Capítulo 7

159 20 1
                                    

Dimensión Alternativa

La cabeza me duele horrores, cuando abro los ojos me encuentro en una especie de base militar, todo de color blanco, para mejorar mi dolor de cabeza.

—Bienvenida a mi hogar. —Dice Alistair mientras abre los brazos como si la sala fuera a abrazarle.

—¿Estoy drogada verdad? —Esto no puede ser real, pero tengo la extraña sensación de que sí que lo es, como si algo dentro de mí supiera de la existencia de este lugar.

—Sabes que todo esto es real, Alycia. No es tu primera vez aquí.

—¿Cómo? ¿Qué? Ve poco a poco por favor, demasiada información va a hacer que me explote el cerebro. —Mi mirada en este instante me hace parecer vulnerable, lo detesto.

—Bueno, pues tuviste una infancia... —En ese momento le interrumpo. No quiero hablar sobre mí, todavía tengo que asimilar todo esto.

—Háblame de ti, necesito conocerte primero. —Asiente.

—Bueno pues me llamo Alistair Fitzgerald. Mi hermano se llama Jonathan y nos hemos críado practicamente aquí. Él ahora vive en una gran mansión y yo continuo mi reclutamiento aquí, soy una especie de... ¿cómo dirían los de tu mundo? Ah sí, soldado. Prácticamente toda mi vida la he pasado aquí, entrenando. Mi padre era el jefe y ahora yo y mi hermano, Jonathan, nos encargamos de la situación, ya que, por linaje, nos toca ¿satisfecha? —Coge aire después de todo lo que acaba de decir, mientras me mira expectante.

—Pues no, todavía tengo algunas dudas. ¿Los chicos y las chicas entrenabais juntos? —Tengo que ir asegurando el territorio, ya sabéis, sólo por si acaso.

—Claro que sí, lo único que teníamos prohibido era confraternizar. —Al decir la última palabra deja de mirarme a los ojos, avergonzado.

—¿Eres de los que se saltan las normas?

—No, claro que no, el jefe era mi padre entonces el castigo era peor imagínate.

—Entonces tu nunca has... —Le miro de forma "graciosa" por decirlo de una manera. Pícara, sin resultar tan directa.

—Nunca he... ¿qué? ¿Tenido regalos por Santa Claus? —Sonríe.

—Sabes que no me refiero a eso. —Ruedo los ojos mientras río.

—No, no sé a qué te refieres. ¿Nunca me han regalado nada? ¿Nunca he comido gelatina de jamón? ¿Nunca he lamido una farola en invierno? —Se está riendo de mí, es más espabilado de lo que parecía.

—Vale, ahora te estás burlando de mí y me las pagarás por ello.

—¿Yo burlándome de usted, señorita? Para nada... Bueno, dime tú, ¿has lamido alguna vez una farola en invierno? —Hace enfásis en las palabras "lamido" y "farola". Ambos sabemos que no estamos hablando precisamente de las farolas que alumbran las calles.

—Bueno sí, he lamido muchas farolas. En invierno, verano, otoño... ah sí, y también en primavera. —Sonrío.

—Eso me crea una imagen mental bastante... inquietante. —En ese instante ambos rompemos a carcajadas. —Bueno Alycia, tenemos que entrenar tu sucia cabecita para que podamos pasar a la otra dimensión sin que te desintegres.

—Eh, aún no has respondido mi pregunta. —Demando.

—¿Qué te parece si por cada acierto que tengas en el entrenamiento, respondo a cualquier pregunta que me hagas?

—Trato hecho. —Cerramos el acuerdo con un apretón de manos y nos dirijimos a una gran sala completamente blanca, cómo no, con una especie de tatami en el que, supongo, lucharé como parte de mi entrenamiento.

Nothing Gold Can StayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora