Ocho

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- ¿Pero que... ? - Abril me alcanzó en nuestro cuarto con una sonrisa en el rostro y los ojos muy abiertos de pura sorpresa - ¿Siempre conoces a la gente así?... digo, primero entras cuando salgo de la ducha y ahora...

- No es mi culpa, al parecer la gente disfruta de aparecer poco presentable ante mi - respondí sentándome en mi cama y cruzando las piernas como indio. La rubia me imitó, sentándose en su propia cama.

- Esta bien, mi caso era bastante obvio, pero ¿como demonios viste que traía la bragueta abajo? - ella habló en voz baja, inclinándose hacia adelante, hacia mi. Me reí.

- Era bastante obvio - murmuré entre risas.

- No para mi - ella negó con la cabeza y puse los ojos en blanco.

- Esta bien, lo analicé como si mis ojos fueran un escáner, ¿feliz? - ¿pero que mierda acabas de decir, Claudia? Me reí de mí misma para mis adentros. Acababa de confesarme, y la rubia estalló en risas mientras yo me mordía el labio, no permitiéndome acompañarla por orgullo.

- No puedo culparte por eso - ella enarcó las cejas y sonrió mientras asentía, firmando un contrato tácito de confidencialidad conmigo. Hice lo propio y ambas nos dedicamos a seguir con nuestras vidas como si nada hubiera pasado.

- Hola chicos - murmuró Emmy entrando al comedor y llendo a sentarse en la cabecera. Yo estaba sentada frente a Tamara, entre Abril y Esther. La mujer morena nos observó a todos de reojo durante la cena, Tamara hablaba con Alexa, yo molestaba a Ivan cuando tenía la oportunidad y Abril seguía poniendo cara de cordero degollado cuando el chico la miraba. Carla y Liam eran un tanto mas callados, pero bien participaban en la "conversación". que de un momento a otro se convirtió en un interrogatorio. Hubiera sido mas divertido si alguno se hubiera animado a ser el policía malo. Era divertido vernos a todos pretendiendo ser adorables cuando en realidad no estábamos ni cerca. No era posible adivinar nada ni sacar demasiadas conclusiones. Yo estaba mas informada al haber leído fugazmente los documentos de Emmy, sabía que Abril estaba aquí por una razón distinta a la nuestra, no era mucho, pero era una pieza extra del rompecabezas.

- La bienvenida en esta casa se da regalando la oportunidad de lavar los trastos - Tamara se apoyó en la isla de la cocina y cruzó los tobillos, sonreí dándole la razón y llendo hasta su lado, Ivan se nos unió asintiendo, nosotros tres nos veíamos libres de esa responsabilidad, al menos hasta que los tres restantes lo hicieran. Y iban a hacerlo por las buenas o recurriendo a maneras menos educadas.

- El sistema rota, le toca a alguno de ustedes ahora - hablé con voz tranquila cruzándome de brazos - deberían echarlo a suertes... - Tamara asintió levantando las cejas y haciendo que los tres la miraran con gesto molesto, sin embargo Abril suspiró enseguida y se volteó hacia el lavabo murmurando "Yo lo haré".

Cinco pares de ojos incrédulos se fijaron en ella, y la mayoría se largó mientras tenía la oportunidad, excepto Tamara y yo.

La pelirroja se acercó a Abril con el rostro aun tiezo por la sorpresa.

- ¿Te ofreciste voluntaria, princesa? - Abril la miró con el ceño fruncido, y podía ver algo maquinándose tras sus irices celestes.

- No veo razón para armar un problema por esta tontería - se encogió de hombros y abrió el grifo.

- Creo que eres de las pocas personas inteligentes aquí - dije recostándome en la mesada a su izquierda. La rubia sonrió.

- Espero estar en tu lista... - Tamara me miró con gesto severo, sin embargo noté un rastro de diversión en sus cejas arqueadas.

- Si estás - dije simplemente con un asentimiento.

- Claudia... - Abril susurró mi nombre desde el otro lado del cuarto, sentada como indio en el colchón que había envuelto con sábanas azul marino.

Casa Harrison para jóvenes problemáticos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora