Capítulo 9

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Alistair y yo llevamos algo más de una hora en el bar, estamos sentados frente a la barra de color caoba y la excesiva cantidad de posters y cuadros del local me abruman.

—¿En serio no vas a preguntarme nada sobre todo lo que está pasando todavía? —Tiene la nariz roja por el alcohol y alarga las vocales al hablar, como si le costara un mundo, sin embargo, está bastante cuerdo.

—¿No estás muy acostumbrado a beber verdad? —Evado su pregunta con una ligera burla.

—Siempre haces lo mismo. —Me mira indignado mientras juega con su botella de Heineken.

—¿El qué?

—Siempre intentas evadir la realidad, evitar las cosas serias, siempre cambias de tema o no le das importancia a las cosas Alycia, te refugias en las fiestas donde las drogas y el alcohol te sirven de tapaderas para ocultar lo que realmente sientes, finjiendo que te lo pasas bien cuando todavía te sigue consumiendo poco a poco la muerte de Kaidan y tu situación familiar. Intentas estar bien, pero te he visto llorar por las noches y como al día siguiente te maquillabas excesivamente para tapar las ojeras y tambien intentar tapar el dolor en un intento fallido. Alycia, no puedes seguir así, creando una muralla alrededor de ti, cada día estás peor, lo sé, necesitas desahogarte, dejar de guardartelo todo y quitarle importancia a las cosas. —Supongo que será por el alcohol, pero los ojos se me llenan de lágrimas, siempre he tenido miedo de esto, de que alguien llegara a ver que la realidad es que soy tan frágil como el cristal, que soy ridículamente vulnerable y que me da miedo afrontar la vida real, afrontar que mi hermano ya no está y que mi madre, a pesar de que este presente fisícamente, murió con él esa misma noche. Y ahora para rematarlo hay dimensiones paralelas, soy mitad demonio y se aproxima una guerra.

—Alistair, cuéntamelo todo. —Él asiente y timidamente colaca su mano en mi hombro en un intento de consolarme.

(...)

—Pues ese es el motivo, mi hermano, a estas alturas, ya le habrá dicho a la otra Alycia justo lo que te acabo de contar. —Sonríe de forma despreocupada, pero su mirada me demuestra compasión, se compadece de mí, y creo que es la primera vez en mi vida cuyo sentimiento no me provoca náuseas.

—Entonces ¿soy un demonio? ¿soy mala, está en mis venas? —Por una vez me muestro asustada, como realmente me encuentro, sin disfraces.

—No, no, por supuesto que no Alycia, eres mitad humana, mitad demonio, puedes escoger si el lado humano es lo que te define o ya sabes... la otra opción.

—No te voy a mentir, me alivia el hecho de que no me vayan a salir cuernos ni me vuelva malvada. —Se ríe ante mi comentario. —Alistair, creo que debería irme ya a casa, quiero estar con mi madre, supongo que a esta hora ya estará allí.

—Allá vamos Alycia, ¿directamente a través del portal? ¿O mejor caminando?

—La verdad, aunque te suene sorprendente, caminando. El rollo este de los portales me causa jaqueca. —Me extiende la mano para bajarme del taburete y nos dirijimos hacia el exterior.

—Bueno Alistair, ¿cómo es Jonathan? —Me apoyo en su hombro mientras nos tambaleamos por la acera.

—¿Por qué no me hablas tú de tu hermano?. —Al decírmelo, su rostro se encuentra a milimetros del mío y observo sus ojos miel, su mirada, me transmite calma, paz, algo extraño teniendo en cuenta lo nervioso que es, y me siento como si estuviera en casa. Al instante me aparto, nunca me he sentido así antes. Y lo desconocido me da miedo.

—Kaidan es...era maravilloso, el mejor hermano del mundo, siempre estaba conmigo, hacíamos todo juntos, el era tan agradable y cariñoso... Todo lo contrario a mí. Siempre decía que era la luz en nuestra familia, nuestro pilar, el que hacia que mi casa realmente se sintiera como un hogar. —Por segunda vez en esta noche los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas, odio llorar pero no puedo evitarlo. Aún espero ese día en que lo pueda recordarle sonriendo y agradeciendo el tiempo que pasé con él, pero lo que yo siento es tristeza, rabia, impotencia. Maldigo esa noche, maldigo el hecho de haber estado tan poco tiempo con él, y también a mi misma, porque al fin y al cabo, fue culpa mía. —Alistair, si ya sabes como era Kaidan, ¿por qué me lo preguntas?

—Porque lo necesitabas, porque no puedes seguir guardándote todo para ti misma. Necesitas hablar de ello. —Sonrío inconcientemente. —Bueno Alycia, ya hemos llegado, nos veremos dentro de muy poco. —Se despide con la mano y un portal se lo lleva, a donde quiera que vaya.

Abro la puerta de casa, y nada más entrar al salón veo a mi madre dormida en el sillón. A pesar de todo la quiero, siempre la querré. Abro el pequeño armario que hay al lado de la televisión y cojo una manta. Se la paso por encima y le doy un beso en la frente.

—Te quiero... —Susurro cansadamente. Subo las escaleras procurando no hacer ruido, y me dirijo al baño para darme una ducha rápida, ya que salimos directamente del entrenamiento, sudados y con aquel horrible chandal. Al acabar me dirijo a mi cuarto, y una vez con el pijama puesto, me tumbo directamente en mi cama y se me pasa por la cabeza la posibilidad de que Alistair me esté observando ahora.

—Gracias, tenías razón, lo necesitaba.

Apago la luz y directamente caigo en los brazos de morfeo.

Nothing Gold Can StayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora