Ocho

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Natalie despertó por el fuerte ruido en la planta baja. Jael gritaba emocionado por lo que se levantó y vistió rápidamente en lugar de bajar con su pijama. Jael sólo se emocionaba tan temprano si había visitas.

Abajo se encontraba su padre jugando con el pequeño.

Eduardo sonrió hacia su hija y luego besó la suave mejilla del tierno niño.

Natalie sabía lo que venía a continuación, habían pasado tres meses desde la última vez que habló con su aún esposo, Nick. En realidad ella llevaba unos cuantos días pensando en ir a verlo, hablarle sobre su hijo y pedirle el divorcio. Había contactado a un abogado pero algo le impedía proceder con los trámites.

Ella había sentido un fuerte alivio cuando Nick estuvo fuera de peligro porque de alguna u otra manera él había formado parte importante de su vida. Había sido su primer amor y ellos compartían lo más bonito que pudo haberles pasado. Tenían a Jael, que era idéntico físicamente a él, pero con el dulce corazón de ella.

-Tienes que decirle hoy mismo Natalie -Eduardo, su padre, le frunció el ceño. Habían ido a desayunar a un pequeño local con una comida sensacional, Diego había querido ir pero Eduardo negó con fuerza. No es que no fuera un buen chico para su hija, porque realmente lo era, la había aceptado con un bebé y con una terrible carga emocional pero sabía que no estaban destinados a estar juntos. Natalie y Nicolás se pertenecían.

-Él está estancado en los dieciséis años papá, probablemente para su cerebro incluso es virgen.

Las mejillas de su padre se tiñeron de rojo. Probablemente porque era demasiada información pero Natalie se sentía enojada y no iba a detenerse por la vergüenza de su padre.

-Nat...

-Si le digo voy a hacerlo sufrir.

-Merece saberlo. Jael merece conocer a su padre.

-Diego es...

-Diego no es su padre. Nick no lo abandonó, no tienes porqué quitárselo.

++

Nick se veía en el espejo y no se reconocía, la barba le había crecido considerablemente de nuevo, su hermano, le había dicho que así solía verse antes de su operación por lo que decidió dejarla así, quizá de esa manera los recuerdos llegaran a él.

Peinó su cabello y luego se puso la ropa que recién él y su hermano habían comprado. No es que quisiera verse bien para Natalie, pero ya que iban a reunirse en una cafetería por lo menos debía lucir presentable.

Dijo que quería contarle más sobre lo que había pasado con ellos y él había accedido.

El chofer de la familia lo llevó hasta el lugar de reunión y Nick pidió un té con una rebanada de pastel mientras esperaba a la chica que aún le robaba el aliento.

++

Natalie llegó veinte minutos antes que Nick, pero no se atrevió a entrar hasta quince minutos más tarde de la hora acordada, esperó hasta que su pequeño estuvo dormido y lo tapó, así Nick no podría ver lo parecidos que eran. No quería que se asustara tan pronto, quería hablarlo con él detenidamente.

-Hola.

-Hola -Nick frunció el ceño al ver el pequeño bulto envuelto en sabanas de bebé-. ¿Tienes un hijo?

-Sí, es mío. ¿Querías que llenara los espacios vacíos? Estoy aquí para eso.

El pecho de Nicholas se apretó y asintió.

-¿Nosotros estuvimos mucho tiempo juntos?

-Lo estuvimos, desde los dieciséis, hasta los veintiuno, cuando...

-Entiendo. ¿Qué pasó durante ese tiempo?

Natalie sonrió con tristeza.

-Éramos la pareja más feliz del universo. Todo iba a la perfección, recuerdo que llevábamos un buen tiempo saliendo y tú comenzaste a actuar raro. Pensé que ibas a dejarme -una única lagrima resbaló por su mejilla-, resulta que sólo estabas nervioso. Me llevaste a un muy lindo restaurante y me dijiste las palabras más hermosas jamás dichas, luego me pediste que me casara contigo.

Nicolás no podía creer una sola palabra de lo que Natalie decía. Por supuesto que se veía casándose algún día, pero en su mente aún tenía dieciséis, eso no era algo que un chico de esa edad pudiera pensar.

-Fuimos tan felices durante ese tiempo. Tuvimos una boda increíble. Fuiste perfecto dejándome hacer una boda de cuento de hadas.

Ella acomodó a su hijo y sacó unas cuantas fotos de su bolsa que luego le ofreció a Nick.

Nicolás las tomó. La primera era de ellos dos, probablemente de unos dieciocho años, lucían felices y enamorados. En la segunda, ambos lucían sonrientes mientras Natalie mostraba el hermoso anillo de compromiso.

Nick estaba a punto de colapsar en el piso del café. Cada foto estaba repleta de buenos momentos de los que él no tenía idea.

Su cabeza iba a explotar con las pequeñas imágenes que comenzaron a formarse. En su mente, Natalie le sonreía mientras él le cantaba su canción favorita, estaba muy desafinado pero ella parecía tan emocionada que nada más importaba.

Otra imagen llegó. Natalie brincaba con emoción, mientras le mostraba algo a Nick.

-¿Qué pasó entonces?

-Nada -Natalie se encogió de hombros. Jael se quejó. Él últimamente no dormía mucho en el día así que probablemente era el momento de decirle a su aún esposo-, resulta que después de un tiempo casados, nosotros tuvimos una sorpresa. Había estado sintiéndome mal durante unos días y fui al doctor. Nosotros no estábamos planeando un hijo, simplemente pasó.

Nick miró al pequeño bulto moviéndose. La cobija cayó y dejó al descubierto su cabello oscuro, tan oscuro como el de él.

-Nat...

-Cumplirá tres en unos meses. Tenía cuatro meses de embarazo cuando tú...

-¿Tengo un hijo?

Y como si Jael lo supiera, empujó sus cobijas y se levantó dándole una mirada adormilada.

Si comentan me sentiría muy feliz. En serio, además he terminado la historia y me dolió bastante. Sus comentarios me haría feliz. <3

Cuando las hojas caen [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora