Capítulo Diez

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La música pop brotaba de los altoparlantes y vibraba por toda la pista de patinaje. Un DJ anunciaba las melodías desde una cabina rodeada de vidrio y bromeaba con los patinadores.
F: No puedo creer que haya dejado que me convencieras (le dice, sentándose a su lado para amarrarse los patines)
H: Me niego a ser el único mayor de treinta años en esa pista (le replica con una amplia sonrisa, sin duda complacido por su talento para la persuasión)
**Flashback**
Fernanda se quejó de que tenía años sin patinar, pero Hector declaró con esa sonrisa suya tan exasperante y seductora
H: Es como andar en bicicleta. Una vez que aprendes, nunca se te olvida.
**Fin Flashback**
Fernanda se quejó algo, pero en realidad comenzaba a entusiasmarle la idea. De chica siempre le gustó patinar sobre ruedas y había algo en Hector que revivía en ella a la niña. Y a la mujer, también, se dijo, recordando el beso.
Las amigas de Paloma ya estaban patinando con una facilidad que provocó la envidia de Fernanda. Lenta, cautelosamente, se unió al gentío que daba vueltas a la pista.
M: Hola, mami (María pasó frente a ella a la velocidad de la luz)
Otra centella pasó frente a ella.
P: Hola, señora Mid (saludó Paloma)
Permaneciendo con cautela cerca de la orilla, al alcance del pasamano, Fernanda se concentró en hacer que sus pies funcionaran correctamente. Pero sus movimientos eran cortos y torpes. Hector patinó ante ella, dio un giro y regresó hasta donde estaba Fernanda. Ella alzó la mirada y le ofreció una débil sonrisa. Debió haber supuesto que Hector sería tan diestro y seguro de sí con los patines como en todo lo demás... excepto en lo relacionado con fiestas de cumpleaños para jovencitas. Mirándolo, cualquiera diría que patinaba a diario desde hacía años, aunque él aseguraba que llevaba veinte años sin entrar a una pista de patinaje. En cambio, ella se sentía tan torpe como un bebé al dar sus primeros pasos.
H: ¿Cómo va todo? (preguntó con una amplia sonrisa)
F: Bien. ¿No te das cuenta? (en ese momento perdió el control de un pie y buscó con desesperación el pasamanos; logró aferrarse al mismo antes de caer al suelo)
Hector estuvo a su lado al instante.
H: ¿Te lastimaste?
F: No (murmuró ella)
H: Ven; lo que necesitas es una mano fuerte que te guíe.
Fernanda bufó.
F: El clásico comentario machista. Olvídalo, amigo, estaré bien en unos minutos; en cuanto me acostumbre a las ruedas.
H: ¿Estás segura?
F: ¡Hector, por amor de Dios, al menos déjame conservar intacto mi orgullo!
Pero era difícil mantener intacta cualquier cosa en ese momento, con sus pies resbalando para todos lados mientras trataba de erguirse.
H: Está bien, si es lo que quieres (dijo él, encogiéndose de hombros y deslizándose lejos de ella con exasperante facilidad)

Quince minutos después, Fernanda se sintió bastante segura para unirse al resto del grupo que daba vueltas a la pista. Sus movimientos parecían un poco menos torpes, menos inseguros, aunque aún no conseguía un control completo.
H: Lo estás haciendo muy bien (comentó, reduciendo la velocidad para patinar al lado de ella)
F: Gracias (contestó con voz temblorosa)
H: Tienes un don para esto (se burló)
Fernanda alzó la mirada hacia él y rió de buena gana.
F: ¡De veras! me pregunto si no debería considerar una nueva carrera como camarera en patines para el Palacio Rosa.
La boca de Hector se curvó con una sonrisa divertida.
H: ¿Te han dicho alguna vez que tienes un extraño sentido del humor?
F: María lo dice por lo menos una vez al día.
Hector emitió una risilla.
H: No debería reírme. Paloma me dice lo mismo.
El disc jockey anunció que la siguiente pieza era sólo para parejas. Fernanda lanzó un suspiro de alivio y enfiló hacia la salida más cercana. Le vendría bien el descanso; los músculos de sus pantorrillas comenzaban a dolerle por el desacostumbrado ejercicio.
Pero antes que ella pudiera apartarse de la pista, Hector le ofreció la mano.
H: ¿Me concede esta pieza, señorita?
F: No, Mijo, por Dios (protestó ella con remilgo)
H: Lo imaginé. Oh, bien, veré si puedo convencer a Paloma de que patine con su anciano padre (dijo él con ojos coquetos a los muchachos que estaban al otro lado de la pista)

♡Cuando me enamoro♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora