Capítulo 11: No es justo.

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Han pasado varias semanas desde aquella visita al inframundo, el trabajo atrasado de la Mononokean era demasiado excesivo, hasta el mismo Haruitsuki estaba más que molesto ¿Cómo era posible que la lista de espera llegara a cien? Era completamente surrealista.

Por otro lado Hanae le pidió a Itsuki un día libre ya que no se sentía muy bien, el rubio no se negó pero estaba preocupado ya que el azabache estaba muy pálido, Hanae se disculpó y se retiró de la Mononokean al cuarto de Haruitsuki para dormir un rato.

Con los pensamientos en su minino, Itsuki salió a realizar un trabajo de Okina-dono junto a peludito, esperando regresar rápido y consentir al azabache.

Unos minutos después salió Hanae de nuevo a la Mononokean, cuando iba a hablar su estómago rugió hablando por él, un leve sonrojo invadió las mejillas del azabache -Mononokean... Etto... Si no es mucha molestia ¿P-Puedes llevarme a alguna tienda?- Preguntó bajando sus orejas y formando un puchero -T-Tengo ganas de comer helado-.

Pasó unos minutos hasta que un tintineo se escuchó -"Claro Hanae, siempre cuenta conmigo ^.^"- Leyó el azabache suspirando de alivio, atrás de él se encontraba la puerta de vídrio típica de una tienda -Gracias An-.

Antes de irse An le escribió una última cosa -"Llámame como lo hace Itsuki, ya eres capaz *-*"- Hanae asintió y se fue de allí entrando a la tienda.

El encargado de la tienda estaba dormido y no se había dado cuenta que la puerta se había abierto sola, Hanae al sentir el olor de los dangos recién hechos olfateó el dulce aroma -Huelen exquicitos- Se acercó a estos y tomó varios, se llevó uno a la boca y al sentir aquel exquisito sabor movió sus orejas -Están divinos-.

Observó la tienda con detenimiento mientras comía aquellas bolitas de colores, una por una, moviendo su cola, al ver que se habían acabado agarró una paleta de helado y tras dejar el dinero necesario al frente del encargado, salió.

Se sentía realizado al comprar lo que sus papilas gustativas le pedían, tanto así que sonreía de oreja a oreja pero al acabarse el helado esa sonrisa se borró.

-El señor helado se acabó- Dijo bajando su cola y sus orejas, pequeñas lágrimas bajaron por su rostro -Q-Quería más, no es justo- parecía el propio niño llorando ante la falta del helado.

-¿Hanae?- Preguntó la voz seria de Zenko atrás de él, el azabache se dio la vuelta mirando a Zenko -¿Eres tú?- Incrédula ante lo que veían sus ojos, observó a Hanae de arriba hacia abajo.

-Zenko el señor helado murió- Dijo mostrándole la paleta de madera a su amiga, más lágrimas bajaron por su rostro.

-Sí eres Hanae- Dijo agarrando su bufanda y sonriendo -Parece que ocurrió algo... Te veo como un Yokai, completamente trasparente-.

-¿Ha? ¡¿Y ahora sí me puedes ver?!- Dijo molesto mientras Zenko lo miraba extrañada, cambiaba demasiado de humor -¡NO ES JUSTO!-.

-Calma Hanae- Dijo su compañera tratando de tranquilizarlo, aunque no entendía no quería ver molesto a Hanae -¿Quieres algún dulce?-.

-Oh- Se acercó a ella y la abrazó con cariño moviendo su cola de manera animada -Eres una gran amiga- y allí otro cambio de humor, aún así Zenko seguía con su cara de póquer.

Caminaron un rato hasta que llegaron a la casa de Zenko, pasaron de largo hasta el patio trasero donde Yahiko, con su forma de zorro, dormía plácidamente en el césped.

-Espera aquí Hanae- Dijo Zenko caminando a su cocina, el azabache se sentó en el césped sintiendo la brisa mover sus cabellos.

Cerrando sus ojos suspiró con lentitud, le encantaba estar así, al rato olfateó el aroma de los dulces de Zenko frente a él, abrió los ojos y pasó su lengua por sus labios -Se ven deliciosos- Dijo agarrando uno y comiendo.

A tu lado -Fugeki na Mononokean-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora