15: No puedo soportar la idea de perderte a ti tambien

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Tres días después, Lorenzo ya había vuelto a casa y Julián y él estaban
preparando la cena mientras Rosana pintaba un rato.

Estaba tan concentrada en sus bocetos de Julián que no se dio cuenta de que se había abierto la puerta del estudio y que lo tenía detrás hasta que habló.

-La cena ya está.

Rosana cerró el cuaderno a toda velocidad y Julián no le preguntó nada, pero, si lo hubiera hecho, ella habría mentido porque el Julián que estaba pintando era un ser fantástico con alas y todo y todavía no sabía si iba a tener valor para pedirle que posara para ella.

-Ya voy -contestó girándose y mirándolo con intensidad.

-No quería hacerte llorar -le dijo de repente.

Rosana sintió deseos de apartarle el pelo de la frente.

-Eso fue hace dos días, ya se me había olvidado -sonrió.

-¿Seguro? Pasas mucho tiempo aquí sola.

¿Creía acaso Julián que eso era porque estaba enfadada y lo estaba evitando? Si supiera la verdad...

-Estoy bien -le aseguró-. Esto de descansar tanto y de que la cuiden tan bien a una es un placer.

-¿De verdad? Entonces, hazme el honor de venir a cenar -sonrió Julian ofreciéndole el brazo.

-Encantada -contestó Rosana aceptándolo y saliendo al porche, donde los esperaba la cena y su hermano de seis años.

Lorenzo se apresuró a ponerle la silla y Rosana se dio cuenta de que eso se lo debía de haber enseñado Julián. Lo estaba convirtiendo en todo un caballero.

-Muchas gracias -dijo Rosana sentándose y observando la mesa-. Está preciosa -añadió sinceramente fijándose en las flores y en las velas-. Esto huele de maravilla.

Habían preparado pollo en salsa con guisantes y almendras y ensalada. Rosana se puso la servilleta y sonrió al darse cuenta de que en el plato de Lorenzo había un perrito caliente y macarrones con queso.

-Estoy impresionada -declaró, dando gracias en silencio por tener a Lorenzo y a Julián y por estar viva.

Cenaron en un ambiente distendido y, tras tomarse unas estupendas copas de helado preparadas por Lorenzo, el niño pidió permiso para irse a ver la televisión y Rosana y Julián se quedaron a solas.
J
ulián le preparó un té verde, al que ella se había acostumbrado ya, y él se tomó una cerveza.

-¿Te cuesta mucho vivir aquí? -le preguntó Rosana.

-¿Por qué iba a costarme?

-No sé, suponía que los vaqueros prefieren estar en un rancho.

-No te creas que soy un vaquero a la antigua usanza -contestó Julián
encogiéndose de hombros.

Viéndolo con su Stetson y sus botas lo parecía, pero lo cierto era que el piercing y el tatuaje parecían más de un chico de ciudad. Rosana decidió que con él nunca se sabía.

-Hace una noche estupenda -dijo Julián mirando al cielo.

-Tú la haces especial -contestó Rosana sinceramente.

Julián la miró a los ojos.

-Me gusta mucho vivir contigo y con Lorenzo.

-Eres una magnífica influencia para él.

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