"¿No tienes algo más hortera?"
Su padre se gira con lentitud, arqueando una ceja.
"Sí, un hijo."
Charlie suelta una suave carcajada, colocándose -más bien encajándose- el sombrero que le ha tendido su padre, dispuesto con una enorme ala que llama la atención tal vez demasiado, pero que logrará taparle su cara humana de las miradas del populacho. Ambos saben que se trata de una broma, pero algo dentro del pecho de Charlie se resiente cuando se da cuenta de que probablemente no puedan permitirse nada más que esos estúpidos sombreros de Dios-sabe-qué-época, y esas oscuras capas apolilladas que les llegan hasta los tobillos. No se trata de la indumentaria más segura para salir a una ciudad prohibida para los humanos, lo que demuestra sus ganas casi suicidas por disfrutar una vez más del Desfile Negro, pero tendrá que valer.
Lo más desquiciante de todo esto es que están seguros de que no serán los únicos humanos en acudir, ni de lejos. Charlie sólo espera que no haya ningún percance que pueda arruinar la celebración.
Al poco rato ya están listos y preparados, llevando sólo lo puesto. Billie tranca la puerta de la casa, mientras Charlie le echa un vistazo a la destrozada fachada; intenta recordar cómo era antes de que tuvieran que abandonarla a toda prisa hace nueve años, pero le cuesta. Le cuesta un infierno sustituir esos muros pelados y derruidos por algo parecido a un hogar. Por un momento sonríe, pensando en lo locos que están. Nadie en su sano juicio hubiera vuelto a Venom City tras los Años Oscuros. Pero si no, ¿a dónde ir? Las afueras no son más que campos devastados privados de toda vida. No es que les quedara mucho que perder...
Lo difícil en realidad es sobrevivir en la ciudad, pero de un modo u otro su padre se las ha arreglado perfectamente para ello, a diferencia de otras muchas personas que encuentran cobijo en los agujeros de las calles. Charlie observa la figura encorvada de su padre, encontrándola más envejecida que de costumbre. Una vez le preguntó cómo se las ingeniaba para conseguir el dinero para comer, pero su padre se negó a contestarle. Lo único que le replicó es que lo sabría cuando llegara el momento. Nunca se volvió a sacar el tema, aunque a Charlie sigue picándole la curiosidad. De todos modos, dedique a lo que dedique sus incursiones, de momento nunca les ha faltado el pan sobre la mesa. Y eso es lo importante.
Desearía poder ayudarlo. Poder serle más útil. ¿Pero qué diablos hace un crío humano como él en una ciudad infestada de Ecos? ¿Repartir periódicos? Las patrullas se lo cargarían al primer avistamiento. No, lo mejor que puede hacer es asegurarse de que la casa no se caiga a pedazos, que ya es bastante. Es lo único que les queda de una vida mejor, y no está dispuesto a dejar que Revenge les arrebate eso también.
"¿Te vas a quedar ahí todo el día?"
Charlie agita súbitamente la cabeza, saliendo de su ensoñación. No se había dado cuenta de que su padre ya se ha puesto en marcha, esperándolo en la entrada de la verja.
"Venga, muchacho, ¡que no llegamos!"
Charlie simplemente asiente, recuperando sus pasos con rapidez. Sí que tiene ganas su padre por coger un buen sitio... La Plaza Mayor no queda excesivamente lejos, pero es mejor mantener todos los sentidos en alerta. A medida que se van acercando a la civilización, más figuras y siluetas engalanadas de todas las clases van apareciendo por el camino, avanzando en la misma dirección. La mayoría son humanos que se van uniendo a su marcha, tal y como ambos habían previsto. Todos ellos con los rostros ocultos tras sombreros, máscaras o capuchas. Todos ellos cabizbajos. Y con razón, piensa Charlie; a sus espaldas cargan con cadáveres, hogares rotos y vidas despedazadas. No todo el mundo puede permitirse el lujo de sonreír. Por algún motivo, Charlie y su padre siguen intentándolo, aunque no siempre sepa igual.

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Bienvenidos al Desfile Negro
FanfictionTras años de oscuridad y pérdida, Charlie por fin se levanta con la expectativa de poder olvidar por un día la miseria en la que ahora se basa su existencia. Esa misma mañana va a asistir con su padre al célebre y mágico Desfile Negro, con la intenc...