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Mientras íbamos en la camioneta mi padre de observó, me dio un abrazo y yo no pude contenerme, comencé a llorar desconsoladamente. Él frotaba mi espalda a forma de calmarme, pero no conseguía hacerlo. Éste momento era muy doloroso, mis lágrimas no paraban de salir, mi pecho comenzó a doler, sabía que ésta vez todo estaba roto, estaba terminado.

—Hemos llegado

Bajé lo más rápido que pude de la camioneta, entre corriendo a la casa y subí inmediatamente a mi habitación. Me recosté en mi cama, el llanto continuó, abracé mi almohada para que no sintiera tanto dolor. Alguien llamó a la puerta, ignoré a esa persona hasta que entró.

—¿Samantha?

—¿S... Sí?

—¿Qué ha pasado? —Era la nueva pareja de mi papá, ella quería saber para ayudarme.

—Ter... Terminé... Co... Con...

—Lo entiendo, sé que es un dolor terrible terminar con tu primer amor, no puedo decirte que todo estará mejor para mañana, pero puedo apoyarte en estos momentos, seré tu pañuelo de lágrimas, sí así tú lo quieres...

—So... Sólo quiero... Llo... Llorar...—No podía hablar continúo, mi llanto lo impedía.

—Entonces, aquí estaré para abrazarte...

Me hizo recostar mi cabeza en su pierna, acarició mi cabello hasta que el llanto me consumió y me quedé dormida.

*****

Estaba despertando porque mi alarma no paraba de sonar, quería aventarla, pero rompería mi celular. Mi papá entró a mi habitación, tomó mi celular y apagó la alarma.

—Ya me levanto

—Descansa, mañana iremos a la escuela por tus papeles...

—¿Qué? —No grité porque mi garganta dolía.

—No quiero verte herida otra vez, creo que ha sido suficiente... Tal vez el cambio sea un beneficio

Aunque no quería hacerlo, tal vez mi padre tenga razón, el cambio sea un gran beneficio, pero hoy me presentaría a la escuela.

—Gracias, pero creo que hoy iré a la escuela...

—¿Estás segura?

—Sí, cualquier cosa el chófer puede ir por mí

Me levanté de la cama y fui al baño, abrí la llave e inmediatamente el agua caliente salió. Entré y el agua tocó mi piel, me reconfortó un poco, después de media hora salí, busqué en mi armario un pantalón negro y una blusa de manga larga de color gris, busqué mis tenis negros, tomé mi mochila y salí de la casa, decidí no maquillarme, pero al observar mi cara en el espejo me percaté de mis ojos hinchados. Cuando iba a subir a la camioneta apareció frente a mí Santiago.

—Ven—me jaló hacia él y me abrazó. —Vamos a la escuela en mi carro.

—No puedo... No quiero que hablen de mí

—¿A qué te refieres?

—Ayer le dije a Samuel lo que pasó entre nosotros y si hoy me ven llegar contigo...

—Sam, sé que no soy quién para decirlo, pero no me importa que ellos quieran hablar, sólo somos amigos y dudo que Samuel haya dicho lo que pasó entre nosotros

—Pero...

—No te voy a obligar, sólo lo dije porque quería hacerte compañía en estos momentos...

—Perdón, estoy muy susceptible, gracias por tomarte esa molestia

—¿Entonces?

—Iré contigo...

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora