Capítulo XVII. El precipicio de amor

2K 119 8
                                    

H: ¿qué te dijo ese imbécil? (tomó su cara entre sus manos) ¿por qué te pusiste así?

V: no quiero hablar de eso (otra vez dura) simplemente me dijo la verdad.

H: Victoria, si te dijo la verdad, entonces no es nada malo y quiero saberlo.

V: (lo miró fría) tienes razón, me dijo que... que jamás iba a volver a atraer a un hombre, ¿contento? (Caminando al balcón).

H: (sorprendido) ¡no me digas que le creíste! (Alzando la voz).

V: no me alces la voz, claro que le creí, (pensó: "es el momento de comprobar lo que me decía dormida") ¡quién se fijaría en alguien como yo!

H: no lo puedo creer, pensé que ya lo habíamos hablado y quedó claro que el físico no define tu persona (molesto).

V: pero si la primera impresión para los demás es la que cuenta físicamente, además de que estando en otro plano las cosas cambian (con un nudo).

H: (se acercó peligrosamente) porque no me crees que eso no define que atraigas a un hombre o no (la tomó de la cintura).

V: (nerviosa) porque los hombres sólo les interesa tener placer y nunca he podido levantar nada en ninguno, si no lo hice con el hombre que fue mi marido (con unas lágrimas rodando en sus mejillas).

H: Victoria, eres una mujer hermosa por dentro y por fuera (acariciando su pelo) no me digas eso porque sabes que no es cierto, por lo menos yo no lo pienso así y no lo siento de esa manera.

V: ¿entonces qué piensas y sientes? (Con el pulso acelerado y más nerviosa).

H: ¿de verdad quieres saber qué pienso y qué siento cuando estoy contigo?

Ella asintió, él le acarició la mejilla, la tomó del cuello y la acercó a su boca, en un principio Victoria se resistió pero poco a poco fue cediendo al beso, él acariciaba su espalda; el beso era pasional con deseo contenido pero sobre todo, lleno de amor, después de unos segundos unidos ella se separó.

V: ¿por qué hiciste eso? (Sorprendida).

H: (nervioso) porque... porque me he enamorado de ti Victoria, he caído en tu maravillosa forma de ser y perdóname pero ya no me lo puedo callar (tierno).

V: (en shock, tragó en seco) ¿por qué te quieres burlar de mí? ¡No quiero tu lástima, Heriberto! (Malinterpretando).

H: (sorprendido) Victoria por favor, no puedo creer que pienses eso, (acercándose) jamás me burlaría de ti y mucho menos podría sentir lástima, eres maravillosa (acariciando su mejilla).

V: (se alejó) por favor Heriberto, necesito estar sola, ha sido mucho por hoy (calma) mañana hablamos.

H: (resignado) de acuerdo, buenas noches.

Heriberto salió de la recámara, cabizbajo y triste, bajó las escaleras considerando irse a su departamento pero pensó que eso sería tomado como cobardía y no lo era así que se dirigió al salón donde escuchó voces.

>>Habitación Victoria<<

No podía creer lo que había ocurrido, ¡entonces era cierto!, Heriberto la amaba y ella sentía algo especial por él pero no quería confundir las cosas. Lo analizaría tranquilamente esa noche, aunque las palabras de Osvaldo la seguían afectando, ¿por qué le seguía haciendo daño lo que viniera de él?, ¡no podía seguir queriéndolo!, aunque no podía negar que a pesar de su machismo y todo lo que le hizo, vivieron momentos maravillosos.

V: Dios, no quiero cometer un error, ¿qué es lo que en realidad siento? (Confundida).

>>Salón Casa Victoria<<

El Sueño De Un AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora