Capítulo diez: Una noche extraña.

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Luego de la discusión con mi padre y de haber sufrido el peor susto de mi vida, salió de casa sin decirme a donde iba, por lo que subí rápidamente a mi habitación, sólo para echarme a llorar sobre mi cama, la verdad no tenía ganas de charlar con nadie y mucho menos pretendía que Miles me viera con este rostro de viuda atormentada, así que cerré mi ventana y sus persianas. Gracias al cielo logré dormir unos minutos, dormí como un bebé sobre un montón de nubes, todo iba muy bien hasta que un extraño ruido en mi ventana me despertó por completo, todavía me sentía cansada pero el constante y estruendoso ruido persistía. Gruñí y oculté mi cabeza bajo un montón de almohadas.- Maldito ruido irritante.- susurré cubriendo mis oídos. Alguien tocó el vidrio de mi ventana como si se tratara de una puerta, me levanté de golpe y esperé sentada en mi cama, era evidente... Drácula había venido por mi alma. Me acerqué lentamente hacia el ruido, esperando a que se repitiera, el último toque fue algo más brusco, abrí las persianas de la misma forma para encontrarme de frente con un asustado muchacho inglés, que a penas lograba mantener equilibrio sobre las ramas del árbol. Mi expresión cambió rápidamente de neutral a una aterrada.

- ¡Miles! - Abrí la ventana fugazmente y cogí al muchacho por el cuello de su camisa, en menos de un segundo ya se encontraba a salvo y a mi lado, como si alguna especie de fuerza sobrenatural se hubiera apoderado de mi. Y ahí estaba, con una agitada sonrisa en su rostro, sentí como mis ojos comenzaron a humedecerse una vez más.- Tú no eres Drácula, ¿verdad?
- Lamento no cumplir con tus expectativas, pequeña hobbit.- rió un poco, luego puso una mano sobre su pecho, fingiendo dolor.- Aunque puedo marcharme si te molesta, acabo de hacer una acrobacia sobre quinientos metros pero...- Se recostó sobre mi cama con una pose dramática.- Puedo largarme si quieres.

Me lancé sobre él para abrazarme fuerte contra su pecho, como si lo hubiese perdido durante mucho tiempo, como si fuera el último abrazo de nuestras vidas, pues ese fue mi peor miedo, alejarme de él, perderle y tener que soportar un nuevo día sin su adorable e inocente esencia. Parecía algo sorprendido frente a mi reacción pero luego me abrazó de igual manera, envolviéndome entre sus brazos y acariciando mi cabello con sus dedos.- ¿Estás bien, Annie?

- Eso creo, Mi.

- ¿Quieres contarme lo que ocurrió? 

Suspiré y me levanté lentamente liberándome de sus delgados y largos brazos, me acerqué al tocadiscos para poner a Velvet Underground, mi mente lo necesitaba, sentía mis piernas fatigadas. Volví a recostarme junto a Miles, contándole toda la historia de mis padres, de principio a fin, parecía mirarme todo el tiempo, intrigado y poniendo atención a cada una de mis palabras, por supuesto, me vi obligada a contarle la discusión con mi padre ocurrida hace unos minutos atrás, pude sentir como me presionaba contra él cada vez que mencionaba las intenciones que mi padre tenía acerca de volver a marcharnos.

- Esto es horrible, no puedes marcharte, hechicera.- suspiró con evidente angustia en su mirada.- Yo no podría permitirlo, acabas de llegar.

-Eso es lo peor, Mi.- acaricié su cabello intentando calmarlo.- A mi padre se le ocurrió la brillante opción de dejarme aquí pero a cargo de una niñera, una maldita niñera.- Miles me miró impactado y comenzó a esbozar una sonrisa burlesca en su rostro, bufé jalando inconscientemente su cabello.- Ya no tengo diez años y me temo que si no encuentra una tendré que volver.

- Lo siento, esto es terrible.- Aclaró su garganta intentando ocultar su tentación de reír.- No puedo creer que quiera enviarte de nuevo a Camberwell, tenemos que hacer algo.

- ¿Crees que alguien quiera cuidar a una chica de casi dieciocho años?

- Tal vez sea algo complicado, hechicera, pero Hey.- cogió mi rostro con ambas manos.- Te prometo que todo estará bien, ¿De acuerdo? - asentí mirando sus ojos, intentando tragar el horrible nudo que se encontraba en mi garganta.- Realmente todo esto te afecta mucho, ¿verdad? Hechicera, mira tus pequeños ojos.- acarició mis mejillas con sus pulgares.- Eres demasiado buena y hermosa para estar tan triste todo el tiempo, tú no mereces estar tan triste... De todas maneras, sabes que yo no permitiría que te llevaran lejos de mi, créeme, entonces, ¿A qué le temes tanto?

