De pronto, volví a abrir los ojos y logré escuchar otra vez las voces de Lady Cecile y William, sin embargo, éstos parecían no haberse dado cuenta de mi estado, puesto que no paraban de discutir.
Las palabras de William seguían grabadas en mis pensamientos.
"Eso no es cierto, yo nunca he amado a esta criada, mi corazón le pertenece a Lady Rebecca"
Estaba dolida y me sentía humillada. Todo por su culpa.
¿Acaso cuando me besó, él no sintió nada? ¿Realmente jugó con mis sentimientos?
Con sigilo, me levanté del suelo y salí de la habitación siendo nuevamente ignorada por ellos.
—¡Ey, hola! —me saludó Ethan.
—¿Qué haces a...aquí? —sollocé.
—He comenzado a trabajar en esta casa, ahora no te sentirás tan sola.
—Interesante...
—Ahora dime, ¿qué te sucede? —preguntó preocupado.
Mis ojos se cristalizaron otra vez y al momento, me vi envuelta entre sus brazos haciéndome sentir un poco mejor.
—Yo... —no pude terminar de hablar, mi voz estaba completamente quebrada.
—Tranquila Charlotte —susurró cerca de mi oído.
—Ethan, tú no lo entiendes...
—Si me contaras el motivo de tu tristeza, quizás pudiera servirte de ayuda.
—Está bien, pero no aquí —respondí haciendo un puchero.
Ethan afirmó y salimos de ahí abrazados, sin importarnos que pudieran vernos.
—¿Ahora puedes contármelo?
—Sí —afirmé.
De esa forma, inspiré aire y me armé de valor. Le confesé el asunto de mis verdaderos padres, le confesé que la futura mujer de el heredero era mi hermana biológica y también le conté la frustración que me causaba William en estos momentos.
Él había dicho que no me amaba.
—Tienes una vida complicada —comentó.
—No eres el único que lo piensa —suspiré.
—¿Y has llegado a pensar en la parte positiva?
—¿Qué parte positiva puede tener una vida llena de mentiras? —interrogué—. ¡Todo ha sido una farsa!
—Qué pesimista... —contestó mientras negaba levemente con la cabeza—, pues claro que tu vida ha tenido momentos bonitos.
—Llega un día en el que descubres que no todas las cosas hermosas relucen y algún día su luz puede apagarse.
—No estoy de acuerdo contigo —chasqueó la lengua—. En primer lugar, tuviste la oportunidad de aprender a leer gracias a un conde, y te recuerdo que la mayoría de las personas que no pertenecemos a la nobleza somos pobres. En segundo lugar, tus padres te aman y has descubierto una nueva familia, la cuál te abandonó pero tu madre siempre te echó en falta.
—¿Por qué no puedo ser tan optimista como tú?
Él se encogió de hombros.
—Me gusta mucho tu forma de ser Ethan.
El dejó escapar una carcajada.
—¿Por qué?
—Porque a pesar de padecer momentos malos, tú siempre ves el lado bueno y aunque estés triste, todos los días veo una sonrisa en tu rostro.
—Gracias —dijo dándome un beso en la frente.
Yo me estremecí ante su contacto y mis mejillas se ruborizaron al instante.
—Adiós Ethan.
—Adiós Charlotte —se despidió aún más sonriente que antes.
¡'¡'¡
—Charlotte, el señor Bleckford ha pedido que acudas a su despacho —me informó el mayordomo al verme fregando los suelos del pasillo.
—Ahora voy... —me sentía cobarde. Me daba miedo verlo a la cara.
Me encaminé a pasos lentos a su oficina y cuando llegué a la puerta intenté tocar pero no era capaz.
Sin embargo, no podía negarme a acudir allí. Era una orden y yo debía acatarla.
Toqué la puerta.
—¿Quién es?
—Char...Charlotte —titubeé.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó al verme.
—El mayordomo me ha avisado de que tenía que venir por orden tuya.
Él pareció meditarlo unos segundos y luego habló.
—Posiblemente el que te llama es mi padre —contestó—. Hoy ha vuelto de su último viaje, aunque me extraña que te solicite en su oficina.
Normalmente, el padre de William hubiera descansado al volver de un viaje. Pero esta vez me llamó a mí.
—Gracias, entonces me voy –respondí con el semblante serio.
Él cerró la puerta sin despedirse y yo seguí andando hasta el fondo del pasillo donde se encontraba una gran puerta.
Antes de tocar, una voz grave me interrumpió.
—Pasa.
Entré e hice una reverencia.
—¿Me llamaba milord? —pregunté.
—Sí, tenemos que hablar.
Esa frase indicaba algún problema.
—Siéntese.
Obedecí a su orden sin rechistar y tomé asiento. Lord Bleckford siempre causaba temor entre los sirvientes, pero sobre todo un gran respeto.
—¿Qué ha sucedido en mi ausencia con el compromiso de mi hijo? —dijo con seriedad.
—Na...nada.
Él me lanzó una mirada de reproche pero aun así, no elevó el tono de voz como hubiera hecho su esposa. Al menos este hombre poseía un buen rasgo.
—Según mi mujer, usted dejó a la prometida de mi hijo sin tomar las medidas de su vestido para correr por fuera del condado.
—Tiene una explicación —interrumpí.
—No he terminado —dijo—. Mi mujer también ha dicho que usted ama a mi hijo, ¿eso es cierto?
—No.
—Espero que no me haya mentido, ya puede salir para continuar con sus labores —ordenó—. Pero, si me llego a enterar de que sientes algo por William, no dudaré en tomar las medidas que pensó mi esposa.
Un momento...¿qué medidas?
¡'¡'¡
Editado✔️
¡Holaaa!❤️
¿Me echaron de menos?🙈🙈💕💕¡Yo a ustedes sí!
Bueno, y ahora me despido wuajajajajaja 😈(es que no sé que poner en la nota)😂😅
¡Nos leemos!😘😘❤️
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La Sirvienta
Historical FictionUn amor prohibido circula por el condado de Bleckford. ¿Lo conseguirán mantener en secreto William y Charlotte? ¿Conseguirán superar los murmullos de la sociedad? Y lo más importante, ¿serán felices? Ella se crió en una familia humilde desde su ni...