En el momento en el que siento la mirada de Jonathan clavada en mi, esperando una reacción, me levanto y comienzo a dar vueltas alrededor de la habitación mordiendo mis uñas. Siempre tendía a hacer eso en momentos de tensión, ni si quiera creo que me queden uñas por morder.
Siento sus pasos acercándose lentamente a mi y noto como sus manos se posan en la parte superior de mis hombros suavemente, como si tuviera miedo a imponer demasiada presión, como si me fuera a romper en mil pedazos.
—Necesitas calmarte, Alycia. Sé que va a ser difícil de asimilar pero debes mantener la mente abierta. Cuanto antes lo asimiles, más fácil te será enfrentarlo. —Dice mientras yo me giro sobre mi misma para poder mirarle. En el momento en el que nuestras miradas se unen, se me humedecen los ojos. Intuitivamente, me alejo de Jonathan y me vuelvo a sentar en la cama abrazando mis piernas con la cabeza metida entre ellas.
—Es demasiado para asimilar, Jonathan. Tú dices conocerme, más yo a ti no te conozco. Sé que tengo que confiar en ti, algo en mi me dice que así lo haga, pero desearía no hacerlo. Desearía no confiar en ti, de esa manera, no creería ni una sola palabra de las que me has dicho y todo sería más fácil. Pero te creo, aunque desearía no hacerlo, te creo y sé que todo lo que me has contado es verdad, por muy triste que sea. Nunca he sido de las valientes, de hecho, me asusto incluso antes de que nada llegue a pasar, pero intentaré ser quien tu dices que soy si así llego a servir de utilidad a alguien. —En el momento en el que termino de hablar saco mi cabeza de entre mis piernas para mirar una vez más a Jonathan a los ojos, dándole a entender que lo digo completamente en serio. Él, en respuesta, asiente y se acerca a la cama para tomar asiento a mi lado.
—Nunca le llegarás a servir de utilidad a alguien, no mientras yo pueda evitarlo. —Frunzo el ceño ante su comentario y me giro para mirarlo. Él me mira confundido, no entendiendo mi repentino enfado y, cuando lo entiende, levanta las manos al aire sacudiéndolas nerviosamente. —¡No me mal interpretes! Quería decir que no voy a dejar que le sirvas de utilidad a nadie porque no eres un objeto. Eres una persona y las personas no tienen por qué servir de utilidad a nadie. —Relajo mi ceño al instante, comprendiendo lo que en realidad quería decir. —Si quieres hacerlo hazlo porque tú crees que es lo correcto, no porque alguien te fuerce a hacerlo o porque te sientas obligada a hacerlo. Somos dueños de nosotros mismos y solo nosotros podemos elegir que hacer con nuestra vida. —Me mira y sonríe ligeramente. —Aunque también está el hecho de que probablemente la humanidad esté en tus manos, pero sin presiones, Alycia. —Le doy un pequeño empujón y comienza a reír. Tengo que admitir que su risa es bastante contagiosa así que al instante me hace reír a mi también.
Una vez hemos parado de reír, Jonathan se aclara la garganta y se pone serio al instante. Se levanta y se gira para mirarme.
—Tenemos que irnos. A no ser que quieras llegar tarde y tener que darle explicaciones a tu madre por no haber estado en casa en todo el día cuando no tendrías que haber salido en primer lugar. —Dice mientras da media vuelta, con sus manos en los bolsillos y desaparece de la habitación, dejándome realmente confundida ante su cambio de actitud.
(...)
Una vez Jonathan aparca frente a mi casa, el ambiente dentro del coche se hace incluso más tenso. Me aclaro la garganta y murmuro un pequeño adiós mientras me dispongo a salir del vehículo. Una vez comienzo a encaminarme hacia la puerta de entrada de mi casa, noto una ligera presión en uno de mis brazos que hace que me pare en seco.
Jonathan.
—Siento haber cambiado tan bruscamente de actitud. Por favor, mírame. —Lentamente doy media vuelta, encarándole con los brazos cruzados sobre mi pecho. Él suspira antes de proseguir. —Gracias. Es sólo que, vosotras sois nuestras misiones, no amigas, Alycia. Se supone que no podemos encariñarnos con vosotras de ninguna manera que no sea profesional para que nuestros sentimientos no interfieran en la misión. ¿Sabes cuánto tiempo hacía que no me reía así? Ni si quiera creo ser capaz de recordarlo y, cuando me di cuenta de que realmente estaba pasando, de que realmente me estaba riendo y de que lo estaba disfrutando de verdad, entré en pánico y lo único que pude hacer fue ser un completo idiota contigo. Y lo siento. —No me había mirado a los ojos hasta que paró de hablar y su mirada me dejó helada. No estaba llorando, pero se notaba que lo que estaba diciendo le dolía y que deseaba no tener que actuar así. Aflojé mi mirada al instante y descrucé los brazos mientras daba un paso adelante para estar más cerca de él.
—Admito que me confundió un poco el hecho de que de un momento a otro pasaras de ser un amor a un completo idiota pero simplemente asumí que eras errático así que no le di mucha importancia. —Las comisuras de sus labios se levantan poco a poco formando una pequeña sonrisa que me transmite al instante. Las risas y sonrisas de este chico son como los resfriados, por mucho que intentes evitarlos, siempre se contagian. —Estos momentos no tienen por qué hacer que vuestra misión salga mal, Jonathan. Al contrario, creo que cuanta más confianza tengamos, más fácil lo tendremos el día en el que tengamos que combatir. ¿Cómo se supone que voy a confiarte mi vida si no confío en ti? Son los pequeños momentos los que hacen que la confianza crezca, y no me gustaría que fueran estropeados por una estúpida norma que probablemente solo sirva para traernos problemas, ¿está bien? —Sonrío ligeramente mientras me acerco a Jonathan para plantarle un beso en la mejilla. —Buenas noches. —Murmuro dando pequeños pasos marcha atrás, mirándole a los ojos una última vez y dando media vuelta con ambas manos metidas en los bolsillos traseros de mi pantalón.
Abro la puerta principal y me adentro en la casa. Por suerte, mi madre aún no había llegado. Jonathan lo tenía todo planeado, creo que es peor que Rachel.
Subo a mi habitación y me dispongo a quitarme los vaqueros para ponerme algo más cómodo y que no se note que he salido. Cualquier indicio de que he estado fuera de estas cuatro paredes hoy podría hacer que el castigo se prolongue de por vida. Me quito el pantalón y le doy la vuelta. Al hacerlo, noto que algo cae al suelo. Me agacho y entonces lo veo, una nota. Sonrío instantáneamente, recordando la primera nota que me había escrito. La desenvuelvo y leo su contenido, sin poder parar de sonreír.
Este pantalón te sienta tan bien como la primera vez que te lo vi puesto, así que como aquella vez, me siento obligado a dejarte una nota para recordártelo, no vaya a ser que se te olvide.
J.F.
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Nothing Gold Can Stay
Science FictionNature's first green is gold, Her hardest hue to hold. Her early leaf's a flower; But only so an hour. Then leaf subsides to leaf. So Eden sank to grief, So dawn goes down to day. Nothing gold can stay.