Bajé la mirada e inevitablemente comencé a sollozar una vez más.- Temo estar lejos de ti...- quise ocultar mi rostro entre mis manos, algo avergonzada pero ya no podía soportar más. Él solo me miraba con una enorme tristeza en sus ojos, lo que aumentaba mis ganas de seguir llorando, nunca quise angustiarle con esta tontería de drama adolescente, pero cada día podía sentir como mis sentimientos por él aumentaban en gran volumen, sólo quería abrazarlo, sentir sus tibias manos sobre mi piel y escuchar el melodioso tono de su voz.- No quiero alejarme de ti, no quiero perderte, no lo soportaría, Miles yo-

- Basta, no hables así.- frunció el ceño y se puso de pie para luego mirarme algo dolido.- Estás hablando como si no fuéramos a vernos nunca más, esto no es una despedida, ¿Correcto?- Yo solo lo miraba intentando dejar de derramar lágrimas, intentando creer en todo lo que decía pero en el fondo, sabía que mi padre dijo lo de la niñera para darme una pequeña falsa esperanza, sólo asentí desganada, no quería lastimar así a Miles, nunca querría hacerle daño.- Annie...- Caminó rápidamente el lugar de la cama donde me encontraba sentada y se arrodilló para luego cogerme las manos.- ¿Qué acaso no entiendes que ni las bombas de Hiroshima podrían alejarme de ti?- Me sonrojé un poco al oír eso, cogí de igual manera sus manos y las entrelacé con las mías, queriendo no soltarlas jamás, no sabía que decir, sin embargo el procedía.- Ni el grandisimo Paul Weller me movería de tu lado.- Se levantó y me cogió en sus brazos, sentándose en mi lugar y dejándome sobre su regazo, secando mis lágrimas con las mangas de su suéter, tal como lo hizo mi padre, tal como un bebé. Sonreí ante eso y antes de acurrucarme sobre él, lo miré con cierta duda.

- Miles, ambos sabemos que si Paul Weller estuviese frente a nosotros correríamos como dementes detrás de él y quedaría peor que nuestro Rubber Soul frito.- Solté una pequeña risa mientras limpiaba mi nariz con un pañuelo.

- Bueno sí, tienes razón.- Sonrió algo avergonzado.- pero correríamos juntos detrás de él, ¿no?

- Sé que así sería, Mi.- Me acerqué a su mejilla y deposité un tierno beso sobre ella.- Gracias por estar aquí.- Sólo me dirigió una cálida mirada con una sonrisa leve, sé que con eso siempre quiere decir que no se lo agradezca. Comencé a mirar nuestras manos, todavía se mantenían entrelazadas, él se dedicaba a jugar con sus dedos sobre los míos, lo cual me causó mucha ternura.

-¿Escaparías conmigo?

- Lejos, muy lejos de aquí.- respondí con una sinceridad realmente cruda, lo que lo hizo sonreír. Huiría con él con los ojos vendados, sólo para dejar todo atrás y comenzar nuevamente una vida con él, dónde no tenga que someterme a las decisiones estúpidas de mis padres.  

Inconscientemente comencé a mirarlo por el rabillo de mi ojo, poco a poco analizaba cada pequeña parte, como vestía con prendas entalladas a su cuerpo y la manera en que lograba combinar todo en él. La manera en que su cuello y su cabello siempre olían a shampoo, su mirada dormilona y a la vez tan expresiva, su risa e inocencia, su niño interno, su humildad, humor y paciencia, la forma de sus labios y el grosor de sus cejas, todo en él me parecía perfecto y cada día lograba descubrir algo nuevo en él, es una caja llena de sorpresa, finalmente, lo miré directamente a los ojos, con la peor excusa del mundo.- ¿Qué hora es, Miles?

Me miró algo confundido y luego observó su reloj.- Más de las once, hechicera.

-Todavía no llega mi padre...- Bufé. El tiempo se había pasado muy rápido, aún así, no quería separarme de él.- Es algo tarde de todos modos, ¿Quieres que te deje dormir? - Bajó su mirada hasta la mía, negué con la cabeza sin dejar de mirarlo, noté como sus mejillas cambiaron de color.- ¿Quieres... Quieres que me quede esta noche contigo?- Asentí con una pequeña sonrisa en los labios.- Está bien Annie, me quedaré contigo pero te advierto que si no me cantan antes de dormir, no me duermo.- Fue inevitable, no podía negarme y es lo único que quería, quedarme con él en ese momento y siempre.- Está bien Mi, trato hecho.


I Wanna Be Adored [Miles Kane]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora