Julián abrió la puerta de su casa y Rosana lo siguió al interior con una caja de dulces en la mano.
Habían compartido dos postres riquísimos en el restaurante pues ella era tremendamente golosa, pero Julián había insistido para que se llevaran los que no habían probado, así que allí tenían todas las tartas de crema, los bollos de chocolate y los dulces de caramelo que había en la carta.
Cuando Julián encendió las luces, Rosana se dio cuenta de que estaba nerviosa de nuevo.
—¿Lo meto en el refrigerador?
—Sí, yo mientras te llevo la bolsa a mi habitación —contestó Julián.
—Muy bien.
Rosana metió los dulces en el refri, tomó aire y se dirigió a la habitación de Julián, de Julián Rossini, del que pronto se iba a convertir en su primer amante.
Al llegar, se lo encontró sentando en la cama quitándose las botas.
—Me estaba poniendo cómodo —sonrió.
Rosana se preguntó si ella debería descalzarse también. Cuando lo vio ponerse en pie, desabrocharse el cinturón y sacarse la camisa de los pantalones, creyó que el corazón se le salía del pecho.
—Tienes un cajón vacío para tus cosas —le dijo Julián.
Rosana agradeció la oferta pues, aunque sólo iba a pasar una noche con él, hacía que las cosas parecieran más normales, como si estuvieran de luna de miel o algo parecido.
Metió sus cosas en el cajón que Julián le había indicado mientras sentía su
presencia detrás de ella, observándola.—Qué bonito es eso —comentó.
—¿Esto? —contestó Rosana fijándose en el camisón que estaba guardando.
—Sí, póntelo.
—Pero si es para dormir —dijo Rosana girándose hacia él.
—Póntelo para mí.
Rosana sintió que las piernas le flaqueaban pues, mientras ella guardaba la ropa, Julián se había desabrochado la camisa y le veía el ombligo y la hilera de vello que nacía en él y se perdía en los confines de sus calzoncillos.
—¿Puedo pasar al baño? —le preguntó.
No estaba dispuesta a desnudarse delante de él.—Está ahí —le dijo Julián indicándole la puerta de al lado—. Te advierto que tiene dos entradas, una por aquí y otra por el pasillo, así que no olvides cerrar las dos puertas. Yo también intentaré no olvidarlo.
—Sólo voy a estar aquí una noche —dijo Rosana sacando su neceser de la bolsa.
—A mí me gustaría que fueran más.
—¿Más?
—Sí, me gustaría que te quedaras a dormir conmigo más veces.
Rosana sintió que el corazón le daba un vuelco.
—A mí, también —confesó—. No tardo nada.
—No te preocupes, no me importa esperarte.
Una vez a solas en el baño, Rosana se puso el camisón verde esmeralda y se
perfumó con un atomizador de flores. No sabía qué hacer con su ropa, así que la dejó allí bien doblada.
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Atraccion Intensa
RomancePensaron que seria solo una noche, pero ni a eso llego. El encuentro entre ellos dejo una intensa Atraccion y fuerte deseo por parte de ambos. Secretos de las dos partes confundiran ese nuevo sentimiento que renace, pero aun asi nada los separa. So...