Capítulo VI

6.3K 509 26
                                    

Charlotte

Después de aquella confesión, había llegado a la conclusión de que mi vida sólo estaba basada en grandes mentiras.

Había llegado a imaginar, que hubiera pasado si mi madre no me hubiera encontrado en aquel escalón.

¿Tanta carga suponía un bebé para un Duque?

No comprendía como siendo nieta de un hombre tan importante, había llegado a ser una sirvienta.

Pero a ese señor no le dedicaría ni un saludo. Puesto que él podía llevar mi sangre, pero no significaba nada para mí.

¡'¡'¡

Sentada en la pequeña salita junto a mis hermanos, estábamos jugando cuando de repente, mi padre me solicitó que fuera al mercadillo que se encontraba en el centro de la ciudad frente a una iglesia.

Por lo que ahora estaba caminando por una de las calles más famosas que me llevarían hasta allí.

Por el lado derecho, transitaban la mayoría de la gente con alto nivel económico. Vestían de forma elegante, y eran recogidos por carruajes hermosos que aparcaban en las orillas.

En cambio, por el otro lado acostumbraba a pasar la gente pobre, los criados que salían a trabajar diariamente, mendigos que buscaban algún lugar para pasar la noche y varios niños corriendo con alegría.

Al llegar, compré todo lo que me pidió mi padre teniendo en cuenta el costo de las cosas. Me despedí del hombre que estaba vendiendo distintos productos y luego me alejé un poco, volviendo de camino a mi casa.

Sin embargo, en un preciso instante pasé frente a la parroquia y logré identificar a dos mujeres mayores, además de habladoras, que llevaban puestos unos vestidos bastante bellos e iban bien peinadas.

No era típico en mí escuchar conversaciones ajenas, pero al oír el nombre de William salir por la boca de una mujer, me hice la distraída y agudicé el oído.

—Dicen que William Bleckford, el heredero de los condes, posiblemente contraerá matrimonio con una bella joven.

—Nadie sabe bien con quién será, pero me han dicho que seguramente se trata de Rebecca Hamilton.

—¿Quién es esa joven? Me suena un poco el nombre, pero no logró recordar —preguntó la mujer más mayor de las dos.

—Es increíble que a día de hoy no reconozcas su apellido. Es la primogénita de el Marqués Elliot Hamilton.

La otra mujer abrió los ojos como platos y luego asintió rápidamente con la cabeza.

—Tienes razón, el otro día me comentaron lo mismo en el parque central. Y creo que es verdad, ellos dos están comprometidos.

Incapaz de inspirar aire, me quedé estática con los talones clavados en el suelo y dejando caer los alimentos que habían rodado en diferentes direcciones.

Allí mismo, me dejé caer de rodillas y empecé a llorar sin consuelo.

William se casaría.

Y yo me sentía usada...¿acaso aquel beso no significó nada para él?

Negué en mis pensamientos haciendo brotar más lágrimas de las que habían salido hasta ahora por mis ojos.

Las dos señoras que estaban hablando anteriormente, me observaron de manera extraña, mas no dijeron nada y se fueron.

Me levanté del suelo ignorando las miradas curiosas de los presentes y salí de ahí. Dejando atrás todo lo que había comprado, dejando atrás a todas aquellas personas, y dejando atrás una pequeña parte de mi corazón.

Sentía que era un juguete, un día lo usabas y al otro lo dejabas tirado.

Y en este caso, William prefería renunciar a lo que decía sentir por mí, a casarse con aquella joven.

Pero ella tenía una gran ventaja sobre mí. Poseía múltiples cualidades que yo en cambio no tenía.

Ella era rica, seguramente muchísimo más guapa que yo, tenía trajes bonitos y muchas cosas más que no podría decir sin verla antes.

¡'¡'¡

Al llegar a mi hogar con los ojos rojos e hinchados y encima sin todo lo que había comprado, mis padres se alarmaron.

Sin embargo yo fui directa a mi habitación y me eché a llorar en la pequeña almohada sin hablar con nadie.

—Charlotte... —murmuró mi madre.

Pero yo no contesté.

—Mi niña, ¿qué te sucede? —dijo sentándose en el borde de la cama.

—Por favor madre, déjame sola —sollocé.

Ella me observó con el ceño fruncido y no muy convencida salió de allí dándome un beso en la frente.

Odiaba que me viera llorando de esta forma.

Odiaba parecer tan vulnerable, sin embargo ahora eso no debía importarme tanto.

Al darme la vuelta, me fijé en la carta que me había enviado días atrás.

Estaba siendo algo masoquista conmigo misma, pero necesitaba leer otra vez aquellas palabras escritas sobre el papel.

"No sabes todo lo que te hecho de menos, estar aquí sólo sin nadie con quién reír, no es lo mismo.

Espero volver pronto, besos:

WILLIAM BLECKFORD"

Al leer eso, una sonrisa lánguida asomó por la comisura de mis labios.

¿Todo era mentira? ¿Realmente en ese momento me había echado en falta o simplemente era una broma para humillarme?

A pesar de eso, no lo veía capaz. Lo conocía desde hacía años y no creía que llegara a burlarse de mi para hacerme sentir inferior.

Porque él había sido un gran amigo en mi niñez. Habíamos leído todas las tardes bajo un viejo árbol al cuál le teníamos mucho cariño y muchas veces me había colocado flores en el cabello haciéndome lucir hermosa.

Pero el destino era cruel y eso sólo eran recuerdos.

Estaba enamorada, y no quería convencerme totalmente de ello. Me aterraba la idea de pensar en ello, sin embargo ya el destino había jugado sus cartas.

Y con cansancio por el largo día, volví a la cama y me acurruqué entre las sábanas cayendo poco a poco sobre los brazos de Morfeo.

Habían unos niños que me llamaban mamá y reían sin parar, a mi lado se encontraba William mostrando una perfecta hilera de dientes blancos y mirándome con amor.

Juntos dirigimos nuestra vista a la pequeña ventana que había en el lado izquierdo y allí pudimos disfrutar del atardecer donde el sol descendía hasta desaparecer detrás del mar.

¡'¡'¡

Editado

¡Hola! Nuevo capítulo editado. Que conste que ya tengo el final escrito, no se asusten😊 pero debo acabar la edición.

Lo intentaré hacer lo más rápido posible, sin embargo, si me retraso quizás un día...es por las clases.

En fin...😘😘😘besos y feliz San Valentín jajaja😄😉

La SirvientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora