Doce

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Londres.

Lush life comenzó a sonar en el teléfono de Ana mientras estaba tumbada en la cama pensando en lo que su amiga le había dicho. Se encontraba mucho mejor. Tris tenía razón. De alguna manera se había refugiado en el sexo como un borracho lo haría en la bebida y esa no era la solución. Debía pensar, centrarse un poco en la carrera y dejar la práctica atrás por un tiempo. Solucionar la bronca con ella había sido mucho más fácil de lo que parecía.

Cogió el móvil casi a punto de que saltara el buzón, era Sara.

-Hello darling* –canturreó una voz al otro lado de la línea-¿Qué tal?

-Bien, aunque creo que no mejor que tú –rió Ana por la voz de su amiga- ¿Estás borracha?

-No idiota –le contestó con burla-. He conocido a Sam.

-¿Y estás así de contenta? Pásame a Rafa, tienes que estar borracha, con lo celosa que eres tú, esto no es normal...

-Primero, deja a Rafa que está hablando con su ex tranquilamente. Segundo, no soy celosa... me gusta cuidar lo que quiero.

-Bonita descripción de celos, llamaré a la RAE para que la añadan a su nueva edición –se burló Ana.

-Igualmente, no puedo decir mucho de Sam, lo único que sé es que es muy majo, simpático y no tiene interés alguno en Rafa pues nos han dicho que está prometido y que...

-Espera, paara el carro. ¿Sam es un tío?

-Ajá.

-Ya veo de donde viene tanta felicidad...-murmuró entre dientes riendo-. ¿Y está prometido? ¿Pero qué edad tiene?

-¿Aún sigues con eso? Para el amor no hay edad. De todas formas, es algo mayor que nosotros. Y he de decir que mi novio tiene buen gusto para ambos sexos, está como un jodido queso...

Eso provocó en Ana una carcajada limpia. Una que hacía tiempo que era difícil de poder escuchársela.

-¿Y tú con Patri? ¿Cómo va la cosa? –preguntó Sara al rato.

-Solucionado –dijo con una sonrisa-. Además, hemos estado hablando largo y tendido sobre cosas que te contaré mañana, cuando vuelvas y hemos llegado a una conclusión.

-Ilumíname.

-Voy pasar una temporada en abstinencia.

Esto provocó una risa tan fuerte en Sara que hasta los chicos que estaban dentro de la cabaña poniéndose al día, salieron a ver que ocurría. Ella les dijo con un gesto que no era nada y luego pidiéndole perdón a Ana, le dijo que era una buena solución. Al cortar, aún no se creía lo que su amiga iba a intentar hacer.


*Hola cariño


Sexóloga en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora