6: Lorenzo

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Julián llevaba el sombrero calado y no le veía los ojos, así que sus secretos
estaban a salvo, pero él quería saber todos los suyos.

—¿Sabes algo de cáncer de piel?

—Un poco, pero no lo suficiente como para entender lo que te pasa —confesó Julián.

—Tengo un melanoma —le explicó Rosana pensando que era el tipo de cáncer de piel más grave—. Es un cáncer que empieza en una célula que se llama melanocito, que es la encargada de producir la melanina.

—Que es el pigmento de la piel —apuntó Julián.

Rosana asintió.

—Las personas de piel muy blanca y pelo rubio o pelirrojo son más propensas a que se les desarrolle un melanoma porque tienen menos melanina que las demás.

—Como tú.

—Así es.

A pesar de ser rubia y muy blanca, a Rosana siempre le había gustado tomar el sol y bañarse, pero ya no podía hacerlo.

—¿Cómo descubrieron que tenías cáncer?

—Fui al médico porque me había torcido el tobillo y quería que me hiciera una radiografía —contestó Rosana sin mirarlo a los ojos.

Estaban en mayo y la brisa todavía era fresca, pero pronto llegaría el verano y tendría que huir del sol y tener mucho cuidado incluso cuando saliera a la calle.

—El tobillo estaba bien, pero el médico descubrió un lunar sospechoso.

—¿Sospechoso?

—Sí, tenía forma y color irregular. Yo, la verdad, es que nunca me había dado cuenta. Hacía muchos años que lo tenía —dijo Rosana intentando mantener la calma—. Mi médico me mandó a una clínica especializada en problemas cutáneos que está en El Hoyo. Allí, me extirparon el lunar y llevaron a cabo una biopsia.

Llegado aquel momento, Rosana se interrumpió y tomó aire. No le gustaba estar hablando de aquello con un hombre al que apenas conocía y con el que había estado a punto de acostarse.
Julián se cambió de postura y, notándolo todavía más cerca,Rosana retomó las explicaciones pues quería terminar cuanto antes con aquella conversación.

—Hay diferentes tipos de melanomas y la enfermedad se diagnostica por fases, según el grosor del tumor y la extensión de piel que haya invadido. El mío está en fase uno.

—¿Cuándo te operan?

—El próximo viernes —contestó Rosana.

James la miró preocupado.

—¿Y la recuperación?

—Depende de cómo salga la operación y de qué trabajo tengas —le explicó ella preguntándose por qué querría saberlo absolutamente todo—. Mi jefe me ha ofrecido pagarme unas semanas de baja por enfermedad y, de todas formas, este verano me iba a tomar unas vacaciones —añadió pensando en su plan inicial de tomar el sol y bañarse en el río, algo que ya no podía hacer—. Tendré tiempo de sobra para recuperarme.

—¿Te va a cuidar tu familia?

—Mis padres murieron.

—Lo siento —dijo Julián mirándola a los ojos.

—Gracias —contestó Rosana.

La verdad era que pasar por aquello sin ellos iba a ser mucho más duro.

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