Lies

8

Los amigos de Samuel llegaron después de unos minutos, mis ojos estaban completamente rojos y no podía hablar.

—¿Qué pasó?

—El imbécil de la asta... Se metió con Sam

—¿Te lastimó Samantha?

—Samuel...

—Yo llegué a tiempo, me encargué de ese idiota

—Le daremos una lección

—Por... Fa... Favor... No

—¿Estás segura Samantha?

—Sí...

No quería más problemas, lo único que deseaba era descansar un rato de todo lo que pasaba.

—Samantha, te llevaré a la enfermería para que duermas

—No quiero quedarme sola

—¿Vamos a las gradas y descansas?

—Sí... A donde sea

Caminé al lado de Samuel, mientras seguíamos nuestro camino sus amigos nos seguían para que estuviera bien.

—Samantha, ¿te dieron la buena noticia?

—¿Cuál?

—Tú reuniste demasiados fondos

—¿Muchos?

—Sí, pagaron bastantes por besarte y el almuerzo que pagó Samuel

—No pensé en acumular mucho dinero— mis expresiones eran muy simples, ni siquiera había emoción en mi voz por las noticias.

—¿Quieren jugar fútbol?

—Samantha sólo quiere descansar

—Bueno, nosotros jugaremos

—Sí

Fuimos a sentarnos a las gradas, recargué mi cabeza en las piernas de Samuel, él acarició mi cabello para que yo pudiera estar tranquila, saltarme las clases no era algo que hiciera, pero la situación lo ameritaba.

—Samantha

—Dime

—¿Me perdonas?

—¿Perdonarte? ¿De qué hablas?

—Por lo de hace rato

—Me defendiste, no tengo nada para perdonar

—¿Siempre fue así?

—Sí, era posesivo y a veces manipulador

—¿Te obligó a algo?

—No...

—¿Por qué dudas?

—No dudé

—Sam...

—Pues a final de cuentas también accedí

—Ah, está bien Samantha

—¿Estás enojado?

—No bebé, sólo quiero que estés bien

—Lo estoy contigo

Me levanté y le di un pequeño beso, mordió mi labio inferior como era su costumbre, cuando escuchamos el sonido de la campana regresamos a clases ya que no quería faltar más.

Corrimos lo más rápido que podíamos, llegamos al salón y estaba el director, ambos nos sorprendimos bastante porque casi no iba a nuestro salón a menos que hubiera problemas.