Capítulo Doce

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Contenido apto para mayores de 18 (jaja) Pues, juro por Dios que creí que había subido este capítulo ayer en la noche (ya que hoy me tomé el día) y pues, ya esta editado del viernes, asique disfrutenlo... 😊

De regreso del autocinema estacionados frente a la casa de Fernanda:

H: Llegamos, supongo que hasta aquí nos trajo el final de la noche. Aunque ¿te confieso algo?
F: ¿Qué?
H: No quisiera que esta noche se acabe nunca, nunca.
Hector se baja del auto, rodea el mismo para abrirle la puerta a Fernanda.
F: No sé, ya María debe estar durmiendo, y a mí me gustaría que me acompañaras a tomarme una taza de café.
H: Fernanda algo más que café quiero de ti. (Se acerca a y la besa tiernamente)
Ambos se dirigen hacia la casa y entran a la misma. Mientras Fernanda le paga y despide a la niñera de María, Hector llama a su niñera y le pide que pernocte en su casa hasta que llegue. Hector es quién toma la iniciativa.
H: Mija, no sabes lo que esperé una mujer como tu... (Se acercó acorralándola sin escapatora contra su cuerpo, pero Fernanda lo interrumpe)
F: Mijo, hace tiempo que yo no...
H: Tranquila, cierra los ojos, solo déjate llevar, no sabes lo que yo imaginé con tenerte así, sentirte contra mi cuerpo. Que bella piel tienes.... tu perfume me vuelve loco (Murmuró solo para ella) Tu cuerpo, tu alma, tu ser, me encantas toda tu...
Hector comenzó a besar a Fernanda toda su cara, la besaba desde la frente, mejillas, quijadas, hasta llegar a su cuello, terminando en los labios de Fernanda. Besándola como si con ello se le fuera la vida, transmitiéndole todo la pasión que le tenía guardado. Ella se da cuenta que se encontraban en la sala de su casa y en cualquier momento, su hija María se podía levantar.

F: Hector, pará, pará, no podemos acá, puede aparecer Ma… (Él no la deja seguir, la besa tomando su esvelto cuerpo entre sus fuertes brazos y la lleva en dirección a su habitación)
Hector cierra la puerta a sus espalda, ya en su habitación, ambos ya habían tomado la decisión, ya no había marcha atrás. 
Hector lentamente iba despojando a Fernanda de sus ropas y ella a él, ya que también compartía esa misma pasión que ambos en un momento dado no querían aceptar por tercos.
El aturdido cerebro de Él empezó a percibir algunas cosas, como que Fernanda olía a melocotones y sus labios de forma perfecta estaban ligeramente entreabiertos como suplicando otro beso.  Pero eso no fue lo único que percibió. Su cuerpo era tierno como sólo un cuerpo de mujer puede serlo y sus delicadas curvas apretadas contra su cuerpo hicieron que cierta parte de su anatomía respondiera de forma muy masculina.
Hector dibujó la boca de ella con su lengua para, a continuación, fundirse en ella en un profundo beso que provocó en Fernanda agudas punzadas de placer por todo su cuerpo. Por un momento pensó que iba a derretirse. Era como si sus rodillas se hubieran vuelto de goma y en lugar de sangre, corriera por sus venas miel caliente.
Hector enredó sus dedos en los suaves rizos de Fernanda para mantenerla así cautiva mientras acariciaba con la lengua sus zonas más recónditas. Fernanda también podía saborear su pasión. Su pulso se aceleró y se le disparó la temperatura. Por su parte Hector le estaba demostrando que sentía lo que decía de tal forma que ya no le quedaba la menor duda de que él la encontraba atractiva y estaba completamente enamorado de ella.
Lentamente, Hector fue relajando la presión de su boca sobre la de ella hasta interrumpir el beso.
H: Mija te deseo tanto que no puedo pensar con claridad...
Sus labios se movían rápidamente por las mejillas y los párpados de Fernanda.
H: Te voy a demostrar cuánto te deseo. Quiero sentir cada milímetro de tu cuerpo contra el mío.
Fernanda no supo qué decir y se dejó llevar de la mano de Hector hasta la cama. Las provocativas palabras de él, su prometedora sonrisa en sus labios firmes y masculinos y la pasión de sus ojos oscuros hacían innecesarias las palabras.
Hector se echó primero para luego atraerla hacia él y comenzar el inicio hacia la cima del cielo. Fernanda sentía su corazón golpeándole las costillas, se volvió para mirarlo conteniendo el aliento. Él se giró hasta la mesita de noche, encendió la lámpara, y volvió junto a ella y le dice.
H: Quiero verte toda…
Hector comenzó acariciando el cuerpo de Fernanda sin dejar de besar aquella piel hipersensible. La tensión que albergaba Fernanda parecía estar transformándose por momentos en algo diferente. De repente tenía mucho calor y olvidó por completo las razones por las que no debía dejarse arrastrar por aquel momento de sensualidad.
H: Eso es, cariño (dijo él dándose cuenta del cambio de actitud)  Concéntrate en cómo te hago sentir (le dice tiernamente)
Fernanda cerró los ojos y siguió sus instrucciones. Se sobresaltó al sentir su mano sobre su pecho. El contacto de sus pechos apretados contra el duro torso de él originó una corriente eléctrica que borró todo de su mente excepto al hombre que tenía delante.
H: Me encanta sentirte así (le susurró él con una voz más ronca de lo que era habitual en él)
F: Ah (Se permitió gemir) Ahh mí... a mí también (Hasta que pudo dirigir palabra con la voz áspera)
Cada vez a ambos les costaba más respirar.
Él la besó en la sien, en la mejilla para luego fundirse de nuevo con ella en un beso que le hizo ver las estrellas a través de los párpados. La sangre le ardía en la venas. Sintió una oleada tras otra de calor. Fernanda tuvo que agarrarse con fuerza a su espalda.
Su mente se cerró por completo. Sus sentidos sólo percibían a Hector. Su aroma masculino, el sabor de su pasión, y el contraste de su duro cuerpo masculino con su cuerpo femenino, mucho más blando, la atraían más y más a él. Fernanda se atrevió por fin a rodearlo por la cintura e ir explorando los músculos bien desarrollados de su espalda con las yemas de los dedos. Un gemido nació en lo más profundo del pecho del hombre, que retumbó en los labios de ella confundiéndose con un estremecimiento.
Aunque a Fernanda le dio la impresión de que nada le hubiera preparado para Hector Luis Castillo, con sus esbeltas y bien torneados caderas y su sexo fuerte y orgulloso, resultaba un magnífico ejemplar masculino, impresionante en aquel momento de excitación sexual y tremendamente inquietante.
Fernanda lo miró a los ojos y tragó saliva. El apetito salvaje que percibió en aquellos ojos negros hizo que Fernanda se sintiera una mujer olvidándose de todo.
M: Tu cuerpo está hecho para acoger al mío (dijo él dulcemente para tranquilizarla) Vamos a compenetrarnos perfectamente.

