Ella siempre iba a ser mi debilidad, mi ultimo suspiro.
Siempre se aparecía en lo más recóndito de mi ser para despertar aquel sentimiento de verano.
Siempre fue pequeña, rodillas chuecas, perfecta sonrisa.
Amaba el sol en su cara, el agua en sus tobillos y acurrucarse en mis brazos.
Fue el amor que nunca pudo florecer, fue mi mayor dolor, mi peor pecado, pero ante todo, fue mi Lolita.
