Capítulo 5

3.7K 233 44
                                    

Capítulo editado y modificado.

Pov. Kriss.


El sol brillante de la mañana daba directo a mi cara mientras caminaba hacia la cafetería cerca de la escuela por un café. Me había quedado despierta hasta las 2 de la mañana terminando unos trabajos y ahora mis ojos lucían como los de un mapache.

Al entrar a la cafetería, me encontré con una de las meseras que siempre me atendía. Le sonreí y me acerqué a la caja para ordenar mi café. Mientras esperaba, no pude evitar fijarme en los demás clientes que estaban en la cafetería. Había un grupo de estudiantes que parecían estar discutiendo sobre un proyecto, una pareja que compartía un croissant y un hombre mayor que leía el periódico con atención.

Finalmente, mi café estuvo listo y después de pagar, salí de la cafetería. El sol seguía brillando y el aire fresco de la mañana me hizo sentir más despierta.

— ¡Aquí estabas! — Katie me arrebató mi café y le dio un sorbo — ¿Por qué está frío? —. Hizo una mueca rara con su boca a lo que yo reí.

—¿Me persigues?— Fue mi turno de arrebatarle el café y tomar un sorbo. —Esto está frío. Confirmé lo que Katie había dicho. Pero no hubo tiempo para quejarme, porque Katie ya me estaba halando del brazo hacia el aula.

— ¡Vamos!  — Me haló del brazo —. Se nos hace tarde, además, te vas a perder todo el chisme del día—. Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Rápidamente regresamos al instituto, justo cuando estaba a punto de iniciar la primera clase. Mientras caminábamos por los pasillos, pude sentir la energía de los estudiantes que se apresuraban a llegar a sus clases. Algunos iban solos, otros en grupos, pero todos parecían tener prisa.

Dí otro sorbo a mi café y luego lo arrojé al basurero que había cerca.

— Matemáticas — Resoplé al ver que era la primera materia que nos tocaba, como todos los lunes, pero aún no me acostumbraba —. Creo que reprobaré.

En la aula, los chicos estaban en su propio mundo, hablando de la última novedad en la vida de la escuela. Las conversaciones rápidas y a veces estridentes, sonaban como una tormenta de voces en mi mente. Era difícil concentrarse, pero traté de mantener la calma mientras buscaba mi asiento y trataba de guardar mis cosas en el baúl.

— No te quejes — Continuó hablando Katie mientras tomaba asiento a un lado mío—. Intenté pedirle a Mike que te ayudara, pero no quisiste.

— Una gran ayuda— contesté sarcásticamente —. Eres buena, tú podrías ayudarme.

—¿Recuerdas la última vez que intenté ayudarte?— Reí al recordar ese momento.

Katie es una persona con poca paciencia, y la última vez que trató de explicarme un ejercicio de matemáticas, se molestó y me arrojó un vaso de jugo en la cara, solo porque no me sabía la respuesta—. Mike podría ayudarte.

Mientras preparaba mis libros, oí el ruido de las sillas al ser arrastradas, y la maestra entró en la clase. Una mujer joven y vivaz, cuyos ojos brillaban con alegría.

La maestra comenzó la clase con una bienvenida, una introducción de la asignatura del día y luego abrió el debate. Los chicos comenzaron a intercambiar preguntas, opiniones y debates en una avalancha de voces. Las ideas y la conversación se desataron, y yo traté de mantenerme atenta, pero era difícil no quedarse atrapado en las olas de la conversación.

Enamorada Del GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora