Pensamientos de una mente

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Desarrollo y maduración

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Adaptación

A diario nos enfrentamos a cosas nuevas, muchos, en su mayoría, las sabemos enfrentar, sino, las sabemos dejar a un lado de forma que no nos molesten en un futuro, sin embargo no podemos contar con que se mantendrán a raya para siempre, otras situaciones son imposibles de evitar, mucho menos de esconder. También podemos considerar la probabilidad de que mientras más actividades realizas más situaciones son las que tienes que enfrentar. A eso también añadimos que un factor muy importante es la edad; cuando eres una niño tienes pocas situaciones a las cuales enfrentar, la escuela, la casa, los amigos, pero son simples y pequeños los problemas que pueden surgir; cuando eres adulto las situaciones pueden ser mas o iguales en cantidad, pero en cuestión de problemática son más grandes, la casa, el trabajo, pagar las cuentas, preocuparse por la comida, y casi todo tiene que ver con dinero. Cuando eres un adolescente todo puede parecer fácil, pero también todo puede parece difícil, no nos definimos, por ende, no sabemos quiénes somos ni lo que queremos, por supuesto hay excepciones, desafortunadamente yo no soy una de ésas excepciones.

No entiendo porqué siempre me agobian estos pensamientos si no soy capaz de cambiar, o al menos no he considerarlo hacerlo. Tampoco entiendo el porqué siendo adolescente tenemos la capacidad de actuar por nuestra cuenta, pero de igual manera tenemos que hacer lo que los padres hacen, eso es algo que no tolero del todo porque…

-Ya llegamos. – dice mi padre al momento en que detiene el auto.

- ¿Es aquí? – pregunta Alice alzando la vista de mi lado de la ventana.

-Sí, disfrútenlo. No podré venir por ustedes en la tarde y mamá tampoco, regresen en autobús, o caminando, no está muy lejos de casa. – nos lanza una sonrisa sincera y con un ligero movimiento de cabeza nos dice que salgamos del auto.

-Gracias papá – dice Alice cuando abro la puerta del auto y salgo del mismo.

Alice, querida Alice, no tienes idea de cómo te aborrezco, siempre a mí lado, siempre haces lo mismo que yo, no hay día en que no salgas conmigo. Te veo hoy, siempre es la misma forma de vestir, una camisa de mangas cortas y una falda amplia con tus zapatos coloridos, hoy no es la excepción. Te ves perdida, sola, abandonada, como algún cachorro sin su madre, vulnerable, honestamente no me importa, sólo quiero que me dejes sola.

Avanzo por el amplio pasillo, la entrada es común y normal, sólo son puertas de cristal con asas para jalar y abrir las puertas, no hay muchos alumnos, el suelo es blanco, está bien pulido, mis pies patalean por lo liso que es. Veo mi horario escolar, tengo Física primero, después Lenguas, Biología es la tercera… Hmmm… Alice tiene exactamente el mismo horario, que molestia.

Volteo alrededor, nos están viendo, no entiendo, me siento atrapada, sofocada, como si fueran al zoológico y nosotras animales en exhibición. Odio ser el centro de atención, nos es bueno en ningún aspecto. Encontré mi casillero, es grande, todos son grandes, lo abro, también es amplio, que cómodo, dejo mi mochila y tomo sólo tres cuadernos y una pluma. Giro y veo a Alice esperándome.

-¿Qué esperas? Ve por tus cosas – siento mi voz muy agresiva, la garganta se me seca.

-Te estoy esperando a ti – su voz se corta, creo que sí le molestó la forme que como le hablé.

-No, ya me voy al salón. Encuentra tu casillero. “Y déjame en paz” – pienso.

Cierro mi casillero y la dejo plantada en el pasillo. Paso a su lado, ya sé porque siempre estoy con ella, me da lástima, la dejo atrás, al menos ese sentimiento se aleja con mi paso. Bien, entonces… Física… agh! Odio Física, es en el aula B-15, supongo que el “B” se refiere al edificio, o al menos lo interpretaré así.

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