XII

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Cuando Gerard abre la puerta de su departamento todo me parece irreal, aún no puedo creer que me haya traído a su pieza aún después de lo que le dije.

Me abrí hacia él y en lugar de juzgarme me miró de la misma forma en que siempre lo hace, me miraba como si valiera la pena y aún después de todo como si no fuera un completo desastre... Gerard me hacía sentir de una forma que jamás me había sentido y eso me era suficiente como para querer darle todo de mi.

— Yo tampoco he tenido una vida fácil ¿bien?– Me dice cuando entramos a su habitación y yo lo observo mientras camina de un lado a otro como si estuviera nervioso.– Mis padres me echaron de casa cuando era joven y estuve en las calles un tiempo.– Lo escucho detenidamente mientras estoy sentado en el filo de la cama, Gerard no deja de moverse.– Estuve con la gente equivocada.

— ¿A qué te refieres?

Su única respuesta es detenerse en seco sobre sus talones y lanzarme una mirada nerviosa, se muerde el labio y abre la boca como si fuera a decir algo pero nada sale.

— ¿Gerard?– Levanta un dedo en el aire como pidiéndome que cierre la boca, se rueda la mano libre por sobre el cabello y da un gran suspiro antes de volver a caminar en dirección al closet. Una vez delante del mueble lo abre y de debajo de su ropa amontonada saca una funda transparente llena de un polvo blanco.

— Me metí en cosas que no debía y ahora no puedo dejarlas atrás.

Droga, cocaína tal vez, sea lo que fuera Gerard me estaba soltando algo grande.

Estaría mintiendo si dijera que jamás lo sospeche o me lo presentí, pero ahora que estaba afrente a mi con los ojos llorosos sosteniendo la funda en sus manos me sentía sorprendido porque una buena parte de mi siempre quiso que aquello fuera mentira.

— Tenías razón.– Me dice y entonces recuerdo mis propias palabras, cuando lo llame un "drogadicto con tendencias autodestructivas". Dios, me siento un asco.

— Lo siento tanto.– Gerard me mira nervioso, de la misma forma en que me ha estado mirando los últimos días y yo no puedo pensar en que esta era la verdadera razón por la que me quería alejar de él.

— No soy bueno, Frank.– Me dice sentándose junto a mi en la cama.– Y no quiero que te eches a perder como yo lo hice, solo quiero ayudarte– Mi corazón se hunde de tristeza, nuestras vidas son una mierda y lo más probable es que nada bueno salga de esto.– No quiero que te enamores de mi, no te quiero lastimar.

— ¿Y ahora que? – Le preguntó sin mirarle a los ojos.– ¿Se supone que nos alejemos y hagamos como que nada pasó?– No dice nada y yo me molesto aún más.– No soy capaz... en estás últimas semanas he sido más feliz que en todo el tiempo antes de ti.

— Frank...

— Piensas que algo malo va a pasar, pero ¿y si pasa algo bueno? ¿Y si los dos nos arreglamos?

No estaba convencido de mis propias palabras, ¿a quien quiero engañar? nuestras vidas están muy dañadas para arreglarse pero en este punto cualquier excusa es buena para no alejarme de él.

— No creo que entiendas la magnitud del problema.– Me toma de la muñeca y me hace ver mis propias marcas.

Cierro los ojos con fuerza y lo aparto de mi.

— No me voy a enamorar, lo juro, no soy un maldito niño.– Me mira incrédulo.– solo será sexo ¿bien?– jamás había disfrutado de mi cuerpo como lo hice aquella noche en su cama, y lo necesitaba tanto que parece que me he vuelto adicto.

— No, Frank...– Antes que continúe le cierro la boca con un beso, uno tan apasionado como el que nos dimos la noche que tuvimos sexo aquí mismo.

— Dime que no lo quieres tanto como yo.– Se muerde el labio y me mira a los ojos, se que lo desea y lo quiere... así que no me hacen falta palabras para volver a besarlo y eventualmente tirarlo sobre la cama con mi cuerpo bajo el suyo.

— Maldición, Frank.– Me susurra mientras besa mi cuello y yo gimo como respuesta.– Todos los días solo podía pensar en estar dentro de ti.

— ¿Para que esperar más?– Nos miramos unos segundos y pronto una sonrisa aparece en su rostro.

Me besa dulcemente y sus suaves manos recorren mi pecho hasta deshacerse de mi camisa, poco después se detiene en la hebilla de mi pantalón donde con paciencia se dedica a zafarla. Me libera del jean y luego de mi bóxer, dejándome completamente expuesto para él, y solo cuando estoy desnudo él para de besarme y se levanta de encima de mi.

— ¿Solo sexo?– Me pregunta una vez más y yo asiento desesperado por volver a sentirlo sobre mi.– Tienes que prometer que esto se acabará si sale mal.– vuelvo a asentir mordiéndome los labios mientras lo observo quitarse el pantalón.– Y promete que ya no te lastimarás nunca más.– Estaba matando el maldito momento, pero estaba demasiado excitado para no acceder a todo lo que él me pidiera.

— Si, si.

Y se abalanza sobre mi dejándome sin aire cuando me besa tan frenéticamente. Se mete lento de mi despacio, tan despacio que siento que voy a explotar.

Esto es el puto paraíso y sé que voy a pagar caro la entrada, porque siempre hay un infierno esperando para los malnacidos que disfrutamos del cielo sin invitación.

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Heavy Dirty Soul |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora