15
Papá
Constantemente me pregunto por qué mi padre viene a visitarme, estoy seguro que no le importo, es demasiado hipócrita de su parte.
-Sven, tu padre está aquí – grita mi madre desde el recibidor.
-Voy.
Salgo de mi habitación con demasiado esfuerzo, veo desde las escaleras a mi madre discutiendo con mi padre.
-Vámonos – le ordeno a mi padre.
Mi padre se despide de mi madre, ella de mala gana le dice adiós.
Cada vez que salgo con mi padre vamos a comer al mismo lugar Folk og fe. Un enorme e incómodo silencio nos acompaña en la entrada, durante el platillo fuerte se dispone a hablar.
-Sven, quiero que estas vacaciones las pases conmigo en Inglaterra.
-No puedo, es navidad.
-¿Y? – pregunta mi padre con escepticismo.
-No voy a dejar a mamá sola.
-¿Y acaso no te importo yo? – comienza el chantaje emocional, ésta es la razón por la que me disgusta salir con él.
-Mamá no tiene a nadie.
-Tu mamá, hasta donde sé, tiene “amigos” con los que pasar cada día.
-¡¿Puedes dejar de llamarla puta en frente de mí?!
-Modera tu leguaje.
-Deja tus malditas indirectas y ofensas lejos de mí.
-¡Vas a pasar navidad conmigo o dejaré de apoyarlos económicamente!
La impotencia se apodera de mí, un nudo en la garganta me calla, no soy capaz de articular nada más, me someto a su petición, dejo la servilleta que estaba sobre mis piernas a un costado del plato sobre el cual había un filete de bacalao, me levanto con una postura orgullosa.
-¿A dónde vas? – pregunta malhumorado mi padre.
-Al baño. ¿O tampoco puedo porque si no nos dejarás de proporcionar dinero? – doy media vuelta, no miro atrás, el miedo me acorrala.
Cerca de quince minutos dentro del baño, al final, ¿A quién le importa lo que los demás hagan en el baño?, es un buen espacio privado. Reviso mi móvil, un mensaje de Rhern. “¿Dónde estás?”. “Atrapado”, respondo. Salgo del cubículo en el que me encontraba, me dirijo al lavamanos, mojo mi rostro, me miro al espejo, mis ojos rojos e hinchados me delatan, no puedo permitir que mi padre me vea así. Ahueco las palmas y dejo que el agua de la llave se acumule, sumerjo mis ojos en el agua de mis manos, el frío bajará la hinchazón.
Camino a la mesa, veo a mi padre hablando por el móvil, me siento, tomo mi servilleta, la poso sobre mis piernas, el plato sucio ya no se encuentra, inmediatamente llega el mesero a mi derecha con mi postre, una sukssesterte, veo la cubierta que antes me parecía lo más delicioso, ahora me parece lo más repugnante, asqueado de verlo, lo hago a un lado, tomo un sorbo del vino de mi papá, un syrah del 2000, ¡Puaj!, hago una mueca, le regreso la copa, el alcohol no es lo mío. El silencio nos acompañó hasta el regreso a casa.
Papá aparca frente a la casa, su mirada es lejana y meláncólica, tan cierto es que él pasa cada navidad solo como el hecho de lo tedioso que es pasar cualquier día cerca de él. Me dispongo a bajar del auto cuando comienza a hablar.
-Sven, lo que pasó entre tu mamá y yo son nuestros problemas, no tuyos, no tienes porqué guardarme rencor – mil pensamientos inundan mi mente, mil respuestas y ninguna es la correcta.
-Si eran sus problemas ¿Por qué me involucrabas? – respondo de la manera más tranquila posible.
-Jamás te involucre.
-¡¿Despertarme cada maldita madrugada para hacer que mi madre dejara de llorar, y verla tirada en el piso, cada día con una nueva marca gracias a tus golpes no es involucrarme?! ¡¿Verdad?! – pierdo el control sobre mí.
-Sven, yo no quise…
-El problema es que ni tú ni ella quisieron, pero lo hicieron, y lo siguen haciendo. No les importa nada de lo que me pasaba, no les importa lo que me pasa. Solo creen que soy un inmaduro, que sigo siendo un niño tonto que no entiende nada.
-¡Mira cómo te pones!
-¡Ustedes siguen culpándome siempre que pueden!, ¡Se deslindan de lo que saben que es su culpa!
-Sven, tranquilo – trata de tomarme por el brazo.
-¡Déjame! ¡No me toques! ¡No mereces ni que te hable! ¡Maldito cerdo machista! – lo veo levantar su mano, preparada para una bofetada.
>>¡¿Vas a golpearme cobarde?! ¡Afronta lo que hiciste! ¡Déjame! ¡Y deja a mi mamá en paz!
Bajo del automóvil con los ojos inundados en lágrimas que no dejé salir, solo quiero bañarme, me siento sucio, quiero quitarme todo el pasado de encima, el agua lo hará.
Dejo que el agua me empape de su transparencia, me lleva a una tranquilidad efímera, mojo mi rostro y mi cabello, dejo que el agua se lleve mis lágrimas, irán a un lugar mejor, donde nadie las verá jamás, y por ende, no existieron nunca. Bajo la cabeza; es imposible ahogar todos mis gemidos de dolor, duelen en el pecho y me doblan, dejo libre un sonido agudo, mi llanto quiere escapar, cierro los ojos, me apoyo en la pared con un brazo, mis piernas se sienten débiles, ahora sólo quiero descansar.
Vestido y tirado sobre la cama con el cabello húmedo. Escucho el móvil sonar, lo ignoro, suena de nuevo, una, dos, tres, cuatro veces más. ¡Maldita sea! ¡Dejen de molestar! Tomo el móvil y lo lanzo al otro lado de la cama. Vuelve a sonar, lo tomo y reviso, son llamadas perdidas de Rhern. Me levanto casi automáticamente, no entiendo por qué, me pongo los zapatos, acomodo las sábanas de la cama hasta dejarlas impecables, como si nadie hubiera estado nunca ahí, centro el reloj digital que mi madre siempre desacomoda, salgo de la casa sin avisar a nadie.
El atardecer es frío, corro por el vecindario, las casas coloridas me siguen, me han visto pasar a diario por aquí, siempre la misma ruta, siempre el mismo destino, llego a la puerta, golpeo bruscamente, abre la puerta aquella mujer que esperaba ver, la abrazo con todas mis fuerzas, ella no me rechaza, mis ojos enrojecen, su camisa inmediatamente se empapa de mis lágrimas, no me importa gritar y ahogarme en su cuello, sé que Andrê no está, la abrazo tan fuerte que siento que la sofoco, ella me rodea con delicadeza, siento su calor, me lleva a su habitación, nos tiramos en la cama, grito y gimo, grito hasta quedarme sin aliento, gimo hasta quedarme afónico, lloro hasta que mis ojos no dan más, tiro de su camisa como queriéndome aferrar a algo, su camisa se llena de gritos y llanto, con cuales va acompañado mi dolor, ella calla en todo momento, me acurruca en sus brazos, no necesito nada más. No sé en qué momento me quedé dormido.
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Pensamientos de una mente
Teen FictionEl día a día de 5 adolescentes que buscan su camino a la maduración, comprenderán que cada acción tiene sus consecuencias con las que tendrán que vivr el resto de su vida. Sus miedos, sus trastornos, sus filias los acompañan. Historia de Queen Jatte...