Uno

1.5K 43 9
                                    

Apoyé la frente contra el vidrio polarizado de aquel carro negro mientras Kepper parloteaba. No servía de nada explicar una mierda, no me importaba lo que ella dijera, no me importaba como había conseguido que a la dueña de esta cárcel sofisticada le dieran mi custodia, no me importaba que mi padre me detestara y que mi madre estuviera demasiado decepcionada, me valía una mierda que Luisa Solandres hubiera querido mandarme a la cárcel para alejarme de su preciosa hija, esa maldita había sobornado a todo el mundo y aun así, Alicia Kepper me había mantenido por delante de las rejas. De seguro por eso se sentía tan orgullosa.

- Vamos, Claudia. La señorita Harrison te espera - su voz sonaba lejana, y cuando me volteé a mirarla ya estaba parada en la acera, haciéndome gestos para que bajara. Me moví de mi asiento y cerré la puerta cuando mis pies tocaron tierra, el chofer me pasó mi maleta y mi bolso y me dediqué a admirar la casa mientras Kepper caminaba hacia la puerta.

La casa ocupaba toda la manzana, era de dos pisos, paredes blancas, techos negros y marcos de puertas y ventanas azules. Plantas con flores y árboles cubrían el patio frontal y algunos vértices de la casa estaban cubiertos por enrredaderas.

- Claudia - Kepper sostenía abierta la puerta principal, y me miraba con gesto impaciente. Apuré el paso para entrar de una condenada vez.

El recibidor era un pasillo corto, el piso  madera oscura estaba cubierto por un alfombra azul marino, una mesilla con un jarrón con flores amarillas estaba a la derecha, y a la izquierda había un paraguero.

La sala aparecía a un metro a la derecha bajando un único escalón, y consistía en una estancia enorme, decorada con motivos náuticos. Anclas, cuadros de barcos, timones, cuerdas, azul marino, dorado y blanco se orquestaban al rededor de la chimenea.

También había una chica pelirroja, su cabello cubría sus hombros flacuchos y pasaba de largo hasta no mucho mas allá, escondiendo su piel pálida, sus ojos eran cafés y su apariencia era poco femenina, aunque no necesariamente fea o desaliñada. En el sillón a su lado estaba un chico de cabello oscuro, corto al ras hacia su nuca y apenas mas largo hacia adelante, la piel sobre los músculos de sus hombros y sus brazos se veía tostada apenas, y podía decir que llevaba máximo tres días sin afeitarse. Ambos llevaban maletas. Estoy bastante segura de que ellos no formaban parte de la decoración de la sala.

- Tu debes ser Claudia - una mujer de piel chocolate, alta y delgada abrió unas puertas corredizas a la izquierda de salón, acomodó el blazer de su traje color lavanda y caminó hacia el centro de la sala, haciendo repiquetear sus zapatos contra el suelo - siéntate, por favor. Y gracias por traerla, señorita Kepper. Estaré encantada de charlar sobre cualquier tema o condición que quiera mas tarde, pero ahora me gustaría hablar con mis chicos, así que si me permite - le señaló la puerta y Kepper apretó la mandíbula, hizo falta que yo me alejara de ella hacia el sofá blanco de la sala para que se girara sobre sus talones y saliera de la casa. Oí un portazo mal contenido retumbar detrás de mi y me dejé caer en el sofá con una sonrisa curvando mis labios.

- Bien... - empezó la mujer, pero entonces la puerta corrediza se abrió y una chica rubia no mucho mayor que yo que llevaba un vestido blanco salió, curvó sus labios rojos con un poco de vergüerza y volvió a cerrar la puerta tras de sí. La mujer morena solo le sonrió - Mi nombre es Emmy Harrison y dirijo este centro de rehabilitación social para jóvenes. Ella es mi asistente Alexa Forbes, y entre ambas sumamos mas de diez años trabajando con jóvenes que la ley considera "problemáticos"... - Emmy contuvo el aliento y permaneció con la boca abierta cuando el chico en el sillón a mi derecha levantó la mano.

- Cuando dices "centro de rehabilitación"... ¿esto es como una clínica o solo una correccional sofisticada? - la voz del chico era menos profunda de lo que me esperaba, pero mentiría si dijera que no era atractiva.

- Ivan, baja los pies de la mesa, por favor - dijo ella mirándolo fijo, él de inmediato plantó sus zapatillas adidas en el suelo y se enderezó en el sillón - Gracias. Y respondiendo a tu pregunta, esta casa no es ninguna de esas. Forma parte de un proyecto cuyo objetivo es disminuir la entrada de jóvenes a la correcional. Yo acepté hacerme cargo legalmente de ustedes por el tiempo que dure su rehabilitación, y eso será hasta que mi criterio me diga que están listos para retomar su vida como jovenes responsables y con conciencia cívica. Realmente no me importa el período que les haya dado el juez - ella guiñó el ojo - desde que ponen un pie aquí están bajo mi tutela y sometidos a mis reglas. Harán lo que yo diga, cuando yo lo diga, y aceptarán mis normas y castigos al no cumplirlas. Al final, firmaré su salida y una vez que el juez la acepte serán libres.

Los tres chicos en los sillones nos observamos con semblantes difíciles de leer, luego los tres miramos a Emmy.

- ¿Todos entienden ahora? - asentí, al parecer los otros dos tambien lo hicieron. Emmy sonrió y la rubia junto a la puerta, Alexa, también.

- Regla uno: - murmuró Emmy, y Alexa se ahogó en un vaso de agua, teniendo que volver a cruzar las puertas corredizas para luego volver con una caja con tapa y cerradura, la cual entregó a Emmy - celulares.

La mujer sonrió y los tres chicos en la sala alzamos maldiciones y protestas al cielo, pues quizá Dios nos escuchó, porque Emmy no lo hizo. A regañadientes la chica pelirroja metió un teléfono en la caja, hice lo mismo y ese chico hizo lo mismo. Emmy cerró la caja y se la entregó a Alexa.

- Las habitaciones están arriba y son para dos personas. Son libres de elegir, señoritas; pero, Ivan; tu en el primer cuarto junto a la escalera - Emmy le sonrió y me levanté sin esperar por nadie. Tomé mi maleta y me dediqué a instalarme en este intento flojo y maricón de cárcel.

----

HOLIS :3

Vengo con un proyecto nuevo porque terminé mis historias actuales hace tiempo, y honestamente, odio pasar mucho tiempo sin escribir porque mi cerebro se sobrecalienta y ¡PUM!

Y nadie quiere que yo haga pum...

En fin, yo me alimento de votos y comentarios, no me dejen morir de hambre *cara de cachorro*

Sé que no te conozco, persona que esta leyendo, pero por el simple hecho de estar aquí TE AMO. Y hablo jodidamente enserio.

Saludos

Casa Harrison para jóvenes problemáticos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora