VII

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(¿Recordáis cuando dije que no iba a cambiar el guión original?

Ya, pues...)

***

Le suda tanto la mano que piensa que en cualquier momento la pistola va a salir volando por su cuenta. Y eso que intenta sostenerla lo más firme que puede, pero le parece que cuando intenta moverse lo más mínimo todo su cuerpo se pone de acuerdo para temblar como un puñetero flan y ponérselo más difícil. Aun así, trata de suspirar y mantener la calma; con tal de acabar con la tensión lo antes posible, aprieta el gatillo lo que cree que son tres veces, hasta que el cartucho se descarga.

"Has vuelto a cerrar los ojos." Replica su padre a sus espaldas.

Charlie relaja los hombros al instante, sintiendo los brazos realmente entumecidos. Va a tener unas agujetas históricas mañana por la mañana.

"No puedo evitarlo, créeme." Asegura mientras gira los hombros para descargarlos, y al hacerlo escucha un gran crujido en uno de ellos. "Argh, maldito retroceso."

"Necesitas entrenar esos bíceps, muchacho." Sonríe su padre, posándole la mano sobre el hombro. "Pero mira, vas mejorando."

Si por mejorar se refiere a que de tres tiros a medio-acertado uno, entonces sí; ha sido todo un éxito. Bueno, al menos la bala no ha terminado en la diana contraria. Eso ya es un avance.

"¿Podemos descansar un rato?" Pide con el ceño fruncido, sintiendo que le duele todo el cuerpo más de lo normal.

"Sí, de hecho iba a dejarlo por hoy. Tengo que atender unos asuntos en administración." Asegura su padre, estirando la espalda. "La dura vida de ser viejo."

"¿Puedo ir?"

"No creo que te interese tener que rellenar papeleo. Mejor descansa, y toma agua con azúcar. Mañana no podemos permitir que las agujetas en los brazos te impidan practicar."

Charlie está un poco hasta las narices de todo este entrenamiento. Correr, hacer flexiones, disparar... El puñetero agua con azúcar, que no sirve absolutamente para nada. Al principio tiene su gracia, pero cuando ya llevas unas cuantas horas echadas en la materia, la cosa empieza a perder encanto. Especialmente cuando no logras dar una con la pistola.

Pero también comprende que se ha metido en esto él solito, y ahora no está dispuesto a echarse atrás. De hecho, a pesar de todo el esfuerzo físico que ello conlleva, todavía tienes las fuerzas necesarias para aguantarlo, ya que lo único que visualiza es el resultado final. Es lo que hará que todo esto merezca la pena, se dice, y por tanto tiene que estar a la altura cuando llegue el momento.

"¿Qué tal le va a nuestro Llanero Solitario?"

Billie se gira para ver que Gerard ha pasado a saludarlos. A juzgar por la expresión de su cara, ha tenido un día bastante ajetreado; parece derrotado, aunque intente ocultarlo tras un semblante amable y alegre. Probablemente echar un vistazo a sus amigos le sirva para desconectar un poco de su trabajo.

"Sigue vivo, que ya es algo." Bromea su padre, despidiéndose del rubio. "Lo siento, tengo que irme a practicar mi firma."

"Intenta gastar los menores bolis posibles." Sonríe el otro, cruzándose de brazos.

"No prometo nada." Entonces lanza una mirada a su hijo, haciendo un gesto breve con la cabeza. "Nos vemos en la cena."

Charlie asiente, despidiéndose vagamente con la mano. Dios, no puede ni levantarla. En el contrato no ponía nada de que tendrían que acabar amputándole las extremidades por el dolor.

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