Julián sintió que alguien le acariciaba la frente y le retiraba el pelo de la cara.
¿Estaría soñando?
El salón estaba oscuro, apenas iluminado por la luna que entraba entre las cortinas.
¿No estaba viendo la televisión con la cabeza apoyada en el regazo de Rosana?
—Me he quedado dormido —dijo dándose cuenta de que seguía en la misma posición.
—Un ratito —contestó ella.
—Deberías ir a dormir.
—Prefiero quedarme aquí.
Lo cierto era que Julián también prefería que se quedara.
—Entonces, deberíamos cambiar nuestros sitios porque no creo que estés muy cómoda.
—Estoy bien. Me gusta que te apoyes en mí.
«Mi Rosi», pensó Julián.
Su dulce y perfecta Rosi. Había pasado una semana desde que le había dicho que los resultados de la biopsia habían sido negativos y, desde entonces, Julián daba gracias a Dios todos los días.
—Le voy a decir a Lorenzo que estamos juntos, que somos novios.
Julián sonrió.
—Te echo de menos, Rosana.
Rosana se inclinó sobre él y lo besó. Fue un beso cálido y placentero, un beso de pasión, placer y noches de verano.
—Pronto podremos volver a hacer el amor —contestó.
—No me refería al sexo —le aseguró Julián— sino a dormir contigo, a estar contigo.
—Yo también lo echo de menos. En cuanto le haya dicho a mi hermano que somos pareja, podrás quedarte a dormir conmigo. Quiero contárselo primero porque quiero que lo entienda, no quiero que entre una mañana en mi habitación y nos
encuentro durmiendo en la misma cama.—Qué bien lo estás educando.Lorenzo será algún día un hombre respetable.
—Eso espero.
En el silencio que siguió, Julián se quedó mirando las sombras que se
proyectaban sobre la pared. ¿Estaría la luna jugueteando detrás de los árboles?
Cerró los ojos y deseó poder ofrecerle algo más a Rosana, poder ser un buen hombre para ella y para su hermano.Rosana le acarició el pelo mientras él seguía con la cabeza apoyada en su regazo.
Rara vez había podido pasar momentos así con Gabriela pues estaban constantemente huyendo.
—Me sigue dando miedo.
—¿Lo que está ocurriendo entre
nosotros?—Sí —contestó Julián abriendo los ojos.
Volvió a mirar las sombras de la pared y se dio cuenta de que, efectivamente, estaban cambiando de forma.
Le pareció ver un cuervo, pero desapareció rápidamente.—A mí también —admitió Rosana—, pero es un miedo bueno.
¿Bueno? Julián se preguntó qué tenía de bueno estar con un delincuente.
Se enderezó, encendió una pequeña lámpara que iluminó la habitación y se giró hacia ella.
—Estaba esperando a que sacaras este tema —dijo ella abrazando un cojín—. Llevo toda la semana rezando para que dijeras algo.
—¿Por qué?
—Porque te quiero.
Julián sintió que se le encogía el pecho, estaba atrapado entre la ternura y la desazón. Lo cierto era que durante todo aquel tiempo el ladrón que habitaba en él había querido robarle el corazón, lo más valioso que tenía.
—Es culpa mía —le dijo.
—No es culpa de nadie. Simplemente, ha sucedido —contestó Rosana—. Daiana cree que tú también estás enamorado de mí, pero yo no estoy segura porque contigo nunca se sabe.
A Julián le hubiera gustado asegurarle que así era, pero se puso en pie y se metió las manos en los bolsillos.
—Ni yo mismo lo sé.
—Sé que has pasado una mala época en la que has perdido a tu esposa y
entiendo que no te sea fácil volver a enamorarte.—Aunque te dijera que yo también te quiero, eso no cambiaría el hecho de que tengo miedo.
Rosana lo miró a los ojos.
—¿Me quieres?
No podía mentirle pues ya le había dicho suficientes mentiras, y mentirse a sí mismo tampoco solucionaría nada. No era la primera vez que se enamoraba y sabía cuáles eran los síntomas.
—Sí —contestó.
—¿Me quieres? —repitió Rosana.
—Sí.
¿Quería que se lo pusiera por escrito ante notario?
—¿De verdad que me quieres?
—insistió Rosana mirándolo a los ojos.—Sí, maldita sea, te quiero, pero me siento como un toro al que van a marcar, así que no hagas movimientos bruscos.
Rosana se rió y se puso en pie. Al hacerlo, estuvo a punto de tropezar con la mesa.
—Ten cuidado con la pierna —le dijo Julián—. Si se te saltan los puntos…
Rosana se abalanzó a su cuello y Julián se dio por vencido. La abrazó y aspiró el aroma de su pelo.
—Esto no cambia nada —le dijo.
—Esto lo cambia todo —contestó Rosana apoyando la cabeza en su hombro—. Es un punto de partida, nuestro comienzo.
Julián la abrazó con fuerza y deseó que así fuera, pero sabía que no podía ser.
¿Qué tipo de comienzo sería aquél si de repente corriera peligro?
¿Qué pasaría si la mafia lo localizaba y Julián Rossini desaparecía para nunca volver?
ESTÁS LEYENDO
Atraccion Intensa
RomancePensaron que seria solo una noche, pero ni a eso llego. El encuentro entre ellos dejo una intensa Atraccion y fuerte deseo por parte de ambos. Secretos de las dos partes confundiran ese nuevo sentimiento que renace, pero aun asi nada los separa. So...