Fernanda le hizo sentir a Hector que ya estaba preparada para recibirlo. Hector entra en ella con suavidad pero a la misma vez con firmeza. Ya hundido en el cuerpo de ella como estaba, sus músculos luchaban por ponerse en tensión para completar el acto amoroso, pero Hector los ignoró. No iba a dejarse llevar por la lujuria antes de estar seguro de que Fernanda estaba lista para recibir placer. La miró tiernamente y esperó a detectar un gesto de aceptación en sus bellos ojos. Entonces, empezó a moverse con mucho cuidado con los ojos cerrados, concentrándose para no perder el control. En su esfuerzo por reprimirse, mantenía los ojos cerrados con tal fuerza que veía destellos de colores en sus párpados. Pero se resistía a dejarse llevar. Fernanda confiaba en él, después de su separación con Antonio. 
Cuando Hector sintió que ella respondía a sus movimientos, abrió los ojos para buscar en la mirada de ella un anhelo igual al suyo.  Aceleró el ritmo al que se movía sin dejar de mirarla. Las mejillas de Fernanda resplandecían por la pasión bajo su piel morena y liberaba gemidos suaves. Hector sentía la presión de los músculos internos de Fernanda mientras que ella se acercaba al punto cumbre de su pasión.
H: Eso es, mi amor (jadeó él) Déjate llevar...
Cuando Fernanda hundió sus uñas en la espalda de él mientras gemía su nombre, Hector supo que ella estaba a punto de llegar.  Pegándose aún más a ella, intensificó el ritmo de sus movimientos hasta que sintió cómo Fernanda se relajaba repentinamente y liberaba toda su tensión. 
El clímax de ella desencadenó el suyo, y estremecido por su intensidad, Hector no se detuvo hasta derramarse dentro de ella.
Completamente exhausto y tratando de recuperar el aliento, Hector se desplomó sobre Fernanda y apoyó su cabeza en su hombro. Trató de comprender lo que acababa de ocurrir. No estaba preparado para una intensidad como aquélla en el acto amoroso. Nunca habían estado sus sentidos tan alerta y nunca había deseado con tanta fuerza proporcionar placer a una mujer.  Respiró profundamente en un intento de devolver el aire a sus agotados pulmones.
H: ¿Estás bien, mi amor?
F: Sí, mi amor (susurró ella)
Algo en el tono excesivamente suave de su voz le hizo levantar la cabeza. El corazón se le paró al ver que las lágrimas se enredaban en sus largas y oscuras pestañas.
H: ¿Qué te pasa, cielo? ¿Te he hecho daño?
Ella negó con la cabeza y le sonrió con los ojos empañados.
F: Ha sido mucho más bonito de la que yo imaginaba. Gracias.
Aliviado al ver que estaba bien, la rodeó entre sus brazos y ella se aferró a él.
H: Debería ser yo el quién te diera las gracias.
F: ¿Por qué? (preguntó ella confundida).
H: Porque contigo conocí el verdadero sentido de lo que es estar enamorado Fernanda… (se detuvo un instante y mirándola a los ojos le dice) Te amo.
F: Yo también te amo.
La besó dulcemente en la frente.
H: Gracias por confiar en mí.
F: Gracias a ti....
Su boca se unió a la de ella en un breve beso.
H: Pero si te queda alguna duda, pienso pasar el resto de mi vida demostrándote de todas las formas posibles cuanto te amo.
F: Oh Mijo...
Se abrazó a él, besándolo nuevamente.

Dedicado a mi eterna lectora galindo_alicia, te amo 💘

♡Cuando me enamoro♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora