Effie Pov.
Estaba por llegar el tren al 12. Este año ya son los septuagésimos segundos juegos del hambre, y nuestros tributos no habían logrado salir con vida del baño de sangre los últimos cinco años. Si no fuera por Haymitch y Cinna ya me habría vuelto loca.
Suspire cuando el tren se detuvo en la estación. Baje y me encontré con el Gobernador, nos saludamos y rápidamente le pregunté donde estaba Haymitch y porque no estaba ahí. Me dijo que no lo veía hacia semanas, así que fui a buscarlo a la Aldea de los Vencedores, habíamos llegado con tiempo de sobra.
Era la primera vez que caminaba por el 12, siempre había visto lo mismo y pasar por la Veta logro que se instalará un nudo en mi estómago. Todos me miraban mal, la mayoría ya estaba preparado para ir a la plaza y vi agentes de la paz, revisado que nadie quedará en su casa.
Al fin llegue a la Aldea y me quedé mirando el lugar. Si alguien cuidara ese lugar debía ser hermoso, pero no era el caso. Camine por hasta la puerta de Haymitch. Estaba a punto de subir las escaleras de la entrada, cuando un olor asqueroso llegó a mi.
Subi rápidamente y toque la puerta desesperada. El Gobernador había dicho que nadie vio a Haymitch en semanas, y ese olor que rodeaba la casa, no me daba mejores expectativas. No respondía, así que me atreví a probar la puerta, estaba abierto.
“¿Haymitch?” Llame una vez que entré. Seguía sin responder. “¡Haymitch!” Empecé a caminar por la casa. Me tropecé varias veces, hasta que mis ojos se acostumbraron a la oscuridad del lugar, con todas las cosas tiradas que había.
Lo vi en el sillón, acostado, con una botella vacía en la mano y aferrando su cuchillo en la otra. No se lo veía tranquilo, como cuando dormíamos juntos, estaba tan tenso que hasta tenía los nudillos blancos por sostener el cuchillo.
“Haymitch” Le toque la pierna para que despertara, no era lo mejor acercarme demasiado por si se despertaba desorientado. Se incorporó de un solo movimiento, con el cuchillo listo para apuñalar a alguien. “Ya, soy yo.” Le dije acercándome a él.
“Princesa” Tiro el arma en la mesa y me abrazo. “Perdón, no quería…”
“Shh… te extrañe” No necesitaba sentirse culpable, por algo sin sentido.
“Yo también princesa.” El abrazo dejo de ser delicado para pasar a ser de esos, en donde aferras a la otra persona como queriendo fundirte con ella. Se separó sólo lo necesario para intentar besarme pero le corrí la cara.
“No vas a besarme sin lavarte los dientes. Estoy más que segura que vomitaste anoche.” Me alejé de él y mire la habitación. “Anda a bañarte, la cosecha empieza en media hora.” Me dio un beso en el cachete y subió.
Abrí una ventana, necesitaba aire. Al fin un poco de luz llegó al lugar y no pude reprimir mi necesidad de ordenar, aunque sea algo de todo ese desastre. Levanté un par de botellas vacías, y las lleve a la cocina. Abrí también ahí la ventana. No me moleste en buscar comida para Haymitch, en el tren había de sobra.
“Realmente tenes un problema con el orden.” Me dijo divertido abrazándome por la espalda, mientras terminaba de lavar el último de los platos.
“Creí que ya lo sabías Abernathy.”
“Si Eff, pero no creí que fuera para tanto.” Me dijo divertido apoyándose en la mesada. Me acerqué a él y le di un suave beso en los labios. Quería cambiar el tema YA.
“Hola” Le dije alejándome sólo lo suficiente de sus labios.
“Hola princesa” Volvió a besarme y está vez fue un beso enserio. Lo pare justo cuando estaba a punto de subir las cosas de nivel.
ESTÁS LEYENDO
Detrás de cámaras
RandomEffie Trinket y Haymitch Abernathy se odian, eso lo sabe todo el mundo. Lo que no saben es lo que pasa cuando las cámaras se apagan y se quedan a solas