10 Bajo la lluvia

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Effie Pov.

El tren acababa de llegar al Distrito 12 y con Haymitch estábamos en el vagón del comedor.  Teníamos unos minutos todavía, antes de bajar. Me pare de la mesa y fui a buscar el whisky, no tomaba tan seguido, pero necesitaba un poco de alcohol en sangre, para hacer la despedida de Katty y Rayan. Haymitch se paró al lado mío y se sirvió un vaso también.

Normalmente habría bajado del tren a mantener una conversación con el Gobernador, pero no estaba de humor.

“Es hora.” Dijo Haymitch. Termine me vaso, acomode mi peluca y poniendo la mas falsa de las sonrisas salí del tren.

“Bienvenida señorita Trinket” Saludo el Gobernador.

“Muchas gracias. Lamento la tardanza, pero tuve varios problemas…” Mire de forma significativa a Haymitch, para dar a entender que era su culpa.

Fuimos hasta el escenario, él dijo primero unas palabras. Y fue mi turno. Me acerqué al micrófono evitando ver las imágenes de ellos en la pantalla y a sus familias. Y me limite a decir el mismo discurso de todos los años.

Después fue el turno de Haymitch, no dijo nada muy distinto, pero pude ver en sus ojos que él estaba igual de afectado que yo por sus muertes.

Cuando terminamos fui directo al tren, y avisaron que demoraría más de lo normal en salir. Me mostré molesta e indignada, pero en realidad lo agradecía, necesitaba un abrazo de Haymitch en esos momentos.

Fuimos al edificio de Justicia y nos encerramos en una de las habitaciones. Nos sentamos en el sillón y nos quedamos ahí, abrazándonos un largo rato sin hablar.

“Perdón princesa, te falle.” Rompió el silencio después de un largo rato.

“¿De que hablas Haymitch?” No entendía su disculpa, ¿en que me había fallado?

“Te prometí que los mantendría con vida, y los mataron. Yo… perdón.”

“Haymitch, no tenés nada por lo que disculparte. Ellos iban a morir, y vos hiciste todo lo que pudiste para salvarlos. Fue culpa mía, por hacerte prometer una estupidez así. Y sobre todo por encariñarme tanto con ellos.” Lo hice mirarme a los ojos. No podía culparse por sus muertes.

“¿Cómo se supone que voy a vivir sin vos todo un año Effie?” Una sonrisa asomo en sus labios, después de unos minutos.

“Como lo hiciste todo este tiempo.” Le digo lo obvio.

“Si, pero tengo un problema con eso.” Lo mire entrecerrando los ojos. “No creo que mi hígado lo aguante mucho tiempo más, y el whisky es la mejor forma de alejar las pesadillas.” Hizo una pausa. “Bueno, el whisky, es bueno. Pero es mucho más placentero y divertido tener sexo hasta caer agotados en la cama.” No pude evitar reírme ante su comentario.

“Si, yo también voy a extrañar eso. Las pastillas para dormir no son tan placenteras.”

“Podemos aprovechar, y despedirnos.” Dijo y empezó a besarme, le respondí y estábamos a punto de subir las cosas de nivel, cuando tocaron la puerta.

“Adelante” Dije, mientras ponía distancia entre nosotros en el sillón y sacaba de mi cartera un espejo y maquillaje para arreglarme.

“Disculpe que no la haya acompañado señorita Trinket, pero tenía unos asuntos pendientes.” Era el Gobernador, le dedique mi mejor sonrisa.

“No se preocupe, aunque agradezco la compaña de alguien más, el señor Abernathy no es muy dado para socializar.” Le conteste sin dejar de mirarme en el espejo, pero con una sonrisa en mi cara.

Hablamos de varias cosas sin sentido, y Haymitch sólo se limitó a quedarse callado mirando un punto fijo en la habitación. Hasta que el Gobernador decidío ir a averiguar el mismo, porque no había noticias del tren y volvimos a quedarnos solos.

Me acerqué a la ventana, y me quedé ahí, mirando como era la vida en el 12.

Se había largado a llover, y desde esa ventana, podía ver la parte de atrás de la panadería. Vi que una niña de apenas 7 años, se acercaba al tacho de basura, supongo que buscaba comida por lo flaca que estaba, pero salió una mujer de la casa y por sus gestos no estaba siendo muy amable.

La niña morocha se alejó de la casa, no se fue muy lejos, se quedó bajo unos arboles cercanos. A los pocos minutos, pude ver que salía un niño, más o menos de la misma edad que la anterior, pero este era rubio. Tenía dos panes quemados en las manos.

Empezó a sacarle las partes quemadas y tirárselas a los cerdos que tenían en la casa. Una vez que le saco lo quemado al pan, tiro ambos panes en dirección a la niña. La había visto.

Vovio a entrar, y la niña salió corriendo de su refugio, agarro el pan y corrió todavia más rápido hacia la Veta.

No pude evitar que varias lágrimas cayeran de mis ojos. Cuando Haymitch se acercó a mí, me las saque de un solo movimiento.

“Estamos acostumbrados a esta vida.” Había visto lo mismo que yo.

“No es justo. En el Capitolio la gente vomita para comer más y acá la gente se muere de hambre.” Él me abrazo por la espalda, y me recargue en su pecho.

“No, no es justo. Pero así es como funcionan las cosas.” Me dio un tierno beso en el cachete y nos quedamos ahí, mirando la lluvia caer.

Hasta que entro nuevamente el Gobernador. Estaba completamente mojado pero con una sonrisa en el rostro.

“Ya solucionaron el problema señorita. Ya puede partir al Capitolio.” Dijo nerviosamente. No le caía mal, pero realmente prefería verme lo menos posible, lo sabía, y hasta lo entendía. Después de todo, yo solo venía para llevarme a la muerte a dos niños cada año y “disfrutaba” haciéndolo.

Le agradecí su amabilidad, el hospedaje en esa habitación y me fui.

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Buenas de nuevo!

Es súper corto ya lo sé!
Pero es un regalo por haber tardado tanto en actualizar, y porque seguramente hasta el martes no tenga tiempo de volver a escribir algo.

Al fin aparecieron el chico del pan y la chica bajo la lluvia😆😆

Espero que lo hayan disfrutado y tenido un lindo domingo!

Saludos!

Euge😄

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