Capitulo Siete

130 13 0
                                    

—¡Jesús, María Y José! Dios, cómo me alegro de haber terminado. —Louis caminó rígido hacia la cocina, colgando el sombrero en el perchero junto a la puerta—. Te juro que hemos plantado la mitad del condado de Mason en la última semana. —Le dolían las piernas y el culo pero continuó moviéndose, intentando que los músculos de su espalda no se agarrotasen.

Len se levantó de la mesa y le ofreció un café.

—Lo has hecho realmente bien. Después de las lluvias de la semana pasada, no pensé que lograríamos plantar a tiempo. Pero lo conseguiste.

Louis comenzó a sentarse, pero lo pensó mejor.

—Me siento como si tuviera el sillón del tractor pegado al culo pero sí, he terminado. —Realmente se sentía muy bien, porque había conseguido algo increíble. Los campos estaban sembrados, y todavía quedaba una semana antes del Día de los Caídos. Casi se había matado en el intento, pero lo había logrado.

—¿Dejaste que Harry condujera el tractor? —preguntó Len. Louis le dedicó una mirada que decía "¿cómo lo has sabido?"—. Os he visto cuando iba al pueblo esta tarde.

—Sí, le he dejado. Al principio estaba nervioso, pero le ha encantado. Creo que le gusta probar cosas nuevas. —Harry era realmente un Amish rebelde.

—Deberías irte a la cama. —Louis asintió y subió las escaleras, pasando al lado de Harry de camino a la habitación.

—Louis. ¿Estás bien? —La preocupación en el tono de Harry le hicieron girarse y mirarle.

Louis sonrió; la tirantez en la cara angelical del chico era realmente conmovedora.

—Sí, estoy bien. Cansado.

—Casi no puedes andar. —Harry se acercó, tomándole del brazo y ayudándole a caminar hasta la habitación y a sentarse en el borde de la cama—. ¿Seguro que estás bien?

—Sí. Solo muy cansado. —La mirada de preocupación de Harry le hizo desear tocarle y besarle hasta que sonriera. En realidad, llegó a inclinarse un poco hacia delante, pero enseguida se echó para atrás. No podía, no podía arriesgarse a algo así. Había pasado las dos últimas semanas intentando no pensar en Harry de otro modo que no fuera como mano de obra, pero cada vez era más complicado. Además, ni si quiera sabía si Harry estaría interesado, o si era... Tenía que dejar de pensar así. Harry no era más que una mano más en la granja, y debía ser tratado igual que todos los demás—. Gracias por ayudarme. Estaré bien.

Harry se giró para dejar la habitación.

—Te veré por la mañana. —Y se marchó. Louis consiguió que sus cansados y doloridos músculos se pusieran en movimiento. Se desnudó y logró meterse en la ducha, bajo el chorro de agua caliente. El agua le sentaba bien a su cuerpo, pero no hizo nada para calmarle la mente o sacarle de aquellos pensamientos que continuaba teniendo sobre Harry. Sabía que tenía que ponerse bajo control, o haría algo de lo que se arrepentiría—. Tengo que mantener esto en silencio; no puedo hacer nada, no debo.

Louis sabía que estaba desarrollando sentimientos por el inocente y angelical muchacho Amish, sentimientos que no debía tener y sobre los que definitivamente no podía actuar.

Suspiró, cerró el agua y salió de la ducha, secándose con una toalla. Se tomó un ibuprofeno para aliviar el dolor que sabía que comenzaría en cuanto se acostara, y se quedó dormido tan pronto como su cabeza cayó en la almohada.

Se levantó a su hora de costumbre, pero su cuerpo protestaba con cada movimiento. No se había sentido así de mal desde la última vez que había salido y se había pasado toda la noche bebiendo. Pero al menos aquella noche había tenido sexo. Obligó a sus piernas a moverse, se metió en el cuarto de baño y se tomó otra pastilla para el dolor. Sin saber muy bien cómo, se vistió y se puso presentable antes de bajar a la cocina, donde una cafetera recién hecha le estaba esperando. Se puso una taza de café, y dio un par de sorbos mientras caminaba alrededor de la cocina, estirando los músculos.

AMAR SIGNIFICA... NO AVERGONZARSE.|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora