《°20°》

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La sala de juicios estaba de nuevo abarrotada de muchas personas, y de nuevo yo estaba en medio de todo el caos. 

¿O es que siempre lo he estado?

—Samanta.- la sala calla ante el hablar de el lider del jurado. Las miradas son posadas sobre mi, pero la de mi legión siempre permanece curiosa, expectante pero sobretodo lista para cualquier orden mía.

—Si, soy yo.- obviamente que era yo, de nuevo.

—Tenemos reportes de que intentaste huir, de que contactaste a tu legión, los trajiste hasta aquí para escapar y ahora, bueno, están a punto de ser ejecutados, ¿es cierto?

Claro que es cierto, todo esto es una locura, una auténtica y estúpida locura, llevo meses conviviendo con la gente a la cual yo odie durante toda mi vida, estoy muerta en el sistema capitalista, mi legión me encontró, que hasta ahora no tengo ni la mas remota idea de cómo lograron hacerlo y ahora de nuevo quieren matarme.

Estúpida cabeza inhumana.

—Señor con todo respeto, se que sonará extraño pero las cosas no son lo que parece...

La sala entra en un extraño bullicio, aquel en donde el ruido llena las paredes pero no hace que mis oídos tiemblen ante el, es un bullicio de crítica.

—Samanta, hemos estado trabajando contigo durante unos largos 3 meses, ganaste nuestra confianza e incluso dejamos que trabajaras con Tenash en cuanto a estrategia, en todo este tiempo planeabas un escape, reuniste información y ahora te ibas a salir con la tuya de no ser por el chico que ayudaste..

¿Tenash, llamó a las autoridades? 

Fue el primero en confiar en mí, y el primero en perder esa confianza.

—No señor, no es así le pido de favor escuche mis argumentos..

—Creo que hemos tenido suficiente de ti Samanta.— Diego alzaba la voz en uno de los rincones a mis espaldas, está parado justo a un lado de mi legión reteniendolos.— No puedes decir o hacer nada para cambiar nuestra opinión.

Piensa rápido Samanta, sabes en lo que va a quedar esto si no haces algo para ganar el juicio.

—Señor, a lo largo de mi vida como capitalista le serví solemnemente a las fuerzas del bando contrario, me convertí en capitana de la mejor legión de mi generación por una idea que hasta el dia de hoy no tengo muy clara del cómo surgió, no puedo fingir que yo no era su mayor enemigo y usted el mío señor, las incontables muertes que llevo encima y la sangre derramada en batalla, toda es mi culpa, no hay excusas. Lo que sí puedo decirle, señor, es que así como tiene a la mayor arma humana capitalista, frente a sus ojos tiene a la mejor legión que exista,  le planteó la idea de establecer un nuevo inicio con ellos a su lado, su ejército será mayor y no solo tendrá un capitalista, si no cinco.

Nunca en mi miserable vida me había regateado ante alguien, mi yo el pasado hubiera odiado la idea de implorar por mi vida, pero a estas alturas todo lo que avancé en esos 3 meses habrá sido en vano si no me muevo con seguridad. Después de todo, el capitalista tiene el don de la palabra.

El lider tenia la mirada fija sobre la mia, es el ejemplar mas viejo y sabio de los rebeldes, se le puede observar las batallas que ha ganado, sé que sueno convincente, sabe que es verdad lo dicho.

—Voy a tener que intercambiarlo con los miembros del concejo, damos un espacio de cinco minutos.

Y la sala se disipó, pero yo seguía en medio, atada de manos y de pies a mi espalda, quemada por el sol y agotada por la carrera previa sobre la arena ardiente. Respire unas cuentas veces muy profundo, hasta el límite de mis pulmones, las posibilidades que hay son infinitas y ellos no lo saben, mi deber aquí es aceptar las condiciones, de nuevo, empezar de cero con mi legión y manejar el tablero a mi manera.

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