creo que deberías invitarlos a cenar... y así podrías explicarle lo de la otra noche, ¿no crees?
"Oh, claro", pensó Fernanda, con la simple cena que hacía no impresionarían a alguien como Hector Luis Castillo, estaba segura.
Antes que María pudiera argumentar algo, Fernanda sacudió la cabeza y ofreció la primera excusa que se le ocurrió.
F: No hay suficiente para invitarlo esta noche.  Además, lo más probable es que el señor Luis Castillo esté fatigado después de su viaje.
M: Apuesto a que también está hambriento, y Paloma piensa que eres una cocinera estupenda, y...
Una mirada severa de su madre hizo callar a la niña.
F: ¡Otra noche, María!
Fernanda se resfregó sus manos y se aflojó el delantal.  Inhalando profundamente, se pasó una mano por los cabellos y observó su reflejo en la ventana.  Nadie la confundiría con Miss Universo, pero su apariencia era aceptable.  Bien, era hora de mantener erguida la cabeza, tragarse el orgullo y dar algunas explicaciones al padre de Paloma.

Forzó una sonrisa de bienvenida al entrar a la sala.  Hector estaba parado con actitud de fastidio junto a la puerta, como dispuesto a iniciar una rápida retirada si era necesario.

F: ¿Qué tal estuvo su viaje? (aventuró a decir ella, procurando adoptar un tono amable)
H: Bien. Gracias (su expresión no cambió)
F: ¿Tiene tiempo para tomarse una taza de café? (preguntó, procurando no delatar su nerviosismo)
Hector la observó con suspicacia. Fernanda no estaba segura de si debía siquiera tratar de explicar las cosas.  A su debido tiempo él se daría cuenta de que ella no era una candidata a la "casa de la risa"; tal como ella había descubierto que Hector no era un padre abominable.

El consultó su reloj y negó con la cabeza.
H: No tengo tiempo para hacer una visita esta noche.  Pero gracias por la invitación.

Fernanda apenas pudo ocultar su alivio.
H: ¿Se portó bien Paloma?
F: Muy bien. Paloma es una niña encantadora.
Una sonrisa suavizó el rostro del empresario.
H: Bien.
María y Paloma irrumpieron en ese momento en la sala.
M: ¿Se va a quedar el señor Luis Castillo, mami?
H y F: En otra ocasión... —dijeron ambos al mismo tiempo.
M y P: Oh (las jovencitas se miraron y mostraron sin reticencias su decepción)
H: ¿Ya guardaste tus cosas, Paloma? (preguntó Hector, sin ocultar su ansia por marcharse de allí).
Su hija asintió con renuencia.
P: Creo que sí.
M: ¿No crees que deberías revisar en mi cuarto una vez más? (sugirió María, tomando a su amiga de la mano y conduciéndola hacia el pasillo)
P: Oh, sí, creo que sería bueno (ambas desaparecieron antes que ellos pudieran decir algo)

El silencio entre Fernanda y Hector podría haber sido cortado con tijeras, de tan denso y opresivo.  Pero puesto que se había presentado la oportunidad, Fernanda decidió asumir la desagradable tarea de explicar su conducta cuando conoció a Hector en la tienda.

F: Creo que le debo una disculpa (murmuró, arrojándose)
H: ¿Una disculpa? (Preguntó de forma irónica).
F: Pues... sí... la noche en que lo conocí supuse que era usted un padre irresponsable por permitir que Paloma estuviera despierta tan tarde. Ella me explicó ya que usted acababa de regresar de un viaje.
H: Sí, bien, admito que sentí el dardo de su desaprobación.

Esto no era fácil. Fernanda tragó saliva y entrelazó los dedos mientras se obligaba a mirar al hombre a los ojos.

F: Paloma me explicó que su vuelo se retrasó y por eso ella olvidó mencionar lo de los refrescos y jugos para la fiesta.
Una sonrisa relajó el rostro de Hector, haciéndolo ver más guapo de lo que era.
H: Puesto que estamos siendo sinceros, debo admitir que yo también me formé un prejuicio sobre usted esa noche.

Fernanda bajó la mirada.
F: Ya puedo imaginarlo.  Espero que ahora comprenda que no siempre me visto así.
H: Lo pude ver cuando dejé anoche a Paloma.
Ambos hicieron una pausa y se sonrieron con cierto bochorno, y Fernanda se sintió más tranquila.
F: Puesto que María y Paloma son tan buenas amigas, me pareció... pues... que debía aclarar las cosas entre usted y yo.  Por todo lo que ha dicho Paloma, es usted un excelente padre.
H: Pues por todo lo que ella me ha dicho, usted es una magnífica madre.
F: Créame, no es fácil cuidar a una adolescente.
H: Lo sé muy bien. Sufrimos del mismo mal.
Los dos rieron entonces y, como aún se sentían un poco incómodos, el sonido de sus risas fue extraño.
H: Eh... pensándolo bien (dijo Hector con cierta vacilación)  Creo que sí podría darme un poco de tiempo para esa taza de café.
F: Bien (Fernanda lo condujo hacia la cocina. Mientras Hector se sentaba a la mesa, ella llenó una taza con el humeante y aromático líquido y la puso sobre la mesa)  ¿Cómo le gusta?
H: Negro y dos de azúcar.

♡Cuando me enamoro♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora