Llamémoslo dependencia,
llamémoslo soledad, llamemos al
hecho de vernos algunas veces a la
semana "amor forzoso", llamemos
a tus besos, mentiras y llamemos a
tus mentiras maneras de
capturarme y a tus maneras de
capturarme "como enamorar a una tonta".
Llamémosle a este conquistador:
drogadicto, amor de mi vida, mi
peor pesadilla y llamemos me su
tonta, su partida ya ganada, su Afrodita.
Que éramos y quienes éramos ya
estaba definido en mi cabeza, solo
faltaba explicárselo y ponerlo
nuevamente en practica.
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