《°1°》

33 6 2
                                    

-Samanta Mondragón-

Un paso tras otro avanzaba sin rumbo alguno.

El sol quemaba y mis piernas ya estaban adoloridas, podré tener condición física pero de verdad que estaba cansada, aparte de herida.

Me adentre en lo profundo de la tierra amarilla, no tenía la menor idea de hacia donde exactamente estaba yendo, sólo caminar ya que no hay nada mejor. Por las cercanías no se veía nada, tierra y más tierra del mismo color, ¿cómo se le llamará a este ecosistema?, avanzando con paso suave el calor me comía por dentro al igual que mis pensamientos.

¿Cómo pudieron hacerme esto?

Me refiero al lado del que maté por ellos. Nunca me agradó el dictador, desde la primera mirada supe que tramaba algo. Todo era contra mi. Estaba enojada y furiosa, lo peor es que nadie sabe que estoy viva, lo más seguro es que le den a Denisse mi carta de baja en el campo. Devastada es como la veo en mi mente, a Mirahí llorando y a mi hermano inapetente. Les arruinare la vida por segunda ves. Maldición.

Algo que me parece curioso es que tuve señales todo el tiempo de que estaba yendo por el rumbo equivocado. Delian en su momento me quiso advertir. Luego fue la chica de la otra capital y al final Mariana de la Legión Dessnia. ¿Qué será de ellos?, ¿También les dirán que estoy muerta?.

Abro por un momento mi sistema, las seis de la tarde y contando, he caminado por lo menos cinco horas, a la luz del sol sin agua ni comida. Puedo aguantar sin comida, lo he hecho antes, pero el agua me hace falta. A mis alrededores no se ve algo importante, ni árboles, ni ciudades ni nada. ¿Dónde estaré?.

Veo mis botas que están polvosas gracias a la tierra, se unden bajo su color amarillo. Me detengo un momento veo a alguien acercarse, una sombra negra. Forzo mi vista y reconozco quien es. Denisse. Empiezo a correr con todo el dolor de mi cuerpo hacia ella, me extiende los brazos y de repente ya no esta.

-¿Denisse?- pregunto al aire.

Nadie me contesta.

Veo hacia todos los lados.

-¿Hola?-

El fondo y el horizonte me indican que nadie ha estado aquí. Dejo caer mis brazos a mis costados. No tengo a nadie. Sigo parada en medio de la nada. Me toco la cabeza para buscar alguna herida. No, ninguna abierta sangrante. Empiezo a perder cordura. Vuelvo a retomar mi caminata, en silencio.

Muchas dudas se formulan al cabo de un rato. Por ejemplo, ¿el cielo siempre ha sido de ese color?, podría ser naranja o incluso rojo, pero es azul. Azul que calma los nervios, las nubes blancas. Es bonito.

¿Pensarán que tuve alguna posibilidad de vida?. Quisiera ver sus caras ahora si es que saben, soy indestructible. Me río de mi propio chiste malo, poco a poco mi risa se vuelve llanto. El dolor y la culpa me pesan demasiado. Hace tiempo que no dejaba salir las emociones pero que más da. Estoy sola, un nuevo inicio, solitario. Mis lágrimas se secan bajo el poderoso sol dejándome un rastro por la cara.

A lo lejos mi vista esta turbia gracias al sol. No veo nada más que pequeñas montañas amarrilas las cuales escalo y bajo con fuerza. Caminar y caminar. ¿Adónde iré a parar?. Mi sistema pita, me alarmo, alguien se me pasa por la mente, muchos, mi legión. Mi sistema se despliega frente mía, no es un mensaje, es un aviso.

-Territorio desconocido, tome precauciones-

Desconocido, significa que no esta dentro de los mapas mundiales capitalistas. Territorio no explorado. No era mi legión, no lo saben.

Me cuesta más trabajo pensar deshidratada y con la muerte rondandome por la cabeza, aun así decido decodificar aquella palabra. Una brisa llega desde el norte y me da segundos de vida para luego irse dejándome cegada.

Desconocido.

Algo que no sabes que contiene o que es. Por lo tanto...

Me tropiezo con un pedazo de metal y caigo al suelo. Estampando mis rodillas y mis manos estrepitosamente ya que no me lo esperaba, se me escapa un quejido, mi herida me arde. Volteo a maldecir aquella cosa que encontré, me parece curiosa.

El metal resplandece bajo la luz del sol, brilla. Me acerco gateando hacia aquello y lo toco, esta caliente. Mi instinto se activa y me dice que lo saque, puede ser me de utilidad. Comienzo a quitar la tierra y se crea un hueco para permitirme ver con más detalle. Lo tomo con las dos manos y lo jalo hacia arriba. Ahora voy para atrás con el objeto entre mis manos.

Caigo de espaldas. Nuevamente quejandome de dolor.

-Te odio maldito sol- esta ves lo digo en voz alta. Nadie me escucha.

Observo con detenimiento aquel pedazo de chatarra encontrado. Es grande, por lo menos mide más que mi brazo, esta abollado y tiene rasguños, parece antiguo, olvidado. Sigo moviendolo entre mis manos.

Le doy la vuelta y me quedo atónita frente a lo que veo. Un símbolo rojo aparece frente mía.

La palabra "desconocido" resuena en mis adentros.

Territorio no explorado

Claro...

Estoy en territorio rebelde

RebeldesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora