-Ey, Mikel –consigue decir el catalán por fin-, ¿qué tal el viaje?
-Bien, bien.
-Ah. Que bueno.
-Bueno, ¿y tú qué haces aquí? ¿Has vuelto para quedarte? –preguntó el vasco intentando que su amigo se sincerase antes de atacarle.
-No, que va... sólo estaba haciéndole compañía a la canaria. Ya sabes, cuando la dejaste –recalcó esa palabra para que se diese cuenta de que ahora estaba libre-, se quedó muy tocada, a mí no me molestaba venir con ella...
-Qué buen amigo eres de verdad eh -añadió con sarcasmo-. La verdad es que fui un completo gilipollas al dejarla. Quiero hablar con ella, dejarlo todo claro ¿sabes? No sabrás si está con alguien ¿no?
-Pues la verdad es que no tengo ni idea.
La cara que Mikel expresaba era de confianza plena en el que una vez llamo amigo, ya estaba acostumbrado a mentir, por una vez más no pasaría nada. Jordi no sabría nada hasta que lo atacara de verdad. El catalán estaba desconcertado, el vasco estaba demasiado tranquilo. Era imposible que no supiera nada, y menos con el mensajito de ayer de Tris.
Buff... Tris. Se sentía tan culpable consigo mismo por dejar de hablarle de un momento a otro. En realidad sabía que ellos conectaban pero, con Ana era algo... extraño. Igualmente, hoy le mandaría un mensaje.
Mikel está más seguro que nunca. Ella todavía lo quiere. En ese momento en el que sus ojos conectaron, sintió algo que no podía describir, algo como lo que aparecía en las historias de amor imposibles. Esas como las que su amiga Nekane le ha hablado tantas veces, y no ha sido hasta ahora que se ha dado cuenta.
En las calles de Londres...
"Pero, ¿qué coño ha sido eso?" no puede dejar de pensar en eso. Esa pregunta gira en torno a su mente desde que sus ojos tomaron contacto con los de su ex. Si bien ya estaba confundida respecto a lo que realmente Jordi busca en ella, ahora se ha sumado la llegada del vasco.
Lo único que le apetece es correr hasta cansarse, hasta no parar más, hasta que sienta la necesidad de reventar. Porque prefiere que su cuerpo sea una vez el que padezca, su mente ya está lo suficiente colapsada por hoy.
Aún así no puede dejar de pensar en ambos, en los buenos momentos que ha tenido junto a ellos. "Dios... con lo fácil que era no sentir nada." Y saber que si hace unos meses alguien le dijese que pasaría por eso, se hubiera reído en su cara y lo habría llamado loco.
Sigue pensando y mirando al suelo, lo prefiere así, no tiene que preocuparse de saber por donde van, se sabe el camino de memoria. Lo que ocurre, es que a unos pocos metros se encuentra una esquina en la que un chico igual de confuso corre a su dirección. Los dos sin darse cuenta, están a punto a chocarse de frente, tal y como finalmente ocurre.
-Ten cuidado... -grita ella una vez en el suelo, aunque se arrepiente al instante al darse cuenta de donde vive. Pero las palabras en inglés no le salen como siempre, esta vez le cuesta y debe pensarlas, un inconveniente al vivir con españoles. Está a punto de hablar cuando el chico la interrumpe.
-Tranquila, tú también miras al suelo –pronunció en un mal español. Fue lo que le llamó la atención suficiente para observarlo. Era un chico rubio de ojos celestes que por lo que parecía era muy alto.- ¿Estás bien?
ESTÁS LEYENDO
Sexóloga en apuros
HumorHan pasado algo más de tres meses desde que Ana, Mikel, Rafa y Jordi se conocieran y comenzaran a compartir piso. Durante ese tiempo han ocurrido cosas que no aún no se han resulto. Pronto acabaran las vacaciones de Navidad, ¿serán capaces de volver...