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El prefecto nos detuvo, anotó en su lista de castigo a Santiago, Samuel y a mí; genial, hoy no puedo ir temprano a casa gracias a esa bola de idiotas.

—Gracias

—Samantha, no te enojes

—¡Me metes en problemas otra vez!

—Pero...

—Sólo no me hables

Caminé hasta mi salón, estaba más allá de enojada, ellos dos estaban en su mundo como si nada importara.

—Sam, ¿qué pasó?

—Esos dos idiotas y su bola de amigos me metieron en problemas

—Te lo dije...

—Dices algo más y te golpeo

—Ya no digo nada, ¿qué consecuencias tienes?

—Castigo hasta las tres

—Te quedarás tres horas

—No ayuda saber eso

—Bueno, ya no te digo más, en la noche paso por ti

—¿Para qué?

—Porque iremos a la fiesta

—Otra

—¿Qué? Sabes que no me rendiré

—Bueno, ¿a qué hora?

—A las siete

—Bueno, ¿qué han visto?

—Nada, siguen haciendo sus presentaciones

—Bien, no me pierdo de nada interesante

—No, Sam...

—¿Qué?

—Hoy no iré a tu casa, iré con mi novio

—Está bien, yo tengo castigo

—¿No te molesta?

—No, ¿va a faltar a clases?

—Sí

—Bueno, entonces te veré hasta la noche

—Sí, iré por ti a tu casa

—¿En qué iremos?

—Tiene licencia provisional

—Ah, en fin...

Mis clases fluyeron normal, ya que los Profesores seguían haciendo sus presentaciones y alguno que otro examen de diagnóstico, al final tuve que ir a la biblioteca para mi castigo de tres malditas horas en silencio.

—¿Vas a entrar?

—Debo hacerlo o el prefecto me tendrá en la lista negra y no quiero ser como tú comprenderás

—Bueno, quédate y te aburrirás por tres horas

—Te recuerdo que el castigo fue por tu culpa

—Ven, vamos a escaparnos de ese castigo

—No, ya te lo dije

—Bien, adiós Sam

—No me llames así

—¿No?

—Idiota

—Ya, tranquila y vamos a divertirnos

—No compartimos la misma definición de diversión

—Te aseguro que la mía te encantará más

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora