-Denisse, Mirahí y Fernando-
Por fin había acabado su largo turno vespertino, que se volvió matutino al cabo de un tiempo. Denisse tomaba el elevador a las altas horas de la madrugada, con las ojeras al máximo y el cansancio corriendo por su cuerpo. Sola por los pisos caminó hacia su recinto. Actualmente habitado sólo por dos personas más. Y es que desde la partida de su prima menor la ha tenido rondado por sus sueños, desde aquella ves que le gritó que quería ser capitalista, desde esa vez no volvió a dormir tan bien cómo lo hacía antes.
Todo el tiempo con su imagen en sus pensamientos. Cada ves que la recuerda se le vienen cosas a la cabeza que ni ella en su sano juicio había pensado. Denisse tiene un pensamiento cuadrado perfecto, es altamente fija a las reglas y jamás a salido del rango que le permiten, pero ahora se estaba arrepintiendo.
¿Y si hubiera forzado a Samanta a escoger otro trabajo?
Las cosas serían diferentes definitivamente.
¿Y si hubiera ido a despedirla?
Ella hubiera vuelto con otra cara.
Cuando la vio entrar por la puerta del recinto, antes de que se fuera a la peligrosa misión en ciudad Cúspide, se le vino el mundo abajo. Tenía cara de espanto y terror, pero a la ves tenía cara de haber madurado muy rápido, demasiado rápido. "Fue repentino"-piensa Denisse mientras ve los números subir en el elevador.
Le dolía ver a su prima así. Manchada de sangre y tatuada la muerte en sus pupilas, ella no merecía esto. Nadie lo merece. ¿O si?
También se le pasaba pensar en que Samanta debe de ser una bestia en el campo de batalla, se corren rumores de su legión por toda la nación Capitalista, "la generación milagrosa", rápida y letal es como llamaban a su prima. Denisse se le hacía un hoyo en el estómago cada ves que alguien mencionaba su nombre.
La puerta del elevador se abre y ella camina hacia su recinto. La gente comenzaba a irse hacia sus trabajos, eruditos, trabajadores, cocineros y maestros pasaban a su lado dándole los buenos días. Ella aceptaba con un movimiento de cabeza y seguía su camino.
Por fin llega a su destino, abre la puerta y se va directamente a la cama sin quitarse su preciado uniforme blanco, el trabajo más difícil es el de los Capitalistas es seguido por los médicos.
Intenta conciliar el sueño, Samanta es reina de sus pesadillas. La ve muriendo, la ve matando, la ve traicionando. Le ve haciendo mil y un cosas que para ella no son normales pero para los capitalistas si.
¡Si Denisse conociera el mundo exterior!
Caería rendida después de pasar un sólo día allá afuera. Es cuestión de costumbre, sólo los valientes se adentran a un mundo de peligro, Denisse considera a Sam valiente, una chica menor que ella ha sufrido mucho más y a un así a intentado seguir adelante, cargando con un peso sobre la espalda. Denisse se sentia inútil a un lado de ella.
¿Y si a Denisse le tocara vivir lo que Sam vivió? ¿Habría podido seguir adelante?
Esa era la pregunta de la madrugada. No. No, ella no podía hacerlo aun con todo el peso que siente Samanta en medio del desierto ahora mismo. Se sentía culpable, le había pedido mucha responsabilidad durante años que a ella no le correspondía, aun así la hizo sin negarse, se despertó todas las mañanas para ir a la escuela, trajo de regreso a Mirahí de la escuela, ayudaba a Fernando con la tarea, cocinaba si era necesario, mientras Denisse pasaba largas jornadas metida en el piso de medicina.
Si tan sólo sus tíos no hubieran muerto.
Por supuesto que a ella también le dolió saber de la partida de los padres de Fernando y Samanta, no como a ellos claro, pero si llegó a dolerle. Eran familia.
Denisse se da vuelta en la cama pensando que estará haciendo su prima ahora. No se había comunicado con ella en bastante tiempo. Supo que la capital a la que se dirigía sufrió un ataque rebelde, también supo que la legión AlfaOmega ayudó demasiado a contrarrestar dicho ataque. Pero de ahí en fuera ni una sola llamada de Samanta. Y apenas ayer le acortaron las horas de trabajo a Denisse, todo gracias a la paga por el trabajo de Capitalista de Sam, reciben un poco más. Y justo ayer le comunicaron que iba de camino hacia la capital central de oriente.
Ni un mensaje de ella.
Samanta ha tenido la costumbre de jamás avisar que hace o que hará. Tuvo un cambio drástico hace siete años, se volvió fría, distante, responsable y callada cuando ella era todo lo contrario, era estudiosa, infantil, terca y preguntona por todo, de un día a otro la Samanta que todos conocían fue sellada dentro de un cuerpo. Denisse no esta segura si es que en algún momento salga su lado sensible.
Las cuatro de la mañana y aun seguía despierta.
-¡Ya no pienses más!- gritó en sus adentros Denisse.
De repente se escucho un golpe. Dos golpes provenientes de la puerta. Con pesar y cansancio se dirigió hacia allá. No pensaba en nada quería dormir. Cuando abrió la puerta se encontró a un hombre alto, fornido, escoltado por otros dos hombres más, vestidos de capa azul y traje blanco. Botas altas y espadas envainadas. Eran capitalistas.
Escuchó vagamente lo que decían, primero no lo comprendió, segundo no lo quiso aceptar y tercero su alma terminó de romperse con aquel golpe fatal dicho de mañana.
Cayó rendida al suelo, no le importó ensuciarse. Sus manos pararon en su cabeza y las mil y un preguntas fueron reemplazadas por sólo una imagen, la de su prima siendo graduada como Capitalista, cumpliendo su sentencia de muerte.
Gritó, si gritó e incluso pataleó despertando a Mirahi y a Fernando.
-No, No, No, No- se repetía una y otra ves.
Los capitalistas estaban inertes, sin emociones.
-¿¡PORQUE ELLA?!- su garganta padeció aquella vez.
Se sabe que un soldado fácil puede fracasar
¿Quién le da la garantía de que volverá a casa?
Porque mira su retrato y le dan ganas de llorar
Quedó paralizada tirada sobre el piso
Samanta
...No...
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Rebeldes
Science-FictionEl juego de las mentiras continúa. ¿Ahora en quien puede confiar la hija de los Mondragón? Ella ya no tiene intenciones de ser un peón más, ahora tiene una expectiva bastante alta y nada imposible la cual alcanzar. Se convertirá en la reina que der...