Trauma

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Trauma

                 

Hace 5 días que vimos por última vez a Simone Olofsson, nadie sabe aún el por qué realizó semejante acción, se siente la penumbra en la escuela y en los estudiantes, todo está de luto, la señora Oloffsson no era el tipo de persona que tiene muchas amistades, sin embargo era una buena maestra.

Al llegar a casa dejo mi mochila en la entrada, Andrê se dirige a su cuarto, ha hablado menos de lo común en éstos cinco días. La culpa me invade al pensar que llego a ver algo así, recuerdo a Jericho correr a Andrê y cubrir sus ojos, jamás sabré si lo hizo a tiempo. Escucho un golpe en el techo, subo las escaleras rápidamente, abro la puerta de la habitación de mamá.  Está en el suelo, se trata de levantar con esfuerzo, me duele verla, contengo las lágrimas. Me acerco a ella lentamente y la tomo por el brazo.

-¿Estás bien? – Pregunto mientras la poso en la cama.

Muda, con la mirada perdida, observo la cama, una jeringa ensangrentada y manchas de sangre en las sábanas, una cuchara y un encendedor en la mesa de noche, no lo puedo evitar y una lágrima resbala por mi mejilla, la enjugo con disimulo, desde la muerte de la señora Olofsson he pensado algo que no me atrevo a hacer sola, a lo que tengo mucho miedo, a lo que sé que no podría soportar. Pero… ¿Seré capaz de hacerlo? ¿Qué pasará? Me domina el miedo, soy presa del terror y de la impotencia, pero es peor la situación actual, no quiero que pase lo que le pasó a la señora Olofsson. Mi madre se desmaya, veo sus venas a través de su pálida piel. La volteo de costado y coloco una almohada detrás de su espalda, busco una toalla en el baño, la misma toalla amarillenta de siempre, percudida de las manchas vómito y sangre, la coloco bajo su cabeza, espero que ésta vez no vomite.

-¿Andrê? – grito y no escucho respuesta. - ¡Andrê! – sin respuesta aún - ¡Andrê!

-¡¿Qué quieres?! – No tengo el coraje para contárselo, lágrimas ruedan por mis mejillas y humedecen mi camisa, el escozor en los ojos llega inmediatamente.

-Voy a salir – No escucho respuesta. Tomo una chamarra, cojo las llaves y salgo de la casa.

                Camino rápido y sin pensar hacia dónde voy, observo mi reflejo en la ventana de un auto y veo mis ojos completamente rojos, enjugo las lágrimas, y sin darme cuente estoy frente a la casa de Jericho. No permitiré que su madre me vea así. Lanzo guijarros a la ventana de Jericho, su gato es el primero en asomarse, Jericho me ve e inmediatamente baja. Al salir lo primero que hago es correr hacia él, siento sus brazos rodeándome y siento protección, se pone en puntas para alcanzar a rodearme el cuello mejor, lleno su camisa de lágrimas, no trae chamarra puesta, hace frío, me alejo de él.

-Ve por un suéter, hace frío – le digo con voz autoritaria. No dice nada y me vuelve a abrazar. Forcejeó para alejarlo de mí, me toma con mayor fuerza, paro de luchar. – Jericho, ¡No puedo!

-Tu sabes que es lo mejor para todos Rhern. – escucho su serena voz en mi oído y me recorre todo el cuerpo, un calor interno me llena.

-Tengo miedo.

-Es normal, pero estaré ahí.

Pensamientos de una menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora