—Es bueno para el espíritu —dijo una voz a sus espaldas.
Se dio la vuelta y vio que era samuel Kerr, el marido de Daiana.
—La Naturaleza es maravillosa —añadió Samuel señalando el río que se veía desde su jardín.
—Sí que lo es —contestó Julián fijándose en el reflejo de la luna sobre el agua.
—¿Lo estás pasando bien?
—Sí, gracias —contestó Julián sinceramente—. Está saliendo todo fenomenal. Muchas gracias a Daiana y a Vos por hacerle una fiesta a Rosana.
—¿Sabes que va a ser la madrina de nuestro hijo? —sonrió Samuel—. Daiana te dijo que es niño, ¿verdad?
—Sí, me lo dijo. Cuando los Wichi se preguntaban entre sí por el sexo de un bebé se solían decir: «¿Es arco o rodillo?» Arco era que era niño porque los niños indios fabricaban sus arcos y sus flechas y rodillo era que era niña porque las niñas se encargaban de moler el maíz para hacer el pan.
—Entonces, es arco —rió Samuel—. No le cuentes a Daiana lo del rodillo porque ya sabes que las mujeres se ponen muy locas con estos temas del machismo.
—¿Me parecio escuchar mi nombre? —dijo Dauana a sus espaldas.
—Esta mujer tiene una antena parabólica —murmuró Samuel.
—Te escuche —dijo Daiana abrazando a su marido por detrás—. Lo escuche todo.
—Yo, también —apuntó Rosana.
Cuando lo miró y sonrió, Julián sintió que el corazón le daba un vuelco.
—Sali a tomar un poco el aire.
—Sí, y a hablar de las diferentes tareas de los hombres y las mujeres —rió Rosana—. Así que yo soy un rodillo, ¿no?
—No está mal —dijo Daiana—. Así, cuando se porte mal, podrás darle.
—Te lo dije —dijo Samuel—. Esto del machismo les sienta fatal. Con toda la razón, por supuesto.
—Me parece que ha llegado el momento de que hagamos de celestinas —propuso Rosana yendo hacia la casa.
—¿Cómo? —contestó Julián.
—Con Dalila Fox y Harold —le recordó Rosana.
—¿Dónde están?
—En la planta de abajo, cada uno en un rincón, pero los dos mirando a los demás bailar —le explicó Rosana guiándolo por la cocina escaleras abajo hasta una sala en la que estaba sonando música — ¿Lo ves? —añadió acercándose a la mesa del bufé—. Harold está ahí y Dalila está mirando la colección de música de samuel. Me apuesto el cuello a que se muere por bailar, así que ve a decirle a Harold que la saque.
—¿Yo? —dijo Julián tomando una rama de apio con queso—. ¿Por qué no se les decis vos?
—Porque vos sos hombre y le podes decir, por ejemplo, que Dalila está
muy linda esta noche.—Te recuerdo que Dalila es mi jefa y tiene sesenta y ocho años.
—Pero sigue siendo linda —dijo Rosana arrebatándole el apio.
—Está bien —accedió Julián—, pero no me eches la culpa si no sale bien.
— Va a salir bien —sonrió Rosana empujándolo levemente.
Julián atravesó la pista de baile en dirección a Harold, que estaba con los brazos cruzados y vestía, como de costumbre, pantalones anchos con tirantes.
—Hola, Harold, ¿qué te parece la música? —lo saludó.
—Siempre me ha gustado la música, ¿y a ti?
—A mí me gusta todo tipo de música —contestó Julián mirando a Rosana, que se estaba comiendo su rama de apio mientras los miraba atentamente—. Dalila está muy linda esta noche.
—A mí siempre me ha parecido demasiado delgada —contestó Harlod
mirándola.—¿De verdad? Yo he visto fotografías de cuando era más joven y era muy Linda —dijo Julián viendo que Harold se ponía celoso—. Pero que muy guapa, la verdad.
—Sí, pero está loca.
—Ya, pero seguro que podrías domarla. Una mujer como Dalila Fox necesita un hombre práctico como vos.
—Supongo que podría hacerlo si quisiera —contestó Harold hinchado de orgullo.
—Dalila no para de hablar de ti.
—¿Ah, sí? ¿Y qué dice? —preguntó el cartero intrigado.
«Que eres un viejo inaguantable», pensó Julian.—Bueno, ya sabes, de todo, ya la conoces. Le encanta hablar.
—Eso desde luego.
—Deberías sacarla a bailar.
—¿Ahora? ¿Delante de todos?
—Seguro que bailas muy bien.
—Cuando era joven, era el que mejor bailaba.
—Entonces, adelante —lo animó Julian dándose cuenta de que Dalila los estaba mirando—. ¿Ves? No para de mirarte.
—Lo hago sólo para darle una alegría.
Harold fue hacia Dalila mientras Julian miraba a Rosana y sonreía. Fue hacia ella, que se estaba comiendo un sándwich, y se sentaron en el sofá a observar cómo bailaban Harold y Dalila.
—Menos mal que Dalila no le dijo que no —comentó Julián.
—Eso es porque le dije que Harold lleva toda la noche intentando reunir valor para sacarla a bailar y que vos ibas a ir a hablar con él para animarlo.
—Eres un diablo. Nos engañaste a todos —sonrió Julián.
—Sí —contestó Rosana batiendo las pestañas y haciéndolo reír.
Julián miró a la pareja de nuevo.
—Seguro que cuando se termine la fiesta ya están discutiendo.
—Puede ser, pero al menos ahora tienen una oportunidad.
Julián se preguntó si ellos también la tenían o si Facundo destrozaría su futuro.
—Toma —le dijo sacándose una cajita del bolsillo.
Rosana la aceptó entusiasmada como una niña y la abrió para descubrir un alajerito que Julián había comprado en un anticuario.
—Tiene un mensaje dentro —le dijo.
Rosana lo abrió y leyó lo que Julián escrito en un trocito de papel.No podrás apartar la mirada de mí.
No podrás volver a pensar… he venido para llevarme tu alma.
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Atraccion Intensa
RomancePensaron que seria solo una noche, pero ni a eso llego. El encuentro entre ellos dejo una intensa Atraccion y fuerte deseo por parte de ambos. Secretos de las dos partes confundiran ese nuevo sentimiento que renace, pero aun asi nada los separa. So...