—¿Tan poco lo toleras?—. Mamá me observó con una mirada inquisitiva, esperando a que respondiera a su pregunta. Sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras sostenía la espátula en el aire, suspendida sobre el sartén donde freía unos huevos para el desayuno—. Demir es un chico encantador.
—Lo defiendes tanto— exclamé—. No es que no lo tolere—dije, respondiendo a su pregunta—, es solo que...—pausé un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas— olvídalo.
—Entiendo—Mamá sonrió con complicidad, pero pude notar una pizca de preocupación en su expresión.
El claxon de un auto resonó en la calle y, segundos después, el timbre de la casa rompió el silencio.
Me apresuré a abrir la puerta y allí estaba Demir, parado con las manos en los bolsillos. Su rostro se iluminó al verme y una sonrisa radiante se dibujó en sus labios.
—¡Buenos días!— dijo, con voz llena de entusiasmo—. Espero que estés lista, ya está un poco tarde para las clases.
—Demir—mamá se acercó a él con curiosidad, tratando de captar cada detalle—, ¿ya desayunaste?
—Sí—respondió aún sonriente, sus ojos brillaban con alegría contagiosa—. Gracias por preguntar.
—¿Viniste por Kriss?—preguntó con una sonrisa cómplice y un brillo travieso en sus ojos.
Demir asintió, y con un gesto suave, me tomó del brazo, invitándome a unirme a él.
—¡Vamos!—exclamó.
—Espera, voy por mi bolso— dije, apresurándome hacia la cocina. Mientras agarraba mi bolso de una de las butacas. Observé a mamá y a Demir intercambiando miradas cómplices, como si supieran algo que yo aún no descubría.
Al acercarme nuevamente a Demir, pude notar cómo sus ojos brillaban con una chispa de complicidad. Su sonrisa se ensanchó mientras nuestras miradas se encontraban. Era como si pudiera leer mis pensamientos, como si supiera exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento.
—Vámonos—dije finalmente
Salimos de la casa y nos dirigimos hacia su auto. El sol de la mañana iluminaba el vecindario, creando sombras y destellos de luz en cada rincón. El viento acariciaba suavemente mi rostro mientras caminábamos juntos, creando una sensación de libertad y emoción en el aire.
Al llegar al auto, Demir abrió la puerta del pasajero para mí, mostrando una galantería que me hizo sonreír.
Demir se sentó al volante y encendió el motor. Sus ojos se encontraron con los míos a través del espejo retrovisor.
Durante el trayecto al instituto, mientras Demir conducía y yo observaba el paisaje por la ventana, decidí romper el silencio y preguntarle directamente:
—Demir, ¿por qué te interesas tanto en mí? Quiero decir, apenas nos conocemos y sin embargo, pareces empeñado en entablar una amistad.
Demir soltó una risa suave y apartó la mirada de la carretera por un momento para encontrarse con mis ojos.
—Kriss, hay algo en ti que me intriga. Desde el primer día que te vi, sentí una conexión especial. Además, me encanta tu forma de ser, tu inteligencia y tu sentido del humor. Quiero conocerte mejor, descubrir quién eres realmente.
Sus palabras me tomaron por sorpresa. No esperaba una respuesta tan sincera y directa. Sentí cómo mi corazón latía un poco más rápido y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
—¿Ves?—Demir señaló mi rostro mientras se mantenía con la mirada fija en la carretera—. Esa sonrisa es la que quiero ver siempre que estés conmigo, y no con tu cara de amargada.
ESTÁS LEYENDO
Enamorada Del Gay
RomansaKriss se ve envuelta en un torbellino emocional al descubrir que su enamoramiento, Mike, es gay. Cuando conoce a Demir, un chico enigmático con una vida marcada por la culpa, Kriss se ve obligada a cuestionar sus propios sentimientos. ¿Permanecerá a...