Once

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Bajé las escaleras de dos en dos y me colgué del barandal para torcer hacia la sala. Las puertas de la oficina estaban cerradas, pero Emmy me había dicho que podía devolver y sacar libros de su repisa, evidentemente tenía los documentos importantes bajo llave, de otra forma no se permitiría darme esa libertad.

Miré la copia de "El guardián entre el centeno" y me perdí unos momentos en mi cabeza pensando en que podría leer ahora. Este asunto de no tener tecnología era bastante molesto, yo tenía unos ciento cincuenta libros en pdf guardados en el celular. Deslicé las puertas corredizas y di un paso dentro de la oficina antes de percatarme de algo.

- Cierra la puerta - Carla habló con voz severa, y sin que mis ojos dejaran de parecer platos toqueteé a ciegas detrás de mi hasta que encontré el picaporte y cerré las puertas.

- ¿Pero que... ? - empecé a decir y di un paso adelante, pero algo me lo impidió, me volteé para encontrarme con un trozo de mi blusa suelta atrapado entre las puertas corredizas, abrí apenas las puertas y de un tirón liberé mi ropa para luego voltearme hacia Carla, quien estaba negando con la cabeza con la mirada fija en el monitor del computador de Emmy, la luz de la oficina era un tanto baja, por lo que su rostro se iluminaba por la luz azulada del monitor, la cual le daba a sus ojos un brillo extraño, verdoso, fantasmagórico.

- ¿Que haces aquí? - dijo ella con la cabeza inclinada y ojos fijos en mi, brillando con astucia.

- ¿Que haces tú aquí? - dije con cierta molestia y Carla me miró con gesto frío. La luz azulada de la pantalla cambió, volviéndose gris y débil - No hay forma en que te libres de mi. Empieza a explicar - me crucé de brazos y la miré con un aire cargado de seguridad. Nos medimos por un periodo de tiempo incierto, pero al final ella suspiró y bajó los ojos.

- Si cruzas la puerta del patio trasero y vas hacia la izquierda verás un callejón entre el último árbol y la pared, te veo ahí en 15 minutos - dijo con los ojos fijos en mi antes de volver a mirar hacia el monitor. Me quedé ahí, con los pies clavados en el suelo, ¿Ahora Carla me daba órdenes? Levantó de vuelta los ojos hacia mi cuando pasó un rato y no me moví. Sacudí la cabeza y sin quitarle los ojos de encima, me adelanté un paso, puse el libro de Emmy en una esquina del escritorio y me dispuse a salir de la oficina.

Me fijé en que nadie me estuviera siquiera viendo y salí al patio trasero. Obedientemente viré hacia la izquirda y seguí caminando hasta encontrarme con la hilera de árboles verde claro, altos y con forma de cono que rodeaban toda la parte interna del muro que rodeaba el terreno de la casa. No vi ningún callejón, sin embargo seguí buscando, y por debajo del follaje era apenas visible un estrecho pasillo, me colé por debajo de la hojas y me adentré, efectivamente, en un callejón, tenía como dos metros de ancho y unos cuatro de largo, entre el muro blanco y la pared externa de la casa, no había plantas, aunque si algunos maderos y una pequeña pila de tejas iguales a las del techo, seguro estas cosas sobraron de alguna reparación de la casa y fueron olvidadas aquí. Miré hacia arriba y solo vi pared blanca, al menos hasta que me pegué al muro y noté un cuadro inaginado en la pared, era una ventana del segundo piso, pero no estaba segura de cual habitación, mi cuarto daba hacia la calle, al igual que el balcón, pero había muchos cuartos arriba, solo esperaba que no fuera de Emmy.

Los minutos pasaron pronto, y enseguida pude ver a Carla aparecer cruzando por debajo del mismo árbol que yo había atravesado. Me crucé de brazos y espré con paciencia a que se dignara a hablar.

- ¿Por qué entras a la oficina de Emmy sin tocar? - inquirió Carla ni bien se paró enfrente de mi. Fruncí el ceño notoriamente.

- ¿Por qué estas en la oficina de Emmy cuando ella no está ahí?

- Ténicamente, ibas a hacer lo mismo - su tono condescendiente me molestó, y como ya tenía el ceño arrugado, arrugué la nariz.

- Emmy me dijo que puedo pasar y dejar los libros que me presta... - empecé a explicar aun con el ceño fruncido, pero ella me interrumpió.

Casa Harrison para jóvenes problemáticos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora