Ola de calor.

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Subo por un ascensor que seria la pesadilla de cualquier claustrofobico. Vuelto a mi infancia, estoy en un consultorio apunto de hacerme una ecografia gracias a mis ovarios poliquisticos que nunca me abandonan, pero esta vez lo hago sola, sin la compañía de mi madre y reconozco que es supremamente inexpresivo sin ella. El aire helado de la sala me acaricia el rostro y me estruja el estomago, hay tres personas en la sala que ignoran completamente mi intervención, tartamudeo un Buenos días antes de llegar a la recepción y mis bloqueos se amplifican con el eco de la sala.
La secretaria reposa con una mirada fría, ni siquiera me mira. Usa una maquina de escribir con teclas que son de un ordenador, no se si este consultorio sea estúpidamente hipster o el presupuesto se roba descaradamente... ah, no esperen hay un monitor al lado ¿Qué carajos pasa aquí?
A su costado un almanaque con un niño Americano sonriendo sin sentido me hace trasportar a 2004.
Me ordenan esperar y me acomodo sin remedio.                                                 Una mujer con un vestido hipnótico abre la puerta y  camina mientras sus tacones negro tamborilean el piso a medida que penetra en la espaciosa habitación.

Todos la miran.
Luego de unos segundos se registra y espera a una corta distancia de mi haciendo que mis ojos se calven en sus piernas inconscientemente cada vez que las cruza. 
Un señor que ronda entre los cincuenta años  esta sentado al lado del escritorio de la secretaria, y  mira a la mujer como si quisiera usar la telequinesis para romperle el vestido.
Yo solo la observaba y sin querer él y yo cruzamos miradas.
Él aparta la mirada al igual que yo.
Suena su teléfono y él contesta. Sube un poco el tono y pronunciando algo que hace que todos en la sala entren en suspenso, hasta la encantadora mujer de los tacones negro.          

—Tienes que tomar una decisión, no puedo seguir permitiendo que ese doctor me castre lentamente— Todos en la sala nos miramos incómodos, hasta la secretaria—

Él hablaba con una mujer sobre su disfuncion eréctil, frustración que llevo a confesarnos a todos que habría tomado dosis altas de viagra para buscarle un pronto solución.  Al recitar  su alarido finalizo con llamar a la mujer de la otra linea "nena", su tono cambio y todos comprendimos que era su hija. 

Me hizo recordar a mi relación con mi padre, porque es exactamente así, pero el mio no ha llegado a ese punto.
Yo me preguntaba intensamente a que se refería el señor o peor aun que padecía, pero el mismo se encargaría de resolver la duda a todos los que estábamos allí. Dijo que había visto a varios oncologos y eso disperso algunos de sus comentarios. Él no quería hacerse mas quimioterapia, para él era mas importante pagar su carro, porque decía que nadie lo iba a hacer por él. Por último su llamada se corto y luego de intentar dos veces puso la llamada sorprendentemente en alta voz, allí para su publico... escuchamos la voz de una joven que decía:

—No renuncies a vivir una vida plena solo por creer que vas a ser menos, por no poder ser como hace treinta años a tras ¿de que te vale la sexualidad si no estarás vivo?

Solo se escucho el aire acondicionado.

Tartamudo